Foto: Perfil de Facebook de Alina B. López Hernández
Segundas lecturas de una arbitrariedad
10 / abril / 2023
Nota de equipo editorial: La profesora Alina Bárbara López Hernández fue detenida en Matanzas y posteriormente liberada el 6 de abril de 2023, luego de protestar pacíficamente por la detención del escritor Jorge Fernández Era ese mismo día. elTOQUE reproduce con autorización de la autora, el siguiente testimonio originalmente publicado en el perfil de Facebook de López Hernández.
El 6 de abril de 2023 fue aleccionador. Nada como experimentar en carne propia para juzgar bien. Las notas que redacté esa noche, de prisa, no ofrecían un análisis sino información para tranquilizar a amigos y seguidores en redes sociales. Hubo, sin embargo, lecturas más profundas que hacía en el mismo instante en que sucedían los acontecimientos, pero como un análisis no debe ser emocional, esperé para procesarlo con la mayor objetividad.
El «diálogo»
La conversación que sostuve en el Gobierno Provincial con alrededor de diez personas —funcionarios del Partido Comunista de Cuba y el Gobierno de la provincia de Matanzas, y el Director Provincial de Cultura—, me convenció de que la negativa al diálogo y la tozudez de los dirigentes cubanos en seleccionar interlocutores confiables, tiene una razón de peso: no poseen argumentos para contrarrestar los que se le plantean. Están preparados para vociferar «Patria o Muerte» o «Yo soy Fidel», si se les grita «Patria y Vida». No más.
No eran capaces de explicarse ni de responder preguntas. Se les notaba nerviosos, incómodos. No sostenían la mirada cuando les hablaba. Demostraban una mezcla de desconcierto y temor. Intentaron en varias ocasiones mover la conversación al terreno personal, especialmente un señor mestizo y fornido, que dijo ser natural del municipio de Perico, tener 54 años y conocer a mi padre y el lugar donde vivió en Jovellanos.
Me miraba fijamente y se sentó en diferentes ángulos para observarme mientras interrumpía a los funcionarios, a pesar de que no se presentó con un rango afín o superior a ellos. En el fondo me divertía esa estrategia, como profesora que fui de Historia Contemporánea de Europa he leído bastante sobre los órganos de Seguridad del Estado (SE) en el antiguo campo socialista, y era típico lo que intentaban: cambiar la conversación para obtener información sobre mí y elaborar un perfil psicológico con fin de identificar flancos vulnerables. Creo que no consiguieron muchos datos de utilidad; yo en cambio sí.
Por ejemplo, el funcionario que atiende la esfera ideológica del Partido titubeaba, se sonrojaba y miraba azorado cuando dije que el Partido y el Estado no se habían preparado para lidiar con un cambio de época, en que la aprobación de una Constitución que establece derechos de libertad de expresión, manifestación y asociación, entre otros; unida a la posibilidad de interpelar desde abajo por esos derechos debido a la existencia de Internet y las redes sociales, y en medio de una situación de enorme pobreza, abandono de políticas sociales y tensiones políticas, llevarían a actos como el que yo hacía en el parque. ¿Qué esperaban ustedes que iba ocurrir en un escenario así? ¿Cómo aprobaron derechos que son impracticables en un modelo discriminatorio y carente de la libertad de disentir? ¿Cómo piensan lidiar con el disenso político? Silencio en la sala.
Les aclaré que la Constitución me otorgaba ese derecho, por ende lo que estaba haciendo era legal y ellos no debían obstaculizarlo. Su argumento de «eso no es así» resultaba patético. Sonaba como un niño obstinado. Pero no respondió mis preguntas: ¿cómo es entonces? Dijo que «no se podía sacar un cartel» y le pregunté que dónde se estipulaba ese requisito. Argumenté que un cartel lo que no podía era llamar a la violencia, a un levantamiento armado contra el Gobierno, porque sería ilegal, pero pedir la libertad de una persona, o de cientos de presos políticos que existen en Cuba u otras demandas no es un delito. Pedí que me explicara lo que entendía por manifestación pacífica y tampoco contestó.
La funcionaria que atiende la Defensa expresó que venían de un recorrido desde Unión de Reyes. Era joven, se le notaba agotada. A pesar de su interés en el financiamiento de La Joven Cuba (LJC), encaucé la conversación hacia lo mucho que habían aumentado la pobreza y el deterioro social y el catalizador que fue la Tarea Ordenamiento en el estallido social del 11J de 2021.
Le solicité se interesara por Mairiobis Zamora, madre de siete hijos que vive en condiciones de hacinamiento y pobreza. Hace más de dos años su caso se presentó en LJC y jamás se le ha entregado una vivienda del publicitado programa presidencial para mujeres con más de tres hijos menores. Prometió averiguar, pero ni siquiera anotó el nombre. Solo le preocupaba saber si yo iba a regresar al parque. Dije siempre que sí y eso lo decidió todo.
No quieren hablar porque no tienen qué decir. Recordé algo que escribiera a finales de julio de 2021 en mi artículo: Cuba: el Partido único ante la crisis:
«Un partido político que gobierne en solitario, no compita con otra organización, ni deba presentarse a un proceso electoral para ser ratificado, pareciera tener una gran ventaja. Paradójicamente, esa prerrogativa es, al mismo tiempo, su mayor debilidad.
No tener que negociar el poder, dar por sentado que no le será disputado, despliega a nivel político una perniciosa actitud que supone inaceptable cualquier indicio de presión social y, cuando ella ocurre, la reacción consiguiente muestra una ineptitud absoluta bajo un disfraz de temeridad».
No me negué a dialogar, los traté en todo momento con respeto. Sin embargo, los que «aman el amor y odian el odio», también aborrecen los derechos que otorga a la ciudadanía la Constitución que ellos mismos redactaron.
A petición de mi nervioso Director de Cultura, que pegado a su móvil decía llamar constantemente al Ministerio (evidentemente no al de Cultura), crucé a la Sala White a esperar una respuesta. Allí me tenían preparada la encerrona. O eso creían ellos.
El atropello
Los infamantes minutos en que mi hija, mi yerno y yo fuimos atropellados por los agentes de SE que pretendían llevarme por la fuerza, es algo que prefiero borrar de la memoria, aunque será difícil. Sepan los cuatro que, a pesar de todo, sentía más vergüenza por ellos, por la vileza que cometían, que por mí. Yo solo conservo moretones en los brazos, no odio. Aquí los odiadores son otros. No obstante, lo peor no fue eso, a fin de cuentas he visto actos de represión más brutales contra otras personas.
Allí ocurrió algo muchísimo más grave que quiero denunciar ante la opinión pública de Cuba y el mundo. Por mucho que trato de recordar, no creo que tenga precedentes. En ese mismo lugar donde fuimos vejados, a pocos metros y presenciándolo todo, ¡estaban los funcionarios del Partido y el Gobierno Provincial con los que acababa de «dialogar» pocos minutos antes! Salieron poco a poco de la oficina del Gobierno y se habían sentado en el patio-cafetería de la Sala de Conciertos.
Cuando llegué estaban ahí, conversando y mirándome mientras tomaba el refresco que se me brindó. Me paré para ir al baño antes de cruzar de nuevo al parque e imaginaron que iba a salir, entonces se pararon y fueron a la entrada para avisar a los agentes que podían proceder. Todos vieron. Todos escucharon los gritos. Además de que la Sala White, por su posición central en el Parque, se divisa claramente desde las sedes del Partido y el Gobierno.
Junto a los Oficiales de la PNR que fueron llamados poco después para detenerme, también estaban varios de esos funcionarios, entre ellos, la que dirige la Oficina de Atención a la Población en el Gobierno y una del Partido provincial, de nombre Rebeca, que no había estado en el diálogo pero que ha «atendido» por años la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba y la Dirección de Cultura.
Es demasiado el simbolismo de ese acto, lo que revela. La SE y la PNR, a solicitud y en presencia de funcionarios del Partido y el Gobierno, atropellando y deteniendo por ejercer un derecho constitucional que ellos están obligados por ley a proteger, a una intelectual, la única mujer residente en Matanzas que es miembro correspondiente de la Academia de la Historia, miembro asimismo de la Uneac. A una persona pacífica, respetuosa, con una cultura jurídica que le permite discernir estas violaciones. ¿Qué no harán con otros menos conocidos, menos preparados? ¿Qué no han hecho por años?
¿Quién mandaba a quién? ¿El Partido a la SE, o viceversa? Eso no hace la diferencia, como me comentó un amigo. La cuestión es que rememoremos aquella frase de José Luis Toledo Santander ante la Asamblea Nacional en la discusión del proyecto constitucional: «la Constitución no le puede trazar directrices al Partido». ¿Qué Estado de derecho socialista ni qué ocho cuartos?
Como recordó otro amigo, coincidencias de la historia, en esa misma fecha de 1952, poco después del golpe de Batista, un grupo de estudiantes había enterrado simbólicamente la Constitución del 40. Desgraciadamente es una coincidencia aparente, pues la Constitución de 2019 tuvo peor destino: nació muerta. Es imposible su aplicación.
Y ya que, según palabras del jurista y profesor René Fidel González García: «La libertad no tiene sentido si no es para ser ejercida», el día 18 de cada mes —como hice en marzo a propósito del centenario de la «Protesta de los Trece»— me sentaré cerca de las estatuas de Martí y la Libertad en demanda de varios puntos, el primero de ellos es la convocatoria a «una Asamblea Nacional Constituyente elegida democráticamente para redactar una nueva Constitución aplicable en todas sus partes».
Estaré en esas fechas durante una hora, sin carteles. Cuando corresponda en días laborables será de 5:00 a 6:00 p.m., los no laborales de 9:00 a 10:00 a.m. Teniendo en cuenta lo ocurrido el 6 de abril y los niveles de complicidad del aparato partidista, hago responsables ante la opinión pública cubana e internacional, ante los medios e instancias diplomáticas, de cualquier cosa que pueda sucederme a partir de ahora (desde un acto de repudio, una golpiza, un asalto, una caída de un motor o un accidente, entre otras), a los máximos dirigentes del PCC a nivel nacional y provincial: Miguel Díaz-Canel Bermúdez y Susely Morfa, y a los órganos de SE, que son su brazo represor.
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