Los ojos se te cierran del cansancio, pero te rehúsas a dormir. Es el único tiempo que tienes para ti, aunque a veces lo utilices para terminar una tarea, recoger la ropa lavada, fregar los platos, acomodar los juguetes que quedaron en el piso o trabajar en proyectos personales.
Es el tiempo en el que no te dicen «mamá» cada cinco segundos y en el que puedes sentarte sin hacer nada —muchas veces con cargo de conciencia por no sentirte productiva—. En ese espacio de la noche puedes disfrutar de un momento de tranquilidad, pero no sabes cuánto tiempo permanecerán dormidos los niños, en especial cuando son pequeños y los despertares nocturnos son frecuentes.
Es el momento en el que por fin puedes ver un capítulo de la serie que llevas meses intentando seguir, pero lo más probable es que no logres pasar de los primeros minutos. Es el momento en el que puedes sumergirte en el libro que parece no acabarse nunca. Es el momento para recostarte en la butaca y decir «sobrevivimos un día más, uno a la vez».
A veces tienes miedo de que amanezca e intentas tenerlo todo bajo control. Pero sabes que casi siempre hay que improvisar, que los días no son como los planificas. Tienes que darte la oportunidad de ser flexible para sobrellevar la nueva jornada.
Pero llega la noche y procrastinas y no te duermes. Quieres agarrar con fuerza los pequeños instantes que son para ti, recargar baterías y por unas horas no ser mamá solamente.
Presiones y responsabilidades. Miedo a perder el tiempo
Las madres enfrentamos una carga significativa de responsabilidades que van desde el cuidado de los niños y las tareas del hogar hasta las responsabilidades laborales y sociales. En medio de esas demandas, es fácil posponer nuestro tiempo de descanso para completar asuntos pendientes. La mentalidad de «hacerlo todo» puede llevar a la procrastinación a la hora de dormir, pues priorizamos las necesidades de los demás sobre las nuestras.
La culpa es una emoción común y a menudo nos sentimos mal por tomarnos tiempo para descansar. En los instantes de pausa sentimos que deberíamos estar haciendo más. Como resultado, nuestras necesidades quedan para después que nunca llega.
Posponemos el momento de dormir no solo para terminar lo que quedó pendiente, sino para disfrutar del pequeño espacio de soledad y silencio en el que volvemos a conectar con nosotras mismas.
Algunas madres ven el sueño como un lujo que no deben permitirse. Sienten la necesidad de maximizar cada momento para ser productivas y completar sus responsabilidades. Lo anterior, puede llevarlas a resistirse al sueño para aprovechar al máximo su tiempo a expensas de su salud y bienestar.
Para otras madres, el tiempo de dormir se convierte en un ritual importante que les permite prepararse para la jornada siguiente. Para conciliar el sueño, necesitan tiempo adicional para relajarse, despejar la mente y poner fin a las preocupaciones del día. El proceso de transición lleva tiempo, lo que contribuye a la procrastinación.
Me incluyo en el grupo anterior. Aunque sé que casi no podré dormir porque Emma se despierta varias veces durante la madrugada, no puedo evitar estirar las pocas horas que son mías para escribir, desconectar de la realidad o respirar calmada.
Las madres también experimentamos dificultades para dormir debido a preocupaciones específicas relacionadas con la maternidad —el bienestar de los hijos, las preocupaciones financieras o las ansiedades sobre nuestra capacidad para ser buenas madres—. Las inquietudes pueden mantenernos despiertas durante la noche y contribuir a la procrastinación.
Estrategias para superar la procrastinación a la hora de dormir
Hay que reconocer la importancia del bienestar y aprender a organizar límites saludables. Algunas estrategias útiles incluyen establecer una rutina de sueño consistente, practicar técnicas de relajación antes de acostarnos, delegar tareas cuando sea posible y buscar contención de amigos, familiares o grupos de apoyo. Priorizar el autocuidado y el descanso puede ayudarnos a sentirnos más equilibradas y capacitadas para enfrentar los desafíos diarios.
Se supone que en este epígrafe debería aportar una serie de consejos para luchar contra la procrastinación a la hora de dormir, pero sé que muchas madres coincidirán conmigo en que se trata de un espacio nuestro que permite reiniciar nuestro día y renovar las fuerzas.
Para las madres que a menudo nos encontramos posponiendo el sueño en favor de un tiempo para nosotras mismas al final del día, es significativo reconocer que no estamos solas en la experiencia. A menudo, la procrastinación surge de un deseo legítimo de encontrar un momento de tranquilidad y autocuidado en medio del ajetreo y las responsabilidades diarias. Sin embargo, también es importante ser conscientes de cómo la práctica puede afectar nuestra salud y bienestar a largo plazo.
En lugar de ofrecer consejos específicos para cambiar el hábito de inmediato, quiero invitarte a considerar algunas opciones que podrían ayudar a encontrar un equilibrio más saludable entre el tiempo para ti y la necesidad de descanso.
Primero, te animo a reflexionar sobre por qué sientes la necesidad de posponer el sueño y cómo podrías abordar las necesidades de manera más equilibrada. ¿Es debido al estrés, la culpa o la necesidad de tiempo para ti? Reflexionar sobre las preguntas puede ser el primer paso para identificar áreas que requieren atención.
También te invito a explorar otras formas de encontrar tiempo para el autocuidado durante el día, en lugar de posponer el sueño. Lo anterior podría implicar tomarte pequeños descansos a lo largo del día, practicar la meditación o el mindfulness o encontrar actividades que te ayuden a relajarte y recargar energías.
Establecer límites saludables entre las responsabilidades diarias y el tiempo para ti también puede ser beneficioso. Colocar fronteras implica establecer una hora límite para completar tareas domésticas o trabajos y luego dedicar el resto de la noche al descanso y a la relajación.
Recuerda que no estás sola y que buscar contención de amigos, familiares o grupos de apoyo puede ser beneficioso. Compartir experiencias y consejos con otras madres puede brindarte un sentido de comunidad y solidaridad, así como nuevas ideas para abordar la procrastinación a la hora de dormir.
Al ofrecerte las opciones anteriores quiero recordarte que no hay una solución única, cada una de nosotras lo hace de la mejor manera posible y cada familia es un universo. Por esa razón, es importante ser amable contigo mientras trabajas para encontrar un equilibrio.
La maternidad es un viaje desafiante y complejo y mereces cuidarte como cuidas a los demás.
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