Yusnier e Iris vendieron más de 600 prendedores con el logotipo de los Leñadores de Las Tunas. Foto: Glenda Boza
Pasión por el béisbol lleva a romper esquemas
18 / enero / 2019
Yunier e Iris no salían de su asombro. En cada partido de béisbol vendían, en un santiamén, los prendedores con el logotipo de los Leñadores de Las Tunas. Más de 600 se agotaron en pocas semanas. La gente hizo cola para comprar en 10 CUP esos productos hechos por la pareja de cuentapropistas.
Sin embargo, mientras el equipo tunero se debatía en una de sus mejores temporadas y llegaba a la final por el campeonato cubano, fue poco el merchandising deportivo desplegado en las tiendas estatales.
Nada nuevo bajo el sol. Así pasa cada año. Cientos de cubanos visten uniformes de la MLB o equipos de fútbol europeos, no solo por la globalización del espectáculo deportivo, sino además por la ausencia de propuestas nacionales similares.
Fanáticos sin camiseta de su equipo
Hace unos 12 años el Estado desarrolló una campaña de producción y venta de productos relacionados con la Serie Nacional y los equipos participantes. Las tiendas —en CUC y CUP— vendieron gorras, pulóveres, sombrillas, llaveros, abridores de botella con los símbolos y colores de cada conjunto provincial.
Con poco más 100 CUP era posible comprarse un pulóver y una gorra. La gente los vestía en los estadios en 2007. Hay quienes todavía visten los mismos, porque poco o nada ha vuelto a comercializarse. Cuando esos productos aparecen tienen precios multiplicados.
“Llevo años tratando de conseguirle una camiseta de Las Tunas a mi papá”, comenta Jorge. “Antes aquí vendían hasta de Camagüey, pero nunca más han sacado. No he podido conseguirle una y ahora es cuando el equipo está en racha ganadora”.
En Estados Unidos Raúl Suárez recibió una gorra de Cienfuegos en 2012. Hace tiempo le pidió otra a su hijo José Raúl, pero este no ha podido cumplir con el encargo.
“Parece que como el equipo de los Elefantes ya no tiene buenos resultados, dejaron de vender. Es una lástima, porque aunque estén mal en la pelota, esos productos no solo dicen cuál es tu equipo de béisbol sino también cuál es tu provincia”, comenta José Raúl.
En el centro de la ciudad de Las Tunas pocos trabajadores del Mercado Industrial Telégrafo saben que hace unas semanas arribó a la tienda un pulóver del equipo de béisbol de la provincia.
“Increíblemente entró un solo pulóver a 113,25 pesos en moneda nacional”, explica el dependiente del área de confecciones textiles. “Claro que yo mismo lo compré”.
“Desde inicios de 2018 tenemos en venta productos dedicados al equipo de Las Tunas: pelotas pequeñas, matracas, gorras y abridores de botellas”, reconoce una dependienta de la tienda Casa Azul. “Algunos productos se venden más que otros porque los clientes refieren que están caros”.
En otras tiendas también se expenden vasos de ron, sombrillas, jarras térmicas y pegatinas para el refrigerador, todas mercancías con el símbolo y el nombre del equipo.
En Santa Clara —capital provincial del otro equipo enrolado en la final del béisbol cubano— muy pocos productos similares estuvieron a la venta en las tiendas del Estado. No fue hasta los últimos días de la actual Serie cuando, concentrados en la tienda Galerías Parque, comenzaron a comercializarse productos de los Azucareros.
“Nuestro equipo estuvo entre los más ganadores durante toda la campaña y no fue hasta los juegos de semifinal que aparecieron las gorras. Luego, a un paso de perder ante Las Tunas, comenzaron a vender los pulóveres a 8 CUC”, se lamenta un jubilado, en una peña improvisada en la cola del pan.
“En casa compramos una gorra y un pulóver. Hay que repartirlos. Un día llevo la gorra y mi nieto el pulóver, y al otro, viceversa. Los 13 CUC que cuesta el atuendo sobrepasan mi chequera mensual”, riposta otro santaclareño.
Discretas iniciativas estatales
Nadie les dio la indicación, no hizo falta. Junto a los retratos de rutina (Fidel, Raúl, etc.), cientos de oficinas estatales de Las Tunas exhiben hoy afiches con una foto colectiva de los Leñadores. Lo mismo ocurre en negocios de cuentapropistas y en viviendas.
Los afiches, vendidos a 3 CUP en las oficinas de correo de Las Tunas, han sido un éxito. También lo fueron las postales coleccionables con peloteros del equipo local e Industriales a 1 CUP.
“Compré tres afiches para repartir entre las casas de la familia. Mi papá lo puso en la puerta de su casa y mi hermano en una pared de su barbería. Mi hijo juega con varias postales que le regalé”, refiere Ana María Turiño.
Con la clasificación de Las Tunas a su primera semifinal, en la temporada 2017-2018, varias industrias locales produjeron y comercializaron en moneda nacional banderas rojiverdes, viseras, pegatinas para los carros…
A pesar de la poca promoción y gestión de venta, los fanáticos necesitaban productos como estos y en poco tiempo se agotaron.
“Si sabes que productos como estos tienen buena venta no hay que esperar a que entre la materia prima de Europa o Asia. A veces con la recortería es posible hacer productos que reporten ingresos”, asegura una costurera de la Empresa de Confecciones Melissa, de Las Tunas.
“Permanentemente se venden camisetas y otros productos del Real Madrid o el Barça, por ejemplo, pero la identidad nacional y local están en desventaja”, cuestiona Alier Trelle, joven informático.
“Hace tiempo no veía un pulóver o una gorra de Villa Clara. Ni cuando ganamos el primer lugar en 2013”, recuerda. “Aunque el Sandino no se llene todo el tiempo siempre hay gente que quiere ir vestido con el pulóver naranja. Hasta un punto de venta permanente deberían poner allí”.
Emprendimiento con pasión
En el sitio web de anuncios clasificados Revolico, Miriam vende gorras y pulóveres de Industriales. Se nota que son hechos en casa, pero ante el desabastecimiento estatal de productos como este, los suyos han tenido buena venta.
También en Las Tunas, en el área destinada a los artesanos en el parque Maceo, hay gorras con los colores del equipo de béisbol local.
“La gente las compra”, refiere la trabajadora contratada para su venta. “Valen 100 pesos (CUP) y el modelo es distinto al de las tiendas”.
De la iniciativa privada es posible encontrar, además, llaveros, cuadros, prendedores, pegatinas y postales; estas últimas, incluso, comercializadas en el correo principal “por debajo del telón”.
“Como las originales que se vendieron en el correo se agotaron, parece que algún cuentapropista coló las suyas y allí se las venden a 1 peso”, refiere una enfermera. “Son imágenes del año pasado, pero siempre hay gente que las compra”.
Los muchachos del proyecto sociocultural El Manuscrito Perdido también aprovechan el contexto beisbolero para incluir productos con amplia demanda.
“Aunque nos dedicamos a la venta de libros de uso y la gestión de búsqueda de ese tipo de libros, también vendemos artesanía identitaria, y teníamos que aprovechar los resultados de los Leñadores. Tenemos llaveros, cuadros, jabitas de papel, que hacemos nosotros, con nuestros recursos”, explica Yuslenis Molina, miembro del proyecto.
En la cola para el reintegro de pasajes en la terminal de ómnibus, Yosbel luce su gorra personalizada. “Compré tres pegatinas por 10 pesos y tienen tan buena calidad que he lavado la gorra varias veces y no se cae”.
“Ese es nuestro principio de negocios: que tanto el cliente como nosotros ganemos”, explica Yunier Santana, quien vende las calcomanías junto a su esposa Iris.
De todos los emprendimientos alrededor de la Serie Nacional, es el de esta pareja uno de los más exitosos en Las Tunas, sobre todo por los atractivos precios.
Con dos chapas de metal, una mica para el brillo y una imagen relacionada arman un prendedor que luego venden en 10 CUP. Más de 600 comercializaron durante los últimos juegos de la temporada en el estadio Julio Antonio Mella. También produjeron algunos para la dirección provincial del INDER.
“Para serte sincero, a ese precio los prendedores dan una ganancia mínima, pues en otros lugares les triplican el costo”, explica Yunier. “Pero yo soy tunero y apasionado de la pelota, y me interesa más contribuir con el espectáculo y el ambiente que se vive en la ciudad”.
Con licencias de pintor-rotulista y mecanógrafa, él y su esposa aprovecharon el contexto y la amplia demanda de productos de este tipo. Notaron que había una necesidad en el mercado y sacaron ventaja de la oportunidad.
“El béisbol es parte de nuestra cultura, por eso creo que se pueden hacer muchas cosas alrededor de ese espectáculo. Si nosotros, como una familia, podemos hacer algo, el Estado puede hacer mucho más, solo tiene que “leer” los momentos oportunos y aprovecharlos. A veces se nota desinterés y descuido”, dice Yunier.
Con menos de un año en este emprendimiento, y solo con la producción de prendedores y pegatinas, no pierden de vista la amplia oferta en torno a este ambiente beisbolero y planean expandirse hacia otros productos, escasos en el mercado estatal.
“Para mí este es el acontecimiento social más importante de la ciudad porque se respira béisbol en la calle, en los centros de trabajo, en la casa. A veces se pierde de vista cómo en este ambiente se pueden generar iniciativas que le den alegría a toda la sociedad. Mucho se puede hacer con nuestro esfuerzo y talento, ya sea a nivel privado o estatal”.
Religión y afición de la mano
Las últimas reuniones de la Iglesia Manatial de Vida estuvieron presididas por una camiseta y un afiche del equipo de Las Tunas. Además de ferviente seguidor del béisbol y emprendedor, Yunier Santana es pastor de esta denominación evangélica.
“La fe no está divorciada de la pelota. Es parte del disfrute y ha sido uno de los principales temas de conversación entre los miembros de nuestra iglesia. Además, los muchachos de la congregación son muy peloteros: les gusta y lo practican”.
Con un formato pequeño que hasta ahora no sobresale del hogar, en la sala de su casa se reúne una veintena de personas. El ambiente deportivo se nota a simple vista.
“Tenemos relaciones personales con algunos miembros del equipo y con otros compartimos la fe”, explica Yunier. “A veces hemos visto a varios atletas jugar enfermos, con fiebre, y hacer ese sacrificio físico. Nuestra cultura de fe es honrar, respetar y animar ese gesto. Si además contribuyen a que sean mejores, ganamos todos”.
Este joven pastor se describe a sí mismo como parte de una generación comprometida a cambiar algunas cosas dentro de la cristiandad, a evolucionar.
“Soy de quienes piensan que no hace falta mencionar a Dios —como término— para mostrarlo. Los tiempos y la sociedad cambiaron. Los principios no cambian pero la manera en la que uno los expresa sí debe reformarse.
“Yo me pongo mi short corto, me visto deportivo para ir al estadio y ese no es el paradigma habitual de un líder cristiano. ¿Por qué no?, ¿dónde está el mal?
Mientras, en la misa dominical de la Iglesia de San Jerónimo de Las Tunas un niño fue vestido con el uniforme del equipo de béisbol. Desde la Serie Nacional anterior las iniciativas en torno a la pelota han unido más a esta comunidad.
“Es emocionante”, refiere una señora de unos 60 años. “La Serie Nacional nos ha traído muchas alegrías y es maravilloso tenerlo presente en las misas”.
Lo mismo piensa Mónica Miranda, a quien el nerviosismo de los últimos juegos la dejaron sin uñas. Ella también es miembro de la comunidad católica y ha sentido el respaldo al equipo por todos, incluso por aquellos que no comparten su fe.
Mónica también reconoce cuánto apoyo hubo desde su comunidad y el protagonismo del Padre Andrés, a quien su procedencia holguinera no le impidió poner sus oraciones en función de la victoria de los tuneros.
“No soy un traidor”, afirma Ángel Andrés González Guillén, Párroco de San Jerónimo y Vicario Episcopal de Las Tunas. “Mientras el equipo holguinero estuvo en la batalla, también lo apoyé. De hecho soñaba una final entre Holguín y Las Tunas. Pero debo decir que mi pasión por el béisbol, no solo ya como fenómeno social, sino como juego de estrategia, la han despertado los Leñadores tuneros. A ellos les debo haber descubierto lo interesante de un juego de pelota y las múltiples analogías que tiene con la propia vida.
¿Le han criticado esa postura?
—Si alguien me ha criticado, sinceramente no lo sé. Algunos se han asombrado, pero la mayoría admira y agradece el gesto. Creo que ahora los tuneros me sienten más suyo.
Nuestra Diócesis comprende las provincias de Holguín y las Tunas, por lo que con frecuencia tengo que ir a encuentros en Holguín, y los holguineros también me apoyan y quieren la victoria de sus vecinos. Ellos también me han visto llegar al Obispado con un pulóver verde, la gorra de Las Tunas y el carro con pegatinas alusivas a los Leñadores. Y lejos de molestarlos, esto les divierte.
El año pasado yo no tenía la gorra tunera. Como el día del último juego era domingo, quise tener un gesto al final de la Misa, por lo que pedí a una persona que saliera a la calle y pidiera prestada una gorra para usarla unos minutos. Terminada la Misa, en la procesión de salida, me puse la gorra y la comunidad sorprendida comenzó a aplaudir. Muchos quisieron hacerse fotos. Casualmente ese día los ornamentos que usaba eran de color verde, propio del tiempo ordinario en la Liturgia. Y esa es la foto que aún anda dando vueltas por las redes.
Ya este año tengo mi propia gorra y hemos tenido otros signos en las celebraciones, como bendecir a un niño vestido con el uniforme del equipo, y también orar por los peloteros, no solo por ganar los juegos, sino por ellos y sus familias, para que no les falte la salud y la alegría, y sientan que lo que hacen ayuda a levantar la felicidad de su pueblo.
-¿Ha tenido contactos con alguien del equipo? ¿Le han comentado la reacción de los jugadores ante el apoyo de la comunidad católica?
—Tengo mis contactos personales y de amistad con algunos de ellos y sé que se sienten apoyados por todo el pueblo tunero. No sé si la mayoría de los jugadores sabe esto, pero lo más importante es que están respaldados y cubiertos por nuestra oración, nuestro cariño y una gran admiración.
comentarios
En este sitio moderamos los comentarios. Si quiere conocer más detalles, lea nuestra Política de Privacidad.
Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *
Lisban Carrión
Alejandro Porteiro