Columna Inbox
Inbox es una columna de opinión a dos voces. Las epístolas son una forma de alcanzar la inmortalidad. Además, son un ejercicio reflexivo que incluye el chisme en todo su potencial.
Amanda y Curbelo, desde fronteras diferentes, nos hablan sobre cómo funcionan sus mundos, a través de las cartas que se envían y, de paso, quieren jugar a ser inmortales. Quieren jugar a ser famosos.
Están siendo días muy raros: los de más represión, pero también los más libres desde que tengo conciencia de la situación política de Cuba.
Llevo una semana un tanto alterada debido a las nuevas regulaciones que el Gobierno cubano publicó en la Gaceta. Entre ellas, la que más me impactó fue la del Artículo 28.
El día antes de las elecciones, el 2 de noviembre, había empezado en La Habana el curso escolar. El problema real para mi es ahora es que mi enano tiene un solo par de tenis y le quedan justos. Justos justísimos.
Tenemos la tan jodida mala suerte de que se empalmaron esos dos acontecimientos y, como siempre, Estados Unidos se llevó el protagonismo. Siempre el primer mundo tiene más protagonismo. Siempre sus cosas son más importantes, tienen más relevancia.
Otra razón por la que me desespero es por el problema de la propuesta de comer tripas y vísceras. Acá en México comer tripa es un placer, es un lujo, es un platillo en tacos o en cemitas que la gente disfruta y siempre anhela.
Estoy cansado de hablar de Cuba, de despertar en Cuba, de mirar Cuba, de analizar Cuba, de nunca haber querido huir de Cuba y de todavía no querer hacerlo.
Hay cierto fatalismo que absorbe a zonas de La Habana. Un fatalismo relacionado con los objetos, con el consumo. Todo se les rompe.
Yo he visto a mucha gente perder la casa y quedarse en el aire. Con lo que tienen puesto. Después de un ciclón, después de un tornado, después de un aguacero. O porque un día el techo no aguantó más. Y he tratado de sentir lo que sienten, pero nadie sabe nunca lo que es la pérdida y el desamparo hasta que uno se acuesta teniendo algo y se despierta sin nada.
Es más fácil lidiar con armas blancas pero siempre hay que huir de la miseria, Amanda. Del hambre y de esa otra miseria espiritual que te digo. De cualquier tipo.
A Amanda Rosa los secuestros le cambiaron su perspectiva de la vida. En México casi todos los días hay un secuestro.
Siempre te pido que cambies a Whatsapp porque tengo amigos a los que han amenazado con fotos privadas y conversaciones de Messenger. Eso quiere decir que todo el tiempo alguien nos lee desde una oficina del Ministerio del Interior. Debe aburrirse mucho. Tú y yo hablamos puras estupideces, chismes y bretes de literatura.
Aún no entiendo bien cómo funciona eso de Whatsapp en la isla y tú no me acabas de explicar bien. Aprovecho y te envío este correo a ver si, con calma, respondes mis dudas y me entero de qué has pensado, lentamente, por estos días.
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Inbox es una columna de opinión a dos voces. Las epístolas son una forma de alcanzar la inmortalidad. Además, son un ejercicio reflexivo que incluye el chisme en todo su potencial. Amanda y Curbelo, desde fronteras diferentes, nos hablan sobre cómo funcionan sus mundos, a través de las cartas que se envían y, de paso, quieren jugar a ser inmortales. Quieren jugar a ser famosos.
Están siendo días muy raros: los de más represión, pero también los más libres desde que tengo conciencia de la situación política de Cuba.
Llevo una semana un tanto alterada debido a las nuevas regulaciones que el Gobierno cubano publicó en la Gaceta. Entre ellas, la que más me impactó fue la del Artículo 28.
Otra razón por la que me desespero es por el problema de la propuesta de comer tripas y vísceras. Acá en México comer tripa es un placer, es un lujo, es un platillo en tacos o en cemitas que la gente disfruta y siempre anhela.
Yo he visto a mucha gente perder la casa y quedarse en el aire. Con lo que tienen puesto. Después de un ciclón, después de un tornado, después de un aguacero. O porque un día el techo no aguantó más. Y he tratado de sentir lo que sienten, pero nadie sabe nunca lo que es la pérdida y el desamparo hasta que uno se acuesta teniendo algo y se despierta sin nada.
Siempre te pido que cambies a Whatsapp porque tengo amigos a los que han amenazado con fotos privadas y conversaciones de Messenger. Eso quiere decir que todo el tiempo alguien nos lee desde una oficina del Ministerio del Interior. Debe aburrirse mucho. Tú y yo hablamos puras estupideces, chismes y bretes de literatura.
El día antes de las elecciones, el 2 de noviembre, había empezado en La Habana el curso escolar. El problema real para mi es ahora es que mi enano tiene un solo par de tenis y le quedan justos. Justos justísimos.
Estoy cansado de hablar de Cuba, de despertar en Cuba, de mirar Cuba, de analizar Cuba, de nunca haber querido huir de Cuba y de todavía no querer hacerlo.
Es más fácil lidiar con armas blancas pero siempre hay que huir de la miseria, Amanda. Del hambre y de esa otra miseria espiritual que te digo. De cualquier tipo.
Aún no entiendo bien cómo funciona eso de Whatsapp en la isla y tú no me acabas de explicar bien. Aprovecho y te envío este correo a ver si, con calma, respondes mis dudas y me entero de qué has pensado, lentamente, por estos días.
Tenemos la tan jodida mala suerte de que se empalmaron esos dos acontecimientos y, como siempre, Estados Unidos se llevó el protagonismo. Siempre el primer mundo tiene más protagonismo. Siempre sus cosas son más importantes, tienen más relevancia.
Hay cierto fatalismo que absorbe a zonas de La Habana. Un fatalismo relacionado con los objetos, con el consumo. Todo se les rompe.
A Amanda Rosa los secuestros le cambiaron su perspectiva de la vida. En México casi todos los días hay un secuestro.