El 18 de diciembre de 2024, el ministro de Finanzas y Precios de Cuba, Vladimir Regueiro Ale, presentó ante la Asamblea Nacional del Poder Popular el proyecto de Ley de Presupuesto del Estado para el año 2025. Según sus palabras, «este documento busca mejorar la calidad de vida de los cubanos a pesar de las complejas condiciones que enfrenta la economía nacional».

El presupuesto para 2025 se enmarca en un contexto de tensiones financieras y limitaciones productivas que el Gobierno atribuye principalmente a las sanciones estadounidenses y a la crisis económica global. A pesar de ello, Regueiro Ale destacó que se proyecta un superávit en cuenta corriente de 6 799 millones de pesos.

Entre los puntos más relevantes del presupuesto se encuentra la proyección de ingresos brutos por 433 136 millones de pesos, representando un crecimiento del 11 % respecto al estimado de 2024. Por otro lado, se planifican gastos totales de 518 935 millones de pesos, con un incremento de 44 714 millones. En otras palabras, se propone un aumento considerable de los ingresos y un aumento moderado de los gastos.

Yenisley Ortiz Mantecón, viceministra de Finanzas y Precios, dijo en el programa televisivo Cuadrando la Caja que el presupuesto del Estado para 2025 muestra un resultado muy favorable que desde el año 2014 no se alcanzaba. «Ese superávit de más de 6 mil millones permitirá destinar más recursos a programas, políticas públicas y garantías sociales», aseguró la funcionaria.

El Gobierno enfatiza que el 71 % de estos gastos se destinará a sectores sociales como Educación, Salud pública, Asistencia y Seguridad social, Cultura y Deporte. La pregunta, entonces, es: ¿cómo va a conseguir el Gobierno ese dinero?

La principal vía será a partir de una mayor recaudación tributaria ―de los impuestos, tasas y contribuciones―. Los ingresos tributarios del presupuesto supondrán el 68 % de los ingresos; mientras que los no tributarios, entre los que se contabilizan los aportes de las empresas estatales, después de impuestos, decrecerán un 3 %. Otro aporte importante será del sector privado.

No obstante, economistas independientes cuestionan la viabilidad de estas promesas.

Resultados económicos de 2024, punto de partida para 2025

El análisis del presupuesto de 2025 no puede separarse de los resultados económicos de 2024. Según las cifras oficiales, la ejecución presupuestaria del año anterior fue mejor de lo planificado. Sin embargo, economistas como Pedro Monreal, Pavel Vidal y Mauricio de Miranda ofrecen una perspectiva crítica de estos resultados.

En un texto publicado en la plataforma CubaxCuba, Mauricio de Miranda cuestiona la persistencia del Gobierno en mantener un modelo económico que considera fallido. El economista argumenta que las políticas económicas actuales no han logrado resolver los problemas estructurales de la economía cubana y que las proyecciones optimistas del Gobierno para 2025 podrían no materializarse.

«Si el Gobierno estimaba un déficit equivalente al 18 % aproximadamente del PIB a comienzos del año, las últimas proyecciones sugieren que este podría alcanzar un valor bastante menor. Así y todo, se mantendría en niveles muy altos, en el orden del 9-10 %», explica Pavel Vidal para el Observatorio de Moneda y Finanzas de elTOQUE.

Por su parte, Monreal señala que, si bien hubo una reducción nominal en comparación con el monto planificado, el déficit cubano seguiría siendo uno de los más altos del mundo, solo superado por el de Ucrania. Además, advierte que la principal distorsión estructural del presupuesto cubano no es solo la existencia de un déficit en cuenta corriente, sino la enorme brecha que representa el déficit total del presupuesto, que se cubre principalmente con emisión de liquidez en condiciones de restricciones de oferta.

Una de las principales contradicciones que se observan al comparar los datos oficiales con los análisis de expertos independientes es la proyección de crecimiento económico para 2025. Mientras el Gobierno cubano proyecta un crecimiento del 1 % del PIB, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) pronostica una caída del 0,1 % para el mismo período.

Marrero y las incongruencias de la dolarización en Cuba

El Gobierno continúa tomando medidas que profundizan la dolarización, mientras la presentan como un mal necesario y algo que no constituye un objetivo a largo plazo.

Obstáculos para la implementación del presupuesto 2025

Al comparar el presupuesto de 2025 con los de años anteriores, se observa una tendencia a la reducción del déficit fiscal. Sin embargo, Pedro Monreal sugiere que la mejoría en las cuentas públicas podría provenir de mayores ingresos, pero también de un componente de austeridad que podría tener un efecto negativo en el nivel de vida de la población.

Las medidas de ajuste fiscal y las reformas tributarias podrían tener un impacto negativo en ciertos sectores de la población, en especial entre los trabajadores por cuenta propia y en las pequeñas empresas.

La persistente inflación ―que según datos oficiales se situó en un 21 % en 2024, pero de acuerdo con expertos independientes es de tres cifras― erosiona el poder adquisitivo de la población y complica la planificación económica. Además, la economía cubana continúa dependiendo de las exportaciones y tiene una importante escasez de divisas. Esto se refleja en los retrasos y la imposibilidad de adquirir alimentos y combustibles con un impacto directo en la vida de las personas.

Aunque el Gobierno proyecta un énfasis en la producción nacional y la autonomía empresarial para 2025, la realidad es que Cuba sigue enfrentando dificultades para acceder a mercados internacionales y atraer inversiones extranjeras. La producción agropecuaria y el desarrollo de la industria nacional siguen con inversiones inferiores al turismo.

La transformación de la matriz energética, mencionada como una prioridad en el presupuesto de 2025, también representa un desafío considerable. Si bien se espera un avance significativo en la generación de energía a partir de fuentes renovables, la transición requerirá inversiones sustanciales y tiempo para materializarse.

El presupuesto estatal cubano para 2025, como el de años anteriores, se presenta como un intento de equilibrar las necesidades sociales con las restricciones económicas en un contexto de crisis prolongada. Sin embargo, el discurso continúa prometiendo resultados que los números no avalan.