Aunque han pasado algunos días del enésimo fracaso de la selección cubana de béisbol en un torneo internacional, en los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile 2023, no podía dejar de comentar sobre la nueva decepción. A pesar de la reiteración de caídas en la disciplina, no deja de levantar ronchas cada tropiezo.
La isla asistió a la cita regional con varios de los peloteros que formaron parte del equipo semifinalista del V Clásico Mundial de Béisbol. Los Panamericanos mostraban el nivel más bajo de su historia, con la ausencia de novenas como la de Estados Unidos, Canadá y Puerto Rico.
Con una calidad tan baja, parecía el «ahora o nunca» de Cuba para recuperar el título panamericano y ni eso pudieron hacer. Tras una victoria por la mínima ante Colombia (4-3), el seleccionado nacional se vino abajo de manera consecutiva ante Venezuela, Brasil y México. Si eso parecía el «fin del mundo», todavía la pelota cubana podía hundirse más y recalar en el sexto puesto, como en Lima 2019, ante el elenco de República Dominicana.
La hegemonía de Cuba en el béisbol de los Juegos Panamericanos se desvaneció después de una racha impresionante de diez oros seguidos desde 1971 hasta 2007. En los últimos cuatro torneos la isla solo ha podido conseguir dos medallas de bronce (2011 y 2015) y quedar eliminada en la fase de grupos en Lima 2019 y Santiago 2023. ¿Qué ha cambiado desde que se hablaba de «conceptos y estrategias» hace más de una década? ¿Qué le falta al béisbol cubano para recuperar su gloria?
Más que ver lo que falta, habría que empezar por lo que sobra. A la pelota cubana le sobran reuniones y «trabajo ideológico» en la base, porque los talentos se marcharán sin importar la politiquería barata.
Se irán cuando asuman que no hay futuro para ningún joven en el país y vean brillar en Grandes Ligas, en el otro lado de la moneda, a estelares que pasaron fugazmente por las Series Nacionales (José Adolis García, Aroldis Chapman o Lourdes Gurriel Jr.). Sí, porque mientras la pelota cubana, la que sale de las reuniones políticas y abanderamientos inútiles, protagonizaba el enésimo papelón de su historia reciente, otros cubanos curtidos en el profesionalismo se colaban en la Serie Mundial.
En la pelota cubana sobran torneos sinsentido, como el llamado de «Élite», el cual nada aporta y no deja de ser otro experimento que terminará mal. Esta campaña marchará con los nombres habituales y con «refuerzos» que se han caído de la bolsa, con bajas apresuradas porque se marchan del país o porque se retiran o no quieren jugar otra lid a pleno sol y con recursos limitados.
Hace años que se pide la profesionalización de la Serie Nacional, que no consiste nada más en llamar a descartados de ligas invernales. Con el crecimiento de empresas privadas en la isla, es hora de que algún sesudo en la Comisión Nacional quiera terminar con la ronda de fracasos y vergüenzas internacionales del béisbol y apueste por invertir en implementos deportivos, sesiones de entrenamiento y más.
La Serie Nacional sigue estando a mil años luz de ser un torneo medianamente interesante, más allá de los provincialismos y egos heridos cuando el equipo de «la tierra» fracasa. Hay que parar con el ridículo y hacerlo ahora, porque dentro de cuatro años nos veremos escribiendo de lo mismo tras otra decepción y diferentes nombres, pero con igual resultado.
Muchos colegas han recurrido al tema en estos días, incluso en medios del oficialismo, y han calificado la actuación de la pelota cubana en Santiago de Chile de «lo peor registrado en estas lides».
«La actuación de Cuba en el torneo de béisbol de los Juegos Panamericanos no hay cómo justificarla. Por donde quiera que uno la analice está suspensa. Era oro o nada (…). Cuba presentó un equipo para oro. Y sucedió, como hace cuatro años, que no pasó de la fase preliminar (…). Algo queda claro: lo sucedido no tiene justificación», escribió el periodista deportivo de la oficialidad Norland Rosendo, en la revista Cubahora.
Yasel Porto, también comentarista beisbolero, vio en la semana esas «dos caras de la misma moneda», un equipo cubano de Series Nacionales que «pierde prácticamente cuanto evento internacional juegue» y los talentos que hoy brillan en Grandes Ligas, un evento que la Televisión Cubana veta año tras año.
«Los peloteros cubanos que hoy brillan en el mejor béisbol del mundo y en el momento más importante de ese béisbol supremo son la mejor cara del béisbol cubano», sentenciaba.
A esta altura del partido, no es un secreto que la Serie Nacional es solo el «circo» de un sistema para entretener al pueblo y que nada aporta a nivel internacional, porque el talento cubano no está en la isla y el que todavía queda está con pie y medio en algún aeropuerto.
Lo terrible es que se trata de una realidad antigua que los decisores de la pelota cubana siguen sin asumir. Solamente ponen remiendos aquí y tiritas allá para sacar, gracias a los radicados en el exterior, algún que otro resultado que les maquille la vida a los que sobreviven en la isla.
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