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Foto: elTOQUE.

Cocinar en apagón y conservar alimentos sin electricidad, dos odiseas diarias en Cuba

13 / octubre / 2022

La electricidad es crucial en la vida doméstica: para producir, procesar y conservar alimentos; para la iluminación que requiere la cocción, la refrigeración de los productos perecederos, el funcionamiento de electrodomésticos; incluso, para el almacenamiento y el fluido del agua potable necesaria para la elaboración de la comida. Garantiza también la cocina institucional (escuelas, centros laborales…) y comercial (cafeterías y otros puestos de venta), así como ejercicios de sobrevivencia y resiliencia en tiempos de crisis e incertidumbre.

Cocinar es una actividad central en la cultura cubana. Dispone, según las tradiciones, dos platos calientes al día mediante una cocción por lo general lenta. Sin embargo, debido a la actual crisis energética nacional, las diferentes formas de elaboración de alimentos en la familia cubana se han visto seriamente intervenidas.

Durante las dos décadas de la «Revolución Energética» en Cuba se instalaron prácticas modernas y seguras, pero dependientes de electrodomésticos y fluido energético para su funcionamiento. La precaria capacidad de generación eléctrica del país afecta la seguridad alimentaria.

Los hogares tienen hoy menor capacidad de improvisación, experiencia, recursos o espacio para la usabilidad de soluciones alternativas frente a los apagones. 

La inseguridad energética y la alimentación

Aunque hace unas semanas Cuba sufrió un apagón masivo provocado tras el paso del huracán Ian por las provincias occidentales, desde marzo de 2022 existen cortes de electricidad diarios en el sector residencial —con excepción de La Habana—, con una duración de entre cinco y doce horas. Como consecuencia de los apagones (que a menudo coinciden con horarios pico), las familias cubanas han visto limitada su capacidad de cocción por lo que han recurrido a alternativas para preservar los alimentos (productos encurtidos y adobo en naranja agria, o cocinar por adelantado con leña y carbón vegetal, en las zonas más apartadas).

Durante este período se han conformado grupos de WhatsApp, Facebook y Telegram bajo los nombres «Apagón en Cuba», «Programación de Apagones en Cuba», «Apagones Cuba» o «Apagones en Cuba Hoy», para ayudar a informar el esquema de cortes de electricidad dispuestos por la Unión Eléctrica (UNE).

Entre las principales preocupaciones de los usuarios de estos espacios se encuentran: el bienestar de los menores de edad del hogar (ventilación nocturna), la durabilidad de los electrodomésticos durante cortes continuos e imprevistos, las formas de garantizar los alimentos y los horarios de ingesta, y el acceso a la atención médica durante esas horas (en ese orden).

Los comentarios van desde temas puntuales (formas de iluminación durante la cocción: cocinar con velas, con la luz del celular —a pesar de consumir la energía para las telecomunicaciones—, con lámparas de mesa improvisadas y alimentadas con petróleo) hasta estrategias específicas sobre cómo cocinar con carbón en patios traseros y formas de ahorrar el gas licuado para emergencias.

Sobre la imposibilidad de esto último, una entrevistada residente en La Habana comenta que ha habido poco abastecimiento de gas licuado (el de balita) y aumento de su precio después de la Tarea Ordenamiento. «El gas, sobre todo en hogares con muchos miembros, no alcanza. Aquí mucha gente se baña con agua caliente o hierve el agua que toma; o sea, no solo cocinas con el gas, sino que lo usas para otros servicios básicos», dice.

Las quejas emitidas con mayor frecuencia son: corte de energía eléctrica por tiempo indefinido y constante mientras el calor agobia; picaduras de mosquitos infectados de dengue; descompocisión de la comida en el congelador por falta de refrigeración; imposibilidad de cocinar sin gas; problemas con el descanso en las noches para el rendimiento del día siguiente.

La refrigeración de productos frescos, por ejemplo, es un tema central para la seguridad alimentaria. Las regulaciones internacionales aconsejan mantener las puertas del refrigerador cerradas durante los cortes de electricidad (el contenido de productos frescos no podrá exceder las cuatro horas sin refrigeración). Se deberán desechar los alimentos perecederos como carne, pescado, huevos o restos de comida que permanezcan más de dos horas a 4.4 grados Celsius. Sin embargo, en Cuba no es posible cumplir con esas normas y las personas corren el riesgo de enfermar si consumen alimentos en mal estado.

Otras declaraciones denuncian el estado de incertidumbre que implica el recorte de acceso a servicios: «Esto es un descaro con el pueblo, el que no tenga cocina de gas y trabaje, cuando llega a la casa después de un día de trabajo, ¿con qué cocina? A esperar cuatro horas para poder comer en pleno siglo XXI», comentó una usuaria.

Una apreciación similar mostró un internauta que publicó una imagen de cazuelas hirviendo encima de un armazón de hierro y carbón: «Estamos regresando a la era primitiva. Así tenemos que cocinar casi todos los días en mi casa por culpa de los apagones, y gracias que, al menos, tenemos algo para comer en el almuerzo y la comida», detalló.

Los testimonios dan cuenta de una crisis multisectorial que agrava las condiciones de los sectores más vulnerables, como los menores de edad. «Esta es la realidad que se vive en Cuba: apagones por más de ocho horas. Te devuelven la electricidad por dos horas y se la vuelven a llevar. Niños pequeños sin comer porque no hay electricidad en horarios de hacer la comida», dijo un residente en La Habana.

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Los fogones de leña ya no solo se usan en el campo sino también en las ciudades. Foto: elTOQUE

Cocinas en apagón ¿qué comemos y cómo?

La inseguridad energética interviene en otros aspectos menos evidentes, pero igual de importantes, como la transformación de métodos socioculturales alimentarios; o sea: cómo cocinamos y comemos los platos que entendemos como «nuestros», la presión adicional que ejerce esta inseguridad en quien cocina (en su mayoría las mujeres de la casa), la cocción y exposición a energías alternativas más contaminantes, así como en el deterioro del bienestar general que debe asegurar la confiabilidad del acceso a recursos.

Hasta principios de 2006, cuando comenzó la «Revolución Energética», en la mayoría de los hogares se cocinaba con gas manufacturado y combustibles contaminantes, como el queroseno. Luego, y en pocos meses, unos tres millones de hogares, poco menos de un tercio del país, mutaron casi en su totalidad a la cocción eléctrica.

La cocción de alimentos tradicionales como el arroz o los frijoles comenzaron a tener mayor dependencia de la energía eléctrica debido al uso de arroceras, ollas reinas y cocinas eléctricas o de inducción —entre otros menajes entregados bajo supervisión del Estado—.

Como resultado, se creó un aumento de la demanda de electricidad con dos picos pronunciados en el día durante los horarios de comida. Tres años después, la demanda total de electricidad había aumentado en un 33 %.

La política energética estimaba que el país dispondría de cuatro veces su capacidad energética necesaria y que, eventualmente, las termoeléctricas con un consumo excesivo de combustible podrían dejar de funcionar, al ser sustituidas por las nuevas plantas generadoras (grupos electrógenos).

En la actualidad, más del 90 % de la energía eléctrica en Cuba se produce a partir de combustibles fósiles. La situación implica una alta dependencia de las importaciones y elevados costos de generación, así como una elevada vulnerabilidad ante el encarecimiento de los precios en el mercado internacional.

Los apagones impactan gravemente en los productos alimenticios. La necesidad de conservar la frescura a través de frigoríficos es una prioridad no siempre al alcance de todas las familias. La incapacidad para almacenar alimentos de forma segura tiene una serie de consecuencias. Las más inmediatas son la disminución de aprovisionamiento y la pérdida económica.

Si a la situación se le suma la imposibilidad de conservar o almacenar alimentos de mayor perdurabilidad o fácil cocción como los enlatados (dado el desabastecimiento y la inflación de los precios), las implicaciones entre cortes eléctricos y alimentación se agravan.

En redes de compraventa como Revolico, una libra de aceite puede costar hasta 700 CUP, un cartón de huevos, 800 CUP; mientras que las plantas generadoras de electricidad alcanzan los 1 500 USD.

El Gobierno levantó la prohibición de importación de sistemas fotovoltaicos desde julio de 2021, y desde septiembre de 2022 autoriza de manera temporal la importación de plantas eléctricas. Sin embargo, los beneficiarios directos de las transacciones comerciales son en su mayoría cubanos residentes en el exterior y sus parientes en la isla.

El cubano sin familiares en el extranjero o sin un emprendimiento exitoso, sin acceso a remesas o importaciones, no tiene acceso a estas alternativas. Las ventas de módulos de cocina con energía eléctrica actualmente se realizan de forma preferencial para familias atendidas por la Asistencia Social. Los grupos más vulnerables y con limitados ingresos poseen un acceso más inseguro a la energía para cocinar y, por ende, a la alimentación.

La seguridad energética, por muy revolucionaria que sea, no garantiza a largo plazo la seguridad alimentaria. La búsqueda de la primera puede frustrar la segunda. La pérdida de alimentos perecederos y la inhabilidad de utilizar fogones y otros utensilios domésticos, sumado a los altos precios de los alimentos, implica serias consecuencias como la modificación de la dieta por ausencia de alimentos frescos, o el estrés del grupo trabajador porque no posee el tiempo de cocción necesario.

Cuba carece de iniciativas comunitarias que pudieran ayudar en la subsistencia en estas condiciones, como bancos de alimentos en el vecindario, recaudaciones de productos perecederos, comedores vecinales.

Los apagones sistemáticos pueden dañar o empeorar la salud de las personas a través de la inseguridad nutricional. Ello, sumado a un panorama de inequidades socioeconómicas de sectores vulnerables en la isla, deja un elevado número de personas desamparadas y sin solución a mediano plazo.



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Yuri

Muy bueno me gustan todos sus artículos
Yuri

Jorgess

Investiguen y denuncien a todos los q mintieron sobre la batalla energetica Situar nombres y cargos De mandarlos ante tribunales internacionales como criminales de lesa humanidad
Jorgess

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