En enero de 2025, a solo unos días de tomar el poder, el presidente electo Donald Trump anunció la congelación de los fondos de ayuda exterior de Estados Unidos. La noticia conmocionó a miles de periodistas y medios independientes en todo el mundo. Desde entonces, muchas redacciones pequeñas se han visto obligadas a cerrar o a disminuir sus actividades; colegas en Ucrania, Afganistán, Venezuela, Argentina, México y Cuba, entre otras muchas naciones, han perdido su trabajo.

Gran parte de esta financiación venía de una misma agencia, la Usaid, aunque también hay otras entidades que canalizaban la cooperación, como el Buró de Democracia, Derechos Humanos y Trabajo, del Departamento de Estado, Embajadas de Estados Unidos y National Endowment for Democracy (NED); la cual, sin ser una agencia federal, también ha caído en el desmontaje de la ayuda internacional de Estados Unidos, encabezada por el «asesor especial del presidente», Elon Musk, líder del extraoficial Departamento de Eficiencia Gubernamental.

Según Reporteros Sin Fronteras, en 2023 la Usaid brindó apoyo a 6 200 periodistas, 707 medios no estatales y 279 organizaciones de la sociedad civil dedicadas a fortalecer la prensa independiente. Para 2025, el Congreso había autorizado un presupuesto de 269 millones de dólares para respaldar a los medios independientes y garantizar el «libre flujo de información». La NED, por su parte, tenía más de 2 000 organizaciones beneficiarias por el mundo. 

Ante este evento, los medios que por el momento sobreviven se han visto en el predicamento evolutivo de «adaptarse o morir». Encontrar nuevas formas de financiamiento y nuevos modelos de negocio para la prensa es crucial; el estado actual de las cosas en el mundo demuestra que el periodismo con vocación cívica debe seguir. No es de extrañar que tantos autoritarios, gente que supuestamente tiene ideologías tan diferentes, estén contentos con este golpe.

En nuestro caso, la parálisis nos afecta, aunque no teníamos contratos con Usaid. No obstante, ya lo hemos dicho, la actual interrupción alcanza el 50 % del presupuesto que teníamos previsto para 2025 y, en consecuencia, hemos tenido que cerrar 15 contratos del personal principal de nuestra organización (la mitad), además de decenas de contratos eventuales que teníamos con creadores de contenidos freelancers. Estamos perdiendo colegas muy valiosos que han puesto el cuerpo a la represión del Estado cubano y han hecho que elTOQUE merezca el reconocimiento que hoy tiene. Son días de enorme tristeza. 

La desinformación cuesta vidas. Lo vemos a diario. El mundo sin el contrapoder de la prensa es un mundo a merced de los poderosos. En Cuba sucede igual: desde hace más de 65 años el control de todo cae en manos de los mismos. El ecosistema que desmontó la hegemonía comunicacional del régimen cubano está en gran peligro.

Pero, ¿qué se puede hacer? El politólogo e historiador Óscar Grandío Moráguez definió con vista preclara en 2021 un remedio que podría ser efectivo: «Dona a tu medio independiente favorito».

«La solución pasa necesariamente por la diáspora», escribió Grandío Moráguez. «Esta, que consume y disfruta, junto a los cubanos en la isla, los contenidos de calidad generados por estos medios, tiene la capacidad financiera para apoyarlos. La imposibilidad de estas plataformas digitales contestatarias para generar mecanismos de cobro por suscripciones —dado que el principal público se encuentra en Cuba— hace que la filantropía y la publicidad digital sean básicas para su mantenimiento e, incluso, la posibilidad de ampliar su capacidad operativa».

«Aquellos que desde el exilio leemos, escuchamos o vemos contenidos gratuitos hechos por y para cubanos, tenemos el deber moral y ciudadano de contribuir según nuestras posibilidades económicas para que estos medios y plataformas de contenido puedan seguir operando (...). Dona a tu medio independiente digital favorito. Con ellos funcionando, la dictadura cubana no puede durar mucho más», sentenció.

La prensa independiente cubana ha apelado, desde antes del zarpazo a la cooperación estadounidense, a las donaciones como forma de rellenar el bache creado por la congelación de los fondos. Medios como Diario de Cuba, Cubanet, El Estornudo, Havana Times, Alas Tensas y Árbol Invertido o 14yMedio tienen opciones activas en las que piden a su audiencia donativos para continuar su trabajo. elTOQUE tiene habilitadas donaciones a través de PayPal y el sistema de membresías en YouTube.

Es una movilización que, de manera orgánica, ha sumado a otros miembros de la sociedad civil. La cantante Haydée Milanés, hija del fallecido trovador Pablo Milanés, escribió el 20 de febrero de 2025: «El papel que han jugado estos medios ha sido medular en el despertar que está viviendo nuestra nación. ¡APÓYALOS!».

Quizá el mayor obstáculo a vencer sea la propia relación de la diáspora cubana con la prensa. Las donaciones de dinero no son comunes, tampoco nosotros, como comunidad, estamos acostumbrados a pagar por contenidos. El pedido de ayuda es un acto que algunos —no pocos— miran con recelo, pero es un acto legítimo. Las redacciones del mundo llevan décadas apelando a la generosidad y la responsabilidad cívica de sus lectores. 

«Todos los periodistas independientes cubanos y activistas de derechos humanos con los que he hablado en los últimos días están preocupados por el cierre de los fondos de la cooperación internacional de Estados Unidos y el impacto que tendrá sobre sus medios y organizaciones», expuso la investigadora y ensayista Hilda Landrove. «Todos, sin embargo, en medio de los reacomodos necesarios, continúan trabajando con menos o con nada. Lo hacen sabiendo que la labor que realizan es vital: dar voz a una sociedad atenazada bajo el yugo totalitario, dar cuenta de la falsedad de la “realidad” que insiste en construir la propaganda estatal, revelar las maniobras del poder tiránico, y poner en la discusión pública los temas de preocupación de una gran parte de ese país disgregado y fragmentado que somos».

«Los recursos, monetarios y de todo tipo, no son un fin, sino un medio, y es de agradecer que haya una prensa y un grupo de organizaciones de derechos humanos que lo tengan claro e insistan, a pesar de los obstáculos, en seguir adelante».