¿Qué dijo el ministro de Economía sobre el reordenamiento del mercado cambiario en Cuba?

Foto: elTOQUE.
La prometida reorganización del mercado cambiario cubano, que incluía el establecimiento de una tasa de cambio flotante en 2025, parece haber entrado en un compás de espera.
Durante el reciente noveno Congreso de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores (ANEC), el ministro de Economía y Planificación, Joaquín Alonso Vásquez, enfrió las expectativas al admitir la complejidad y los peligros de intervenir en la severa «distorsión» que sufre la economía cubana.
Frente a la promesa hecha por el primer ministro Manuel Marrero en diciembre de 2024, el titular de economía adoptó un tono mucho más cauto. Afirmó que, aunque «se analizan alternativas», el Gobierno debe «minimizar riesgos».
«Ya tenemos definidas las acciones para cada etapa, pero el riesgo es alto. Cualquier medida en este ámbito debe garantizar que la tasa de cambio no se dispare, algo muy difícil en un contexto con escasez de divisas y baja oferta mercantil», dijo.
Con sus palabras, el propio ministro vinculó la crisis cambiaria a la causa de fondo: la falta de producción y de oferta de bienes en el país.
El laberinto de las tres tasas de cambio
El «análisis de las propuestas» para unificar las tasas de cambio existentes en el país —para personas jurídicas, para particulares e informal— ha sido una justificación constante de las autoridades gubernamentales al referirse al asunto.
La «distorsión» que produce la coexistencia de, al menos, tres tipos de cambio para el peso cubano, fragmenta la economía y genera profundas desigualdades.
Varias empresas estatales (Etecsa, Consultoría Jurídica, etcétera) ofrecen sus servicios en divisas para emigrados y extranjeros, a una tasa de 1 USD por 24 CUP. Mientras, en los bancos y Casas de Cambio (Cadeca), a la población se le compra cada dólar por 120 CUP. En el mercado informal, donde se realizan las principales operaciones con divisas entre particulares, los valores superan los 370 CUP.
Esa multiplicidad crea un caos que beneficia a unos pocos y perjudica a la mayoría, en especial a quienes dependen de un salario estatal en pesos.
En diciembre de 2024, el economista cubano Pavel Vidal advirtió que la tasa de cambio flotante que el Gobierno pretende aplicar en 2025, para el canje de divisas a pesos cubanos en operaciones minoristas, no tiene precedentes en Cuba.
Según lo que se ha anunciado, este sistema funcionaría a través de las Cadecas y los bancos, y representaría la primera vez que la economía cubana —altamente centralizada y monopolizada por empresas estatales— adopta una tasa de cambio flotante que se actualizaría a diario.
Las preguntas, aún sin respuesta, apuntan a la contradicción fundamental del plan: ¿Cómo puede «flotar» libremente una tasa cuando el único intermediario financiero autorizado para la compraventa de divisas es el Estado a través de Cadeca y los bancos?
Para los analistas, más que una verdadera flotación de mercado, el plan parece ser un mecanismo de precios con alguna variabilidad, pero administrados por el Gobierno. Su objetivo no sería tanto estabilizar la moneda como competir con el mercado informal y tratar de captar las divisas que hoy circulan fuera de sus canales.
El control estatal, el verdadero obstáculo
Frente al hermetismo gubernamental, hay voces que proponen alternativas basadas en la apertura. El economista Mauricio de Miranda recordó que un mercado cambiario no tiene por qué ser exclusivamente estatal y que la participación del sector privado, a través de casas de cambio reguladas, es una práctica común en todo el mundo.
Según han explicado varios economistas, un mercado de este tipo no necesariamente tiene que ser estatal. En muchos países, las casas de cambio privadas operan bajo regulaciones claras, pagan impuestos y contribuyen al funcionamiento del sistema económico.
Incorporar al sector privado en los mercados cambiarios podría ser una solución viable para Cuba, siempre que se establezcan reglas transparentes y se garantice su funcionamiento institucional.
El principal obstáculo para implementar soluciones efectivas es la visión del propio Estado. «La política económica del Gobierno cubano, durante décadas, ha priorizado el control absoluto y el monopolio sobre todos los aspectos económicos», afirma De Miranda.
«Esta cultura centralizadora, concluye, es la que impide aplicar las reformas necesarias para fortalecer la moneda nacional y dinamizar la economía. Mientras esa visión no cambie, cualquier ajuste cambiario correrá el riesgo de ser un mero espejismo en medio de la crisis».


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Ana Mari Nieto