¿Cómo se defiende legalmente un agente de seguridad que lesione a un cliente? «Si luego de utilizar todos los métodos de psicología para evitar un combate, el individuo no “transa” y debo reducirlo a la obediencia»
Cuando llegue la policía y no posea documentación legal, ¿quién se hace responsable de las consecuencias: el establecimiento para el que trabaja o él?
La anterior fue la duda que, a comienzos de enero de 2024, planteó el habanero Emmanuel Torres en unl grupo de Facebook con más de 11 000 miembros que, en su mayoría, desempeñan esa actividad profesional. Por esa razón, casi la totalidad de las respuestas a su publicación incluían consejos prácticos sobre cómo lidiar con la complicada situación.
«En realidad, la principal arma de un “seguridad” es el verbo. Uno tiene que estar preparado para llegar al cuerpo a cuerpo, pero si puede evitarlo, mucho mejor», reflexionó Emmanuel a través de WhatsApp, pocos días después.
Tras cinco años de trabajo en centros nocturnos y conciertos, lidiando con públicos numerosos bajo los efectos del alcohol y otras sustancias, la principal «perla» de sabiduría que el Emmanuel de hoy pudiera legar al novato que fue sería «nunca perder el control».
«Es un oficio al que casi todos llegamos a aprender. Cuando te contrata el Estado suelen darte un pequeño curso y un carné del hotel o de la discoteca en los que trabajarás, pero le sucede a una minoría», cuenta.
Enmanuel relata que empezó en el oficio gracias a un primo que era promotor cultural y lo recomendó para el proyecto artístico «Génesis», en la capital. Fue ahí cuando comenzó a ganar experiencia.
«Hay muchos bares y otros negocios privados que necesitan especialistas de seguridad, pero no he oído que exista una agencia empleadora o una patente que nos ampare para ejercer la profesión», dice.
«Un estrés constante»
Cada semana, El Duro debe organizar milimétricamente el tiempo para alternar entre su familia y los tres trabajos que les permiten llegar a fin de mes (profesor de Educación Física en una escuela primaria, gestor de ventas de una mipyme y agente de seguridad en un bar-terraza de Bayamo).
El uso de un alias y la comprensión por sus demoras en responder las preguntas por Messenger fueron los únicos reclamos que hizo antes de compartir su historia.
«Siempre voy con el tiempo justo. En el bar estoy de jueves a domingo, entre las siete de la noche y las tres o cinco de la madrugada, y ahí sí no puedo entretenerme», cuenta. «Después de los turnos de fin de semana, hay lunes en los que no tengo deseos ni de hablar».
El Duro cuenta que ha tenido que beberse hasta dos Red Bulls para «levantar presión». «Mucha gente piensa que el “seguridad” se la pasa sin hacer nada, pero en realidad lidiamos con un estrés constante. Somos responsables de la integridad de los clientes, de los empleados y del local».
El Duro suele ganar 500 pesos por noche. Cuando «hace puerta» (una especie de portero), al pago se suma el 30 % de lo ingresado en el parqueo.
«En otros establecimientos más concurridos de Bayamo, cada agente puede cobrar hasta 1 000 CUP por noche, pero el trabajo es más complicado», acotó.
A los 17 años, El Duro se incorporó a su primer empleo en el ramo, como parte del proyecto artístico «Sonomax». Buscaba una forma de aprovechar sus vacaciones de onceno grado y la posibilidad se la brindó un amigo que sabía de su preferencia por los deportes de combate.
En los ocho años transcurridos desde entonces ha tenido de colegas a exatletas y antiguos miembros del Minint, fundamentalmente.
«En Cuba, la seguridad es un negocio que funciona a partir de la recomendación de conocidos, de la confianza. No es poner a cualquiera y que después termine por resultar peligroso», asegura.
Se trata de mucho más que saber defenderse o inmovilizar a un juerguista conflictivo, coincidió Dariel Gómez, quien también lleva ocho años en la profesión.
«Imagínate un concierto con 7 000 u 8 000 personas en el público y una presencia policial deficiente —como me ha pasado fuera de La Habana— y que sean alrededor de 60 “personas de seguridad” para lidiar con todo».
Dariel Gómez explica que, «en teoría», solamente tendrían que cuidar el escenario y el perímetro, «pero al final uno no puede decir “lo mío se acaba aquí y lo demás no me importa”».
Según explica, hay que velar las entradas y las salidas y estar atento a que no tiren armas blancas por encima de los muros o las cercas para formar problemas dentro.
«Una vez estuve en un concierto en el que trabajamos desde las dos de la tarde de un día hasta las siete de la mañana del siguiente. En todo ese tiempo solo nos dieron un pan con jamón», recuerda.
Sin embargo, la seguridad personal privada funciona distinto. «Casi siempre lo que se hace es custodiar algún traslado de valores o acompañar a una personalidad. Lleva otro tipo de especialización», explica Dariel.
Alegales
En agosto de 2021, el primer ministro Manuel Marrero Cruz firmó el Decreto 49, en el cual se detallaban las 112 actividades prohibidas para las mipymes, cooperativas no agropecuarias y trabajadores por cuenta propia.
Entre las actividades vetadas se incluyeron las relacionadas con la seguridad y la protección —salvo los servicios de portería, sereno o cuidador de inmuebles y edificios múltiples—.No puede autorizarse la actividad «sobre una persona específica como “guarda espalda” o “escolta” ni tener alcance en la vía pública», especifica la norma vigente.
Según refirió Marrero Cruz durante su intervención en el Parlamento en diciembre de 2023, la lista se ha actualizado con el incremento de algunas y la eliminación de varias que estaban prohibidas en la lista vigente y para las cuales se establecen ciertos requisitos, como la necesidad de certificación.
Si se aprobara la regularización de las actividades de seguridad, se beneficiarían cientos de especialistas que hoy trabajan sin amparo legal o con el limitado respaldo que les brindan contratos de «personal de apoyo» o licencias cuentapropistas caratuladas bajo la modalidad de «custodio-sereno-portero» (especialidad 8 010 del Clasificador Nacional de Actividades Económicas). En la práctica, se encuentran desprotegidos ante conflictos o accidentes. La falta de un marco legal entorpece la profesionalización del sector y la negociación de mejores salarios y condiciones de trabajo.
La reticencia a formalizar el ejercicio de la seguridad privada contrasta con el crecimiento de su demanda, a tenor con el desarrollo de la economía no estatal y el aumento de la violencia en Cuba.
Varios dueños de emprendimientos consultados por elTOQUE rehusaron comentar sobre el asunto. Pero uno de ellos, off de record, reconoció que el trabajo de los especialistas de seguridad se ha vuelto cada vez más necesario.
«Hay mucha agresividad en la calle y los delitos han aumentado. Si los bares y las discotecas dependieran solamente de la Policía para mantener el orden, tendrían que cerrar. No es raro que uno llame al 106 y pase media hora o más antes de que aparezca la patrulla. ¿Qué pasaría de no tener un equipo protección bien preparado?», se preguntó.
En una circunstancia como la anterior se vieron los dueños de varios restaurantes ubicados en el barrio la Loma del Ángel, en La Habana, debido a la afluencia de mendigos y «niños ninja» (dedicados al rateo). «La gente dejó de venir [y] como la Policía se declaró incapaz de controlar el aluvión de menores dedicados al pillaje (...), hubo que buscar un equipo» de protección, le contó un empleado de uno de los establecimientos del lugar a 14 y Medio.
Según la nota, al menos tres restaurantes habían unido fuerzas para crear una suerte de «agencia» que brindara seguridad a sus locales y al entorno citadino inmediato.
Pero la solución tiene brechas potencialmente conflictivas en cuanto a la legalidad. Los agentes de seguridad no pueden, por ejemplo, limitar la circulación por el espacio público; tampoco quedan claras sus facultades ante hechos que deriven en confrontación física.
«Cuando tenemos un problema, llevamos las de perder. Nada nos respalda a pesar de la importancia del servicio que prestamos», lamentó Dariel, quien considera la profesión de especialista de seguridad tan exigente como otras de mayor reconocimiento social.
«Nos estamos preparando siempre porque se trata de un trabajo muy dinámico. De niño practiqué boxeo y ahora artes marciales mixtas. Además, en colectivo entrenamos “estrategias” para hacer frente a situaciones conflictivas y reducir a los individuos sin necesidad de lesionarlos».
En América Latina —por lo general— corresponde a los ministerios del interior o a las direcciones de la Policía otorgar las licencias para los servicios de seguridad privada. El procedimiento habitual incluye la presentación de documentos (pólizas de seguro y una relación detallada de sus integrantes y equipos), además del cumplimiento de procesos de selección y capacitación.
«En materia de actividades permitidas y prohibidas, la regla general es establecer como primer límite el ajuste a la prestación específica para la cual ha sido autorizada la persona jurídica o natural (...). Otro límite a la labor es realizar las prestaciones dentro de los recintos, locales o edificios para los cuales ha sido contratada (...). En casos excepcionales se permite la actuación del personal de SP [seguridad pública] en lugares públicos», explica un informe de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU.
El texto elogia los ejemplos de Costa Rica y Panamá, que han regularizado una amplia gama de actividades de seguridad guiados por la premisa de que formalizarlos contribuye a disminuir la delincuencia y evitar excesos.
Para Cuba, la referencia más cercana sería la de «Nicaragua donde, [debido a] la colaboración que prestan a la Policía Nacional, [a los agentes de seguridad privada] se les exige incluso brindar apoyo a las patrullas policiales en la vía pública en los sectores, calles y avenidas donde ejercen vigilancia, así como también apoyar la regulación de tránsito en la salida de centros escolares», según detalla la memoria de la ONU.
Con independencia de la fórmula que se adopte, sería lógico reconocer desde lo legal lo que en la práctica es una realidad. Los servicios de seguridad privada en Cuba pueden ser de ayuda para recuperar parte de la tranquilidad ciudadana perdida en los últimos tiempos.
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