Mi esposa dice que ella es Moby Dick. Mi esposa en realidad no es mi esposa, sino mi «pareja estable», que es como se le dice en Barcelona a las «parejas de hecho», formas modernas del antiguo concubinato.
Mi pareja y yo vimos hace unos meses la película Moby Dick, dirigida por John Huston en 1956 y protagonizada por Gregory Peck. Cuando terminó el filme, ella, que ya tenía un embarazo avanzado en ese momento, dijo que era Moby Dick porque tenía una barriga grande, que todavía crecería mucho más.
He visto a Rachel transformándose durante nueve meses. Su cuerpo, sus gestos, su andar, sus habilidades físicas, su forma de dormir; todo ha cambiado en ella. También la he visto, por momentos, más callada, más pensativa, más triste, más asustada, más insegura de todo lo que le rodea, más angustiada.
He estado todo el tiempo aquí, a su lado, pero no he experimentado su estado en ningún momento. También debo decir que Rachel no ha dejado de reír en estos meses, ni de ser solícita y obsesiva con el cuidado de su hija mayor, que es una niña de cinco años; y ha trabajado, caminado, subido escaleras y montado metros y trenes hasta hoy, cuando ya tiene 41 semanas de embarazo.
Hemos hablado mucho en estos nueve meses. Hemos tratado de entender, a veces hablando de otros temas que en realidad son ese mismo asunto, por qué decidimos tener juntos esta niña, que al fin sabemos que se llamará Alicia.
Yo he tratado de no ser el ballenero enloquecido que la persigue sin parar, pero seguro algunos arpones le he lanzado.
Moby Dick es una ballena legendaria, que cuando asoma su lomo en el mar, deja ver un bosque de arpones y heridas, que son la prueba de las sobrevidas que ha tenido y de su fuerza para seguir.
Rachel es mi ballena mítica. Ella es libre y poderosa. No le importa mirar con sus ojos que han visto tanta locura y tanto dolor.
Yo la observo cuando duerme, como si estuviera vigilando a una ballena blanca que en cualquier momento puede saltar, sumergirse y desaparecer.
Solo ella puede compararse con Moby Dick. Solo ella puede bromear con la forma de su cuerpo tras meses de embarazo, de várices nuevas, de pies inflamados, de dolor en lugares insospechados. Yo solo veo al ser de película, al ser de novela y también quisiera atraparla, pero es imposible.
Estamos juntos en esta casa, ella y yo. No sé si Rachel me arrancó una pierna en otra vida y por eso la busco todavía. Vamos a estar juntos cuando nazca Alicia. Hasta ahora, la nueva hija de Moby Dick no da señales de querer salir a esta otra luz. No quiere ver el mar azul todavía. Dice mi madre que Alicia no quiere dejar su país de las maravillas.
No somos una pareja estable porque estamos bien en el vaivén del mar. Ella dice que es Moby Dick. Yo digo que la busco cada día, aunque la vea a mi lado. Quiero ir con ella por todos los océanos, aunque sea para dar testimonio de su libertad.
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