—¿Qué es el trabajo voluntario? dices mientras clavas…

—¿Gustavo Adolfo escribía poesía sin remuneración?

—Ah, no sé. Pero a nosotros nos clavan cada vez que nos convocan a uno.

—Te digo como en las pruebas de secundaria: fundamente su respuesta.

—¿No te da esa impresión cuando llegas a una «jornada secundaria» y te encuentras a cientos de gentes apilonadas en los surcos, machucando las matas por doquier, haciendo como que trabajan mientras miran al infinito rezando por que acaben de traer la merienda, los dirigentes hagan su discurso y te entreguen el diploma o el bono que nada aportarán a tu jubilación?

—Yo te aseguro que este domingo fue «especial domingo, la vida se colmó de actividad». Asistieron a él «desde horas muy tempranas, apenas despuntando el alba, más de un centenar de trabajadores de las dependencias del Partido y de su unidad empresarial».

—Bastante pocas personas si tomamos en cuenta que dependientes del Partido somos todos. La frase agregada a la carta magna no creo sea involuntaria.

—Si está ahí es porque una fuerza superior la puso «por el bien propio y el de los demás». Vaya, como el trabajo voluntario.

—Que se hace por el bien de algunos que están de más.

—Es «el mejor de los escenarios para saludar el Primero de Mayo».

—Con «el mejor de los escenarios» sí estoy de acuerdo, pues no faltó la puesta en escena.

—Si vas a hablar de los trovadores, grupos musicales, sonido y escenografía que se mueve junto al voluntariado mundial…

—No hablo de los que luchan su yuca. Me refiero a los que van a tirarse fotos cual si cumplieran 15.

—No te metas con el presidente. Con dos trabajos voluntarios más aprende a agarrar la guataca.

—Con estirar la mano le basta. Se rodea de ellas.

—No difames de los que se suman a lo que constituye «un acto de desprendimiento». «No es algo que tenga que sorprender, es parte de la normalidad». «Tiene un componente importante de socialización con tus compañeros del centro laboral».

—¿Quien escribió eso lo hizo de forma voluntaria? Está afirmando que en el centro laboral no hay mucha socialización que digamos.

—Los periodistas forjan hazañas también. Hubo uno que entrevistó a una secretaria general del Buró Provincial de Sindicato de Trabajadores Azucareros «mientras colocaba las semillas en los surcos».

—Me recuerdas a otro que en los años ochenta ponderó en el periódico Trabajadores la labor de un chofer vanguardia nacional de la industria alimentaria que en doce meses acumuló la friolera de 3860 horas de trabajo voluntario. La gente le escribió preguntándole: «¿A qué hora duerme? ¿No come, no ve televisión, no se baña, no atiende a su familia?» (habrán querido decir «a su mujer»). Y el reportero les respondió con una parrafada: «Un mes de vacaciones a 16 horas diarias representa 480 horas; los 52 domingos del año suman 832; los 26 sábados cortos, 416, y las 8 horas adicionales de los demás días de la semana ascienden a 2288. Les dejo a los lectores una sencilla suma. Comprobarán que perfectamente pudo acumular 3860 horas y todavía sobra tiempo, somo dice él, para dedicárselo a otras cosas».

—A chocar.

—Eso mismo pensé yo. Le escribí al periodista (que podía haber dedicado su tiempo a otras cosas) y le dije que el susodicho representaba «un peligro potencial en la carretera».

—Por actos como los tuyos, tantos compañeros del Minint aportan hoy cientos de horas voluntarias a cuidarte.

—Y eso que no les he dicho que, si vamos a hablar de distorsiones, el trabajo gratis es una de ellas.

—¿Lo crees así?

—Pues claro. Si el salario no nos alcanza ni para vivir una semana, es de suponer que el resto del mes lo trabajamos voluntario.