La prueba de olor no es más que una comparación que realiza un perro entrenado entre los olores de una persona y los levantados en un objeto o lugar determinado. De acuerdo con los defensores de este tipo de pruebas, las personas dejan su olor por dondequiera que van o en cualquier objeto con el que entran en contacto. 

Por ende, un perro entrenado sería capaz de identificar el olor de una persona en un objeto con el que haya tenido contacto o en un lugar donde haya estado. Para que los perros puedan realizar las comparaciones, los especialistas levantan huellas de olor en el lugar del crimen o en los objetos empleados para la comisión del delito y después comparan esas huellas con las muestras de olores corporales tomadas al acusado.

Para levantar huellas de olor, los especialistas toman un paño y lo frotan contra las superficies con las que pudo haber estado en contacto el acusado. También colocan paños en diferentes lugares del cuerpo del acusado para tomar sus muestras de olor y compararlas con las huellas levantadas. Ambas muestras son sometidas a comparación por un perro cuyo olfato define si el olor de la persona se encuentra en la huella levantada en el lugar del suceso o en el objeto empleado.

El tema de mayor discusión en relación con la huella de olor es que sus detractores consideran que no debería considerarse una prueba, sino un indicio. La diferencia entre una prueba y un indicio es que la primera puede utilizarse como fundamento de un Tribunal para determinar la responsabilidad de una persona; pero los indicios se consideran guías para la investigación. Señales que indican hacia dónde dirigir las acciones investigativas y sobre quién o quiénes intentar obtener pruebas que demuestren su responsabilidad.

El problema fundamental en el caso cubano en relación con el uso de la odorología (técnica de la comparación de olores) es que se utiliza ampliamente como prueba para justificar condenas y no como indicio investigativo. Por ejemplo, algunos de los manifestantes del 11J fueron condenados porque se empleó la odorología para decir que sus olores se encontraron en piedras o instrumentos utilizados durante las manifestaciones. 

La utilización de la odorología como medio de prueba es muy discutida porque muchos consideran que implica poner la justicia en el olfato de un perro. Esas discusiones adquieren mayor relevancia en ambientes como el cubano, en el que existen escasas garantías institucionales y legales para que la ciudadanía pueda defenderse de posibles errores judiciales o arbitrariedades motivadas desde lo político.

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