Mi padre: un brindis entre Freud y Fidel Castro

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Mi padre: un brindis entre Freud y Fidel Castro

20 / junio / 2016

El padre es el límite entre el mito y los hechos, los recuerdos y el reverso de ellos… un punto donde la falsedad se mezcla con los besos a destiempo, el miedo terrible a la aurora de ciertos permisos luchados a mansalva. Un padre es un grito… pero es también la boca que grita… es la muerte pero también es el permiso de vivir que siempre está a mano.

Un padre es una función… en el psicoanálisis y en la vida… para Lacan cualquiera podría ocupar esa función, es decir: su papá puede ser su padre real, pero pueden ser también, sus abuelos, sus tíos…su madre.

En una visión psicoanalítica tradicional un padre podía ser un lobo, un caballo, una lucha contra Edipo por la madre en medio de un puente. El padre era una figura terrible y castigadora; el representante de la castración. Con el pasar del tiempo la figura del padre se diluye, se vuelve de muchos nombres, y el problema ya no es su encarnación de la ley o el castigo, sino su ausencia. Para otros psicoanalistas comienza a ser un problema de estos tiempos la ausencia de la ley: los padres no eran tan terribles ni ahora están más ausentes.

Mi padre es un ser imperfecto pero es una leyenda

Los recuerdos son una escaramuza, una coartada y todo el mundo los arma a su antojo, hay psicoanalistas que hablan del recuerdo pantalla: eso que recordamos es completamente contrario a lo que ocurrió. Por eso cada cual cuenta a su modo, y eso es su verdad, también su mentira.

Siendo muy pequeño, mientras hablaba Fidel por el televisor, mi padre me decía: él es tu abuelo. Uno se da cuenta más tarde: una parte de la ideología te es trasmitida por la familia. En el contacto con la leche de los pechos de mamá… en los primeros juicios de papá. El padre es la ley y también los trayectos de ciertas cosas. No olvido nunca su pasión inconmovible por la Revolución cubana.

El padre es en Cuba el dueño de los permisos. ¿Quiéres algo?, pregúntale a tu padre… ¿quiéres salir?, pregúntale a tu padre…. Por eso, el padre muchas veces no lo recibes por su imagen real y palpable, sino que te lo entrega y te lo construye la palabra de mamá. El Día de los Padres es también, el día de las madres.

Yo recuerdo un rostro duro, el abrazo salvador, el llanto después de alguna discusión

Recuerdo su seriedad a veces temible, no contarle algo por miedo a sus efectos, o la necesidad de contarle otras cosas que nunca le dije, los silencios. No podría contar escenas en las que me hablaba sobre cómo se liga una mujer, qué se dice al principio, qué se dice en los finales… como si hubiera ciertas edades para hablar de las cosas.

A él y a mi madre nunca les gustaba el huevo frito, los muslos del pollo. Preferían el arroz con puré o las patas del pollo. En los años duros del período especial era una estrategia para que mi hermana y yo pudiéramos comer lo que ellos no se permitían.

Mi padre es un ser imperfecto pero es una leyenda. Yo lo veía desandar las mañanas con un beso frío en la sombra, casi como de sesgo… eso es lo que recuerdo de pequeño era un ser de sesgo: cuando se iba bien temprano en la madrugada, cuando regresaba bien tarde en la noche.

Yo recuerdo un rostro duro, el abrazo salvador, el llanto después de alguna discusión. El mérito de haber permanecido siempre a mi lado. Esperarme como si siempre yo estuviera regresando o me estuviera yendo hacia algún lugar. Su necesidad de pasar su mano por mi cabeza, el deseo de protegerme. Su coraza irrepetible en medio del desconcierto.

Obbatalá va a pintar de blanco la casa este domingo cuando destapemos la botella de ron y fumemos un tabaco de mi tierra en San Luis, Pinar del Río. No tendré que temer que me falte o se me vaya. No andaré este domingo en piloto automático, escucharé cada cosa que tenga que decirme. Le contaré todo lo que se me ocurra. Mientras en este texto, brinden Freud y Fidel; cerraremos la tarde cantando uno de esos boleros que tanto le gustan.

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Martín

A medida que fui creciendo, pasando por las cosas de la vida, iba descubriendo cosas nuevas en las relaciones que tenía hasta entonces. Mi madre: vives o no existo, mis abuelos: de donde vengo, mis hermanos y mis amigos: lo que no soy yo, lo último en llegar a esta lista fue mi padre. ÉL, acorde a su papel y su tiempo, era la figura omnipresente ausente. Comencé a descubrirlo cuando sus cuentos, de tanto hacerlos, ya me daban risa si yo quería y podía mirar detrás de las palabras. Entonces conocí al niño llevado por una ruptura matrimonial, al adolescente y joven arrimado en casa de un tío, al eterno joven aún con casi 40 y soltero creo yo porque lo ajustado de la economía no le daba para el bohío y la familia. Así como el autor, también yo complejicé mi visión de este hombre a través de la lengua de mi madre: todo lo bueno y todo lo “descarado” que alguna vez, como hombre pudiera yo mismo ser.
Muchos años han tenido que pasar para que él hable de si por sí mismo, para que se permita expresar un sentimiento y entrecortar la voz al ver a un hijo que, según él, hace mucho tiempo que no ve. Los hombres, tal y como nos conocemos, todavía tenemos una condena de muchos años de silencio de corazón antes de poder disfrutar de la libertad del juego entre el corazón, las palabras, la risa y las lágrimas. ¡Benditas las mujeres que son más presas y están más libres! Creo que Josué y su padre tuvieron muy buena suerte y hacer algo parecido pudiera ser un buen ejemplo a considerar por los padres de todos los tiempos.
Martín

Eva

Un escrito bello, en especial por la fragilidad conque narra la cercanía y la distancia entre un padre y su hijo.
No todos tienen la suerte de conocerlos, tenerlos, aprender de ellos… y se erigen como fantasmas, necesarios para existir pero sometidos a los descuentos del tiempo.
Eva

Kepa Ríos Alday

Me gustó lo del brindis entre Freud y Fidel. Pensé que ibas a hablar de la relación entre el psicoanálisis y el comunismo. Parece ser que el psicoanálisis abrió la caja de los truenos al hacerle hablar a la mujer. Así descubrió Freud el mecanismo tan importante de la sustitución, descubrió también que el supuesto goce que da la propiedad del dinero es en realidad una sexualidad anal infantil (retener y expulsar), que la sexualidad es todo aquello que está tocado por la palabra y no, como se pensaba, un contrato de posesión de los genitales de la otra persona…
Te ha salido un texto muy poético e intimista. Está muy bien escrito. Da gusto leerlo. Un abrazo amigo.
Kepa Ríos Alday

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