Fernanda Yánez tenía alrededor de 28 semanas de embarazo cuando, el 16 de marzo de 2020, empezó la cuarentena por la pandemia de COVID-19 en Ecuador. Hasta el día de su parto —el 12 mayo— salió de su casa solo dos veces y solo para ir a sus controles médicos. La Organización Mundial de la Salud dice que no hay evidencia de que las embarazadas corran mayor riesgo de contraer COVID-19. Sin embargo, en la gestación experimentan cambios que pueden afectar su sistema inmunológico y volverlas más vulnerables al virus. Por eso, uno de los cuidados más importantes para ellas es la alimentación.
Con pandemia o sin pandemia, ha sido siempre un factor determinante. Kirsten Falcón, Máster en Ciencias de la Enfermería y experta en cuidados perinatales y parto humanizado, dice que una alimentación sana y balanceada en el embarazo permite que la mujer mantenga un peso adecuado, previniendo enfermedades. Una mujer que está en su peso normal debería subir entre un kilo y un kilo y medio por mes de embarazo. El sobrepeso o la desnutrición ponen en riesgo su salud y la de su bebé.
Comer bien durante la gestación puede definir, además, si el feto se desarrolla con éxito o fracasa. Según un estudio de British Nutrition Foundation, “la dieta materna debe proporcionar suficiente energía y nutrientes para satisfacer los requisitos habituales de la madre, así como las necesidades del feto en crecimiento”. Una dieta pobre y desequilibrada puede provocar desnutrición o sobrenutrición en el bebé, lo cual puede tener un impacto directo en toda su existencia. El ginecólogo-obstetra Darwin Simbaña explica que, además, “existen tres etapas en el embarazo que modifican el gen inmunológico de la mujer” —es decir, que el sistema inmunológico se altera.
La mejor forma de manejar estas alteraciones es a través de la nutrición. Lo ideal es comer al menos cinco veces al día —desayuno, media mañana, almuerzo, media tarde, y merienda. Se recomienda, también, olvidar los productos que tengan preservantes y conservantes, limitar el consumo de alimentos altos en grasa y azúcar, y empezar a consumir más frutas, verduras, legumbres, carnes blancas, lácteos, y frutos secos. “La ingesta de ciertas vitaminas, como la vitamina C, D, E, Zinc y el ácido fólico, es indispensable para el crecimiento del bebé, y además fortalece el sistema inmunológico de la madre”, dice Simbaña. Consumir alimentos que contengan estos micronutrientes será también vital.
Incluso las hierbas y las especias son muy importantes. El perejil, el culantro y el apio, por ejemplo, tienen una sustancia llamada metil-umbeliferona que fortalece el sistema inmunológico. “Incluso en China, dentro de los protocolos de medicina tradicional para manejar el coronavirus se incluyen estas hierbas”, dice Simbaña. Hay evidencia científica de que su consumo ha incrementado la velocidad de recuperación de pacientes con COVID-19.
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Durante la pandemia uno de los retos que enfrentan las mujeres embarazadas es, precisamente, el acceso a una alimentación sana y balanceada.
Cuando inició la cuarentena, Daniel Moncayo, esposo de Fernanda Yánez, iba al supermercado solo una vez al mes. Aunque tomaba todas las medidas de bioseguridad, tenía miedo de salir, traer el virus a casa, y contagiar a su hijo de 3 años y a su esposa embarazada. Eso limitó, hasta cierto punto, la clase de alimentos que ella consumía. En su primer embarazo, Fernanda vivía en Cayambe y compraba frutas y verduras frescas todos los días. Ahora eso es imposible.
Daniel Moncayo dice que la primera semana, después de hacer las compras, tenían todo y era más fácil tener una dieta que incluyera los alimentos que les recomendó el médico. Sin embargo, a partir del día 13 o 15, la cantidad de frutas y verduras decrecía. Y como no querían salir, si se acababa una fruta o verdura, buscaban otra para reemplazarla, incluso aunque no tuviera el mismo valor nutricional. Todo para evitar salir.
Esto puede ser un problema. La nutricionista Valeria Calderón dice que el consumo equilibrado y constante de verduras verdes como espinaca, acelgas, espárragos, frutas como la naranja y el mango, y legumbres como garbanzos y lentejas, permitirán que la mujer embarazada obtenga de forma natural los micronutrientes —vitaminas y minerales— esenciales para el correcto desarrollo del bebé. En una emergencia sanitaria como la que vivimos, ¿qué se puede hacer?
Existen formas para que las mujeres embarazadas continúen accediendo a alimentos saludables durante la pandemia. Paola Rodríguez tiene 32 semanas de embarazo y tampoco ha salido desde que empezó la crisis. Prefiere ordenar sus compras a través de una aplicación móvil. Apenas se las entregan en su casa, congela todo lo que pueda, incluyendo vegetales y frutas.
Existe cierta controversia sobre si estos productos siguen siendo igual de nutritivos después de congelarse. Sin embargo, congelarlos no es una mala decisión. De hecho, según Gene Lester, líder del Programa Nacional de Nutrición, Seguridad Alimentaria y Calidad del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), las verduras congeladas “pueden ser aún más saludables que algunos de los productos ‘frescos’ que se venden en los supermercados”. La clave está en congelarlas durante su punto máximo de madurez. Es el momento en que generalmente están más llenas de nutrientes.
El consumo de cereales también es importante. “Pero de preferencia, se deben escoger cereales integrales”, dice la nutricionista Calderón. La salud del sistema digestivo está vinculada directamente con la salud inmunológica. Cuando el sistema digestivo está funcionando bien, nuestras defensas son mejores. Durante el embarazo, y sobre todo ahora con la pandemia, es necesario incluir fibra a la dieta para cuidar la digestión y el sistema inmune.
Una alimentación equilibrada durante el embarazo permite que el período de lactancia se desarrolle con normalidad. Además, Falcón dice que una buena nutrición contribuye a que el embarazo no tenga complicaciones como la toxemia (presencia de toxinas en la sangre), el parto prematuro y la anemia y, por lo tanto, reduce el riesgo de parto por cesárea. “La tasa ideal de cesárea debe oscilar entre el 10 % y el 15 %, porque, cuando no es necesaria, está asociada a riesgos a corto y a largo plazo que pueden afectar a la salud de la mujer, y del bebé”, dice la OMS. Elisa Costales, doula experta en salud pública y terapeuta emocional, asegura que el parto por cesárea debería ser la última opción, sobre todo en tiempos de COVID-19.
Costales dice que “según el Ministerio de Salud Pública (MSP), los partos normales de bajo riesgo, es decir, el 90 % de los casos, deben ingresar por el primer nivel”, es decir a través de centros de salud tipo C, también conocidos como maternidades de corta estancia. En ellos no hay camas para hospitalización ni quirófanos —solo se atienden partos normales. Unas seis horas después, las madres y bebés son dados de alta.
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Fernanda Yánez había escogido una clínica donde quería dar a luz desde el inicio de su embarazo. Estaba tranquila porque no había casos positivos en ese lugar, y se ajustaba al presupuesto de su familia. Sin embargo, una semana antes de su parto, se enteró que en ese centro médico había un brote de COVID-19. Le aseguraron que tenían todas las normas de bioseguridad para el parto, pero ella y su esposo tenían tanto miedo, y prefirieron salirse del presupuesto e ir a una clínica que no estuviera recibiendo ningún caso de coronavirus.
“Cuando es un parto de bajo riesgo”, explica la doctora Sofía Cañadas, “no hay la necesidad de ir a una maternidad ni mucho menos un hospital” que es el lugar con mayor riesgo de contagio de COVID-19. Sin embargo, se ha normalizado la idea de parir en un hospital y por eso las mujeres tienen miedo de contagiarse al ir a parir. La ansiedad se ha convertido en un sentimiento en común en todas partes.
En medio del brote de coronavirus en Nueva York, cientos de mujeres han traído nuevas vidas al mundo en el Brooklyn Hospital Center. Pero todas ellas han experimentado ansiedad. “No sienten la felicidad y la alegría que experimentan muchas mujeres en este momento de la vida”, dice el Dr. Erroll Byer Jr. “Algunas de ellas incluso tienen tanto miedo de ingresar al hospital por temor al virus o de estar solas, que han retrasado hacerlo y se han enfermado de gravedad”.
Ciertamente el miedo de contagio de COVID-19 está afectando a las mujeres embarazadas, y todo lo que siente la mujer, lo siente el bebé. “Si hay mucha tensión”, dice el doctor Darwin Simbaña, “pueden haber contracciones, y a la larga podría llevar a una amenaza de parto prematuro”. Por eso, recomienda tejer, estar en constante movimiento o hacer ejercicio para despejar la mente y calmar la ansiedad.
Stefanía Díaz tiene 36 semanas de embarazo y para decidir en qué clínica sería su parto, el factor más importante que consideró fue que no estuviera atendiendo casos de COVID-19. Esto es algo muy común porque se quiere reducir de cualquier forma, el riesgo de contagio. Paola, en cambio, llegó a considerar el parto en casa para no tener que salir. Sin embargo, por el miedo a tener complicaciones, terminó escogiendo una clínica que no atendiera casos de coronavirus. Si todo sale bien, en 7 semanas dará a luz allí.
La COVID-19 le ha cambiado los planes a las mujeres embarazadas, pero incluso en estas circunstancias hay lecciones y oportunidades para mejorar. No hay evidencia científica de que el virus se transmita a través del parto, por la leche materna o por el líquido amniótico, por eso se sugiere a las mamás que estén tranquilas. Tienen que seguir cuidándose con la alimentación porque allí está la dosis perfecta para que ellas estén bien y sus bebés nazcan sanos. Además, la pandemia puede ser una oportunidad para mejorar. Antes de la cuarentena, Stefanía Díaz no comía bien. Trabajaba cerca de un centro comercial y allí almorzaba a diario. Ahora que está en casa, ha podido alimentarse mejor e incluir en su dieta alimentos que no encontraba en el patio de comidas y que son mucho más beneficiosos para su salud y la salud de su bebé.
Este reportaje se hace gracias al apoyo de
***Esta nota fue originalmente publicada en el medio GK, de Ecuador, y es republicada como parte de la Red De Periodismo Humano.
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