—Le he dado coco a algunas ideas para el Mensaje a la Nación que hemos de redactarle al compañero Canel para que lo lea a fin de año en la TV.
—Si volvemos a poner que el próximo año será mejor que este, la gente se subleva.
—Se me ocurre ser más filosóficos, engarzar su discurso con algo muy interesante que he leído sobre las Nueve Claves Hanasaki, método japonés para ser felices.
—¿No sabes que al presidente le ha dado con emprenderla contra la colonización cultural? ¿Qué pensará la población si después de imitar por décadas a los soviéticos nos da por tomar más al oeste y seguir la Ruta de la Seda?
—De hecho lo hace. Ya no encuentra la manera de dormir a los de la Unión Económica Euroasiática para que nos hagan Estado miembro. Dudo lo logre. ¡¿Tú sabes lo que es decirles que «Somos un pueblo optimista, resistente y creativo»?!
—Resistente, yo creo que demasiado.
—Al grano: ¿te imaginas el golpe de efecto que dará el primer secretario si aclimata las Nueve Claves Hanasaki a nuestro contexto?
—Haz una crucecita y argumenta tu respuesta.
—Las Claves Hanasaki son «conceptos que tienen menos que ver con la alimentación y más con cambiar nuestra forma de ver y enfrentarnos al mundo».
—Comienzo a entender: el estoicismo japonés, que minimiza la alimentación, está presente en nosotros, sin que nos demos cuenta, desde hace alrededor de sesenta y cinco años.
—Mira si es así que el primero de los pilares es el «Kaizen», un «concepto empresarial que pretende darnos las herramientas necesarias para poder tener siempre la voluntad de mejorar».
—¿Es un concepto empresarial «estatal socialista» o «privado»?
—Eso qué importa, si con el último decreto hemos recuperado el monopolio de la economía. Si estuvieras imbuido del segundo pilar, que es el «Minimalismo», entenderías que hay que «eliminar lo superfluo para poder concentrarnos en lo esencial».
—A ver si entiendo: eliminar las mipymes.
—Échate el tercer pilar: la «Paz interior», una «calma que nos ayudará a superar los obstáculos que encontremos, así como a tomar decisiones acertadas».
—¡¿Decisiones acertadas Canel?!
—Es un «Discurso a la nación», chico. Se han dicho cosas peores y no pasa nada… El siguiente pilar es el «Contacto con la naturaleza». Murillo lo tuvo en cuenta al prometerles a los jubilados que con 1528 pesos les alcanzaría para irse de vacaciones.
—Y se fue de vacaciones cuando lo trasladaron para Cubatabaco.
—La «Salud» es otro pilar, y en eso estamos escapaos. Fíjate que los japoneses apuntan que «cambiando nuestra alimentación podremos ser personas más saludables». ¡Cuántos niños cubanos no saltan de alegría al recibir, por leche, una mezcla de «chocolate para desayuno»!
—Para ayuno.
—Cállate, faltan cuatro. Ahora viene el de «Relaciones», para «crear lazos más profundos y duraderos».
—Como los que se afianzan con Rusia.
—Vas entendiendo. El séptimo pilar son los «Principios», y esos los tenemos más que claros, ¿no?
—Lo oscuro es qué final tendrá esto. Lo de los Pilares digo.
—El octavo es el «Ikigai», uno de los más importantes, porque «nos hace reflexionar sobre el motivo que tenemos para levantarnos cada mañana».
—El Ikigai mío está pésimo.
—Paciencia, voy pal último: la «Actitud».
—«Aptitud» que no tiene el presidente.
—¡Actitud con C, imbécil!
—Ya: la que tenía por partida triple la CCCP, que son las siglas en ruso de la antigua URSS. O la que tiene por partida doble nuestro PCC. Con C se escribe también una palabra muy fea: «caquistocracia». Leí en el Granma el otro día (y te juro se referían a Estados Unidos): «Puede que nunca recuperemos el tipo de fe en nuestros dirigentes —la creencia en que las personas en el poder suelen decir la verdad y saben lo que hacen— que solíamos tener. Tampoco deberíamos. Pero si nos enfrentamos a la caquistocracia —el gobierno de los peores— que está surgiendo en estos momentos, puede que con el tiempo encontremos el camino de vuelta a un mundo mejor».
—¡¿Te imaginas qué clase de mundo mejor vislumbrarán los cubanos si el Doctor en Ciencias les dispara, adaptados a nuestra resistencia creativa, esos nueve Pilares?!
—Siempre aparecerá un jodedor que le grite: «¿Y los zapatos, Pilar?».
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