Foto: tomadas de redes sociales.
¿Qué pasó realmente en Imías y San Antonio del Sur? El trasfondo del huracán en Guantánamo
24 / octubre / 2024
—Nos dejaron solitos allí, 29 niños. Yo tuve que evacuar a mis cinco niños, por poco nos ahogamos.
—¿Y quién los dejó solos?
—El Gobierno nos dejó evacuados y nos abandonaron. No había nadie para rescatarnos.
—¿Dónde fue eso?
—Aquí, en la Escuela Especial. 29 niños. Yo mismo tuve que rescatar a esos niños.
Este diálogo registrado en video entre el gobernante cubano Miguel Díaz-Canel y un sobreviviente del huracán Oscar, en Guantánamo, revela la dimensión del drama que comenzó en la tarde del 20 de octubre de 2024. Con la voz entrecortada, un hombre joven confirma el desamparo total de esas horas.
La tragedia que ocurrió en los municipios Imías y San Antonio del Sur durante el paso del huracán Oscar —con un saldo de siete muertos y de, al menos, 70 personas desaparecidas, según dijo a elTOQUE una fuente local— no es solo el resultado de un evento climático extremo. Es el reflejo de una combinación de pobreza estructural, vulnerabilidad social y una gestión inadecuada de la prevención de riesgos.
Varios testimonios apuntan que, en varias localidades de San Antonio del Sur, no se activaron los Consejos de Defensa y no avisaron a las comunidades debido a la falta de combustible. También nos comentaron que varias personas en paradero desconocido subieron a la montaña para resguardarse. ¿Qué hay detrás de estos hechos?
Guantánamo: los síntomas de la pobreza estructural
«Antes se producía bastante, hoy no hay fertilizantes ni hay recursos. Se cultiva menos. Todo el mundo se ha ido». Aseguró un residente del asentamiento Naranjo del Toa, una pequeña comunidad rural de Guantánamo. «Aquí no hay médico de familia», dijo. Los pacientes son trasladados en hamacas, balsas o «lo que aparezca». Mientras que la canasta básica es transportada con la ayuda de un mulo. «De la entrada para acá, el camino está muy malo. Lo hemos hecho a pico y pala», refirió.
Guantánamo es una de las provincias más empobrecidas del país, según informes gubernamentales. El 82 % del territorio provincial es montañoso y está conformado por diez municipios y 389 asentamientos de los cuales solamente 18 son urbanos.
En 2016, el fondo habitacional del municipio San Antonio del Sur era de 8 538 viviendas. Más del 50 % estaba en regular o mal estado.
Cifras más recientes de la provincia revelan que 168 540 guantanameros residen en comunidades vulnerables, según reportes estatales. En diciembre de 2023, existían 112 comunidades y más de 53 000 familias en situación de «desventaja social», uno de los eufemismos gubernamentales para referirse a la pobreza.
En medio de la mayor crisis económica del país, los datos de 2024 deben ser más preocupantes. La pobreza en estas áreas rurales no se limita solo a la falta de ingresos, sino que está profundamente entrelazada con la escasez de servicios básicos. Las comunidades enfrentan lo que los informes internacionales denominan «pobreza multidimensional», que incluye la falta de acceso a infraestructuras resilientes frente a fenómenos naturales.
¿Una zona en riesgo permanente?
De 2001 a 2010, al menos en 23 ocasiones, los pobladores de varias localidades guantanameras debieron ser evacuados por tiempo indefinido ante el riesgo de inundaciones. Los municipios más vulnerables son Guantánamo, Imías, San Antonio del Sur y Caimanera, según precisa una investigación de la Universidad de Oriente y la Universidad Federal de Santa Catarina en Brasil.
La carencia de condiciones para subsistir propicia una mayor migración interna dentro de la provincia. Pero los nuevos asentamientos, por lo general, no cuentan con la infraestructura básica. Como resultado de ese fenómeno, en 2021 se registraron 29 asentamientos muy precarios.
Los damnificados suelen construir las viviendas con lo que tienen a mano. Usan materiales de desecho y prescinden de servicios de acueducto, alcantarillado o electricidad en muchos casos, refiere el estudio.
Especialistas de Planificación Física advirtieron, además, que muchas comunidades están ubicadas en zonas bajas donde el drenaje superficial es deficiente.
El escenario de la provincia es catalogado de «multirriesgo», no solo por los peligros asociados con el clima, sino también por tener el menor Índice de Desarrollo Humano del país, según datos de 2016.
La investigación sobre riesgo de desastre en San Antonio del Sur concluyó que los viales, las redes eléctricas, los drenajes y el alcantarillado «son muy inconsistentes ante los embates de un fenómeno de esta naturaleza, por encontrarse ubicados en la primera línea de costa y por la característica montañosa en su vertiente norte, con zonas de muy difícil acceso».
Por otro lado, la infraestructura de las comunicaciones «está muy expuesta a los fuertes vientos». Otro de los problemas identificados es el posible derribo de torres de transmisión, antenas y líneas, lo cual provoca afectaciones en la telefonía pública, la transmisión de datos, así como en las señales de radio y televisión.
Octubre de 2024, ¿qué pasó en Imías y San Antonio del Sur?
«Ya desde el viernes sin electricidad nos cogió un ciclón y estábamos sin información. ¿Cuándo en este país se ha visto semejante barbaridad?», comentó una de las supervivientes del huracán en la página de Facebook de Primada Visión.
Las fotos del rescate en helicóptero de un niño guantanamero fueron utilizadas por la propaganda para hablar de la respuesta estatal al desastre. Sin embargo, otra damnificada afirmó: «todo eso se pudo evitar si hubiesen tomado las mismas medidas a tiempo. No se puede esperar que pase el majá para tirar el machete».
Varias localidades quedaron aisladas durante el impacto del huracán. Los escombros cortaron el acceso por carretera. El agua desbordada de los ríos penetró en las viviendas. Según videos compartidos en las redes sociales, las primeras labores de rescate estuvieron a cargo de los pobladores.
Armando Portela, editor de la revista Cuba Geográfica, aseguró que la región afectada es «extremadamente seca, similar a un semidesierto». Sin embargo, un fenómeno conocido como «sombra de lluvia» provoca que las precipitaciones se concentren en el lado norte de las montañas.
Portela también advirtió que la ubicación de estos pueblos (en un valle estrecho junto al río Sabanalamar) los hace vulnerables a inundaciones súbitas durante lluvias intensas. Es por esa razón que en décadas anteriores el Gobierno evacuaba de manera obligatoria a las personas y al ganado de la zona.
El experto dijo que el sistema de la Defensa Civil en Cuba ha enfrentado escasez de recursos y problemas de planificación en los últimos años. Por ejemplo, en 2017, la respuesta tardía ante el huracán Irma provocó inundaciones severas en La Habana.
En esta ocasión, más de 15 000 personas fueron evacuadas antes del impacto del huracán Oscar, según reportó el medio estatal Granma. Pero las inundaciones superaron las previsiones. Varias familias tuvieron que abandonar sus viviendas con urgencia debido a la crecida repentina de los ríos.
Tras las intensas lluvias, el embalse Los Asientos, de San Antonio del Sur, desbordó su vaso de 17.5 millones de metros cúbicos. El acumulado de precipitaciones en Guantánamo fue de 1 140 milímetros. Las inundaciones alcanzaron niveles extremos.
En un video difundido el 21 de octubre de 2024, en el perfil La Tijera, el cubano Noel Samón Méndez pidió ayuda para localizar a su hija y sus nietos, quienes viven en San Antonio del Sur. Noel relató la angustiosa conversación telefónica que mantuvo con ella en la madrugada del lunes, antes de perder el contacto.
«Mi hija tuvo que salir a medianoche porque la casa se inundó de repente. El refrigerador ya flotaba y tocaba el techo», explicó en el video. Añadió que su familia tuvo que refugiarse con urgencia en una segunda planta porque el agua subió rápidamente.
Antes de finalizar la transmisión, Noel denunció la ausencia de las autoridades en medio de la crisis. «El Gobierno no se presentó en ningún momento (...). Pedimos ayuda a los bomberos para que enviaran un bote, pero no apareció ninguno».
Otra señora reclamó a Díaz-Canel, durante su recorrido más reciente por Guantánamo, haber pasado varios días sin beber agua. Se trata de una prueba de que la ayuda y los recursos vitales demoraron en llegar más de lo debido a las comunidades afectadas.
¿En qué falló la respuesta estatal?
Este tipo de vulnerabilidad social y ambiental, como señalan estudios sobre la reducción de riesgos en América Latina, suele ser el resultado de políticas públicas inadecuadas y de una mala planificación territorial. Un informe del Lincoln Institute of Land Policy advierte que «la incapacidad de los Gobiernos para anticipar, articular y ejecutar políticas de suelo y vivienda bien diseñadas forma parte del problema».
La vulnerabilidad en estas áreas también está profundamente ligada a la ocupación informal de tierras y a la carencia de planificación urbana adecuada, lo cual es un patrón común en muchas regiones rurales de Cuba. La combinación de un acceso limitado a recursos, la pobreza crónica, y la constante amenaza de fenómenos naturales lleva a un círculo vicioso del que es difícil salir sin cambios estructurales en políticas de desarrollo y prevención de riesgos.
El huracán Oscar provocó lluvias torrenciales que desbordaron los ríos cercanos, causando inundaciones repentinas en zonas residenciales vulnerables. En esas localidades, donde gran parte de las viviendas están construidas con materiales de baja calidad debido a la pobreza, las casas no ofrecen resistencia ante eventos climáticos severos. Es posible que las muertes reportadas durante el huracán pudieran haberse evitado con una infraestructura más sólida y un sistema de alerta temprana más eficiente.
Entre las víctimas había varios ancianos mayores de 80 años y una niña pequeña, personas que, por su edad y sus condiciones de salud, debieron ser priorizadas en la evacuación. Pero nadie estaba allí para ellos.
Una investigación de científicos cubanos alertó que «se debe lograr que los dirigentes, cuadros, obreros y la población en general comprendan las amenazas» y creen una base de información local compartida que exponga claramente los riesgos y quiénes están más expuestos.
A pesar de que el Gobierno cubano afirma que la protección de los vulnerables es prioridad, los esfuerzos no han logrado transformar la realidad en zonas rurales. Hasta hoy, el enfoque estatal hacia las personas en situación de vulnerabilidad sigue siendo, en muchos casos, reactivo y asistencialista.
Numerosas denuncias de familiares y personas damnificadas demuestran que el sistema de alerta temprana falló. Incluso, un texto publicado en el periódico provincial Venceremos, el 24 de octubre de 2024, confirmó que gran parte de la población no sabía qué estaba pasando.
A pesar de los discursos oficiales sobre la necesidad de cambiar de un modelo asistencial a uno más transformador, la falta de acciones concretas ha contribuido a que estas comunidades permanezcan en estado de abandono. La falta de mantenimiento y modernización de las infraestructuras hidráulicas y de vivienda también es un factor que aumenta la fragilidad frente a los huracanes y otros desastres naturales.
Eventos climatológicos como Oscar hacen más evidente la brecha que existe entre la retórica oficial y la realidad de la vida en áreas rurales. La inacción frente a las necesidades básicas de infraestructura y la falta de políticas preventivas efectivas perpetúan el ciclo de pobreza y vulnerabilidad.
Si bien la naturaleza puede ser impredecible, las muertes y las pérdidas materiales en Imías y San Antonio del Sur demuestran que la vulnerabilidad social y económica no solo aumenta el riesgo de tragedias, sino que hace que sus consecuencias sean más devastadoras. Díaz-Canel repite que nadie quedará desamparado. Pero el desamparo llegó hace años a las comunidades rurales del oriente cubano. En las horas más duras del 21 de octubre de 2024, los pobladores de Imías y San Antonio del Sur estaban solos.
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