Una bella mansión de arquitectura moderna latinoamericana – supuestamente diseñada a partir de un boceto de Oscar Niemeyer- es donde Nayán Ramos y Maykel Medrano alojan las esperanzas de un futuro económico más sólido. Desde Camagüey, urbe que apenas empieza a despegar como destino turístico de ciudad, apostaron por abandonar sus trabajos estatales para iniciar una renta en la vivienda de él, y a pesar de que su mayor demanda de clientes la reciben vía Internet, no cuentan con acceso a este recurso para trabajar desde el hogar.
Por: Lianet L. López
Airbnb, por ejemplo, no es más que un vago concepto para esta pareja, pues aunque su casa está inscrita allí y se cotiza a un alto precio con respecto a la media de las rentas camagüeyanas, jamás han podido acceder al sitio ni gestionar su perfil.
Aunque su hostal Rocola Club está en unas 15 webs de reservaciones online, para ellos resulta inevitable citar a Airbnb, pues ese portal se convirtió en tópico para el sector hospedero cubano desde la apertura a la Isla que hizo en abril de este año la empresa norteamericana. Sin embargo, entre las complejidades asociadas a la conectividad en Cuba y la imposibilidad de los cubanos de poseer cuentas bancarias en Estados Unidos o de acceder a mecanismos de pago electrónico como PayPal o Visa, las potencialidades de Airbnb se reducen para Nayán y Maykel a un intercambio a ciegas.Cómo llegaron al gigante de las reservas online para hospedajes domésticos fue toda una sorpresa: “Simplemente recibí un correo de parte de una agencia para solicitar el permiso de incluirnos. Ellos se encargan de gestionar las reservas y pagarnos cuando envían a los clientes, o bien los propios huéspedes nos liquidan al cash cuando arriban”, explica Maykel, chico de pocas palabras como muchos informáticos (es graduado de la UCI en 2007), y que además se rinde pronto ante la avalancha de rápidas respuestas de su novia.
“Como un intermediario opera por nosotros, incluso los precios de las habitaciones que aparecen allí son superiores, y eso puede resultar contraproducente para nuestra imagen, pues en otros sitios web estamos con montos diferentes”, acotó Nayán, quien antes de colaborar con su novio en el negocio, trabajaba en INFOTUR, la agencia de información del Ministerio de Turismo (MINTUR) en Cuba.
Conocedora de la importancia de las relaciones públicas, del marketing y de la imagen corporativa en este sector tan competitivo, Nayán no se conforma con la posibilidad de acceder a la red desde los puntos de conexión Wi-Fi o las salas de navegación de ETECSA. Es hasta ahora una opción demasiado cara para estos jóvenes, pues la gestión óptima de su imagen en Internet no implica solo chequear las reservas del día, sino también desarrollar una publicidad online que los diferencie dentro del amplio mercado de rentas privadas, y eso conlleva tiempo de trabajo y conexión.
Además, está la otra cara de la moneda, cuando los clientes piden conectarse desde la casa y no podemos proveer ese servicio.
Graduada de la Universidad de La Habana en Lenguas Extranjeras, ella decidió abandonar el ejercicio de su carrera pues no contaba allí con la seguridad de una plaza fija luego de su tercer año en adiestramiento. Pero la experiencia adquirida en el sector fue vital al emprender la administración del hostal Rocola Club, complementado con un restaurante del mismo nombre en la planta superior. Ya el hermano mayor de Maikel había dado el paso hacia el “cuentapropismo” unos años antes, cuando asumió como administrador de ese restaurante, “por lo mismo que otros universitarios dejan sus carreras y se hacen mecánicos, choferes o gastronómicos: para alcanzar una estabilidad económica que con el salario estatal no da”.
Hoy las experiencias profesionales de Maykel y Nayán complementan el nuevo oficio.
Él aplica la Informática en la gestión financiera, y ella sus conocimientos del ámbito turístico para elevar el estándar de las habitaciones y el protocolo en la atención, una manera de hacer menos desventajosa la competencia entre ellos y el sector estatal.
La convivencia de ambos tipos de propiedad ha dejado de ser conflictiva (como en sus inicios) para cargarse de sinergias, pues los arrendatarios privados, unos 11 mil en toda Cuba, constituyen un complemento a la capacidad hotelera estatal de unas 63 mil habitaciones, colapsada en oportunidades, como es en el caso de Camagüey, ante el creciente interés internacional generado por la Isla caribeña en los últimos años.
Con esas y otras contradicciones comunes al emergente sector cuentapropista, Nayán y Maykel esperan porque en 2016 se confirme como cierto el rumor de que los arrendadores serán priorizados para acceder a la conexión ADSL desde los hogares. La baja tasa de conectividad en Cuba es una realidad a la cual, por la prosperidad de su negocio, ellos no quieren pertenecer más.
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