El burro que sube buscando el barrio de la Loma de los Chivos en Trinidad, viene manejado por José, futuro padrastro de Jesús, el Mesías. Es 19 de diciembre de 2016. Este José, sin embargo, no rebasa los 17 años.
Es un José mestizo, joven mulato criollo, que de un metro 60 centímetros de estatura y con un físico todavía un tanto infantil. Viene con María, una María de 12 años rubia como pocas en este país caribeño. Cabalgan con una bocina y medio centenar de niños y jóvenes, algunos ancianos y el sacerdote de la parroquia al son de los clásicos villancicos navideños.
María y José piden posada durante los días previos a la Nochebuena, en espera del 25 de diciembre, día oficial de la Navidad para la Iglesia Católica. Pero si José (Liosdany Cidrón Jiménez) hace el periplo con una sonrisa garabateada en el rostro, es porque los tiempos han cambiado. Porque tres Papas católicos han pasado por tierra cubana en menos de dos décadas, porque se ha restaurado un poco la tormentosa relación Iglesia-Estado en Cuba.
“Esta es la forma que tenemos de dar un mensaje de bien para la gente, sin necesidad de discursos. Es una manera de invitarlos a vivir la Navidad”, dice en esta noche fresca, y por momentos se distrae con las personas que se asoman en las ventanas y los turistas que hacen fotos.
“Oye como los niños anuncian que viene el burrito”, me recalca quien también es un joven estudiante de técnico medio en Contabilidad.
—¿No te avergüenza un poco salir así por las calles?
—La verdad estoy un poco viejo para esto. Recuerdo que a los 12 años no quería, porque los compañeros de aula y del barrio, al verme vivir mi fe, me veían como algo extraño. Ahora me ven en una fiesta compartiendo con amigos y se pasman más. Pero perdí la pena, porque he aprendido a ver el mensaje humano que uno transmite, más allá incluso del mensaje cristiano”.
Las posadas navideñas son una celebración oriunda de México e introducida en Cuba, en Trinidad, en la década de 1940. Son nueve días antes de la Nochebuena en que se recrea el periplo de María y José hasta Belén, cuando estaban a punto de dar a luz a Jesús y pedían posada en cada casa.
Las de Trinidad, hoy, constan de un periplo parecido, se dramatiza la petición de albergue, se lee un pasaje bíblico y se reflexiona entorno a problemáticas actuales afines: incluso la cuestión de los refugiados en Europa, por poner un ejemplo, se ha debatido aquí.
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Mercedes Betancourt Echemendía ha vivido sus cinco décadas vinculada al servicio de la Iglesia Católica. Hoy dirige el coro de la Parroquial Mayor Santísima Trinidad y cuenta orgullosa que su madre rescató la celebración de las posadas navideñas.
“Después del 59 hubo un impasse pues por las razones que todos conocemos este tipo de celebraciones quedaron olvidadas. En el año 82 u 83, los miembros del consejo parroquial nos aventuramos a rescatar la Navidad. Pero la Iglesia vivía en un estrato muy discreto en la sociedad”.
Escondidas en una caja llevaban imágenes de María y José hasta la casa seleccionada (una casa de un miembro de la comunidad) y allí se reunían a orar, cantar, y hasta bailar… procurando que la alegría no saliera por el marco de la puerta principal.
“El 24 de diciembre hacíamos una posada especial que trajera de vuelta la celebración de Nochebuena. De ahí íbamos a la misa del Gallo en la Iglesia. En esa fecha no había feriado, la gente no ponía arbolitos. No estaba prohibido, pero practicar alguna religión provocaba miradas enconadas a los ojos de las autoridades y alguna que otra represalia. Como no era interés buscarnos problemas, todo surgía discreto”.
A partir de los años 90, la manifestación de la fe tuvo un punto de giro en todo el país producto de la profunda crisis económica que se vivía. Las personas empezaron a acudir más a la iglesia. Surgieron iglesias nuevas y, en general, la tolerancia aumentó. La visita del Papa Juan Pablo II a Cuba, en el año 1998, devolvió a los cubanos la fiesta del 25 de diciembre.
La Navidad cobró bríos populares y los católicos salieron a pedir posada a las calles. Por entonces ya era una fiesta de jóvenes. Nunca pidieron permiso, ni siquiera hoy. Cantan, tocan pandereta, rezan. De un año a otro la celebración se transformó en un evento folclórico, que no pasó desapercibido en la ciudad y que ya tiene ecos en Cienfuegos, La Habana, Camagüey…
“No se puede pasar por alto la propuesta del turismo. Eso influye en la permisividad de las autoridades. Ahora también es una oferta cultural para ellos”, reflexiona Mercedes Betancourt.
comentarios
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LIBORIO
http://www.14ymedio.com/nacional/arzobispo-Habana-quiere-socialismo-progrese_0_2024797511.html
QUE RASON TENIA HATUEY ! A ESTOS CURAS HAY QUE DARLES CANDELA.
VAN A DAR LA MISA EN MERCEDES Y QUIEREN QUE TU LLEVES A TU MUJER EN BURRO PARIR SIN COMADRONAS Y EN VES DE CUNA UN
PESEBRE DE PAJA COMO A UN TERNERO.
LE RONCA LA BERENJENA.
HACE FALTA QUE LLEGUEN LOS EXTRATERRESTRES PARA QUE SE LES ACABE EL CUENTO.