El hombre, de unos 40 y tantos años, entra al taller y mira con un poco de recelo a la muchacha que le daba los buenos días y le pregunta en qué lo puede ayudar.
– “Yo quiero que me atienda el informático”, dice resuelto.
– “Pero dígame, yo lo puedo ayudar”, responde ella amablemente.
– “No, no, con el informático, con el muchacho”, insiste él, impaciente.
– “No”, tercia finalmente ella, cortés, pero firme: “dígame lo que necesita que yo soy quien lo va a atender. Yo soy la dueña del negocio”.
Por: Lianet Leandro López
Esta es una escena que se le ha repetido más de una vez a Elizabeta Castro Ferrera, por lo general cuando le toca atender a un hombre, en los días en que decide poner a un lado sus múltiples obligaciones de propietaria y quedarse en uno de sus dos talleres ELITEC, de frente al público.
En un medio como la tecnología al parecer resulta raro, tal vez provoca desconfianza, ver a una mujer desarmando teléfonos, recolocando piezas, y además haciéndolo bien.
“Actualmente no estoy tanto de cara al cliente pues me tocan otras tareas complejas, como mantener el abastecimiento, tan difícil en las condiciones del trabajo privado en Cuba. Pero como yo empecé de abajo, trabajando para otro propietario, aprendí todo lo que se hace en mi negocio, por eso me molesta mucho que alguien trate de subvalorarme solo porque soy mujer y creen que no somos buenas en esto”, explica la joven emprendedora de Camagüey.
Más de 158 mil mujeres cubanas ejercen el trabajo privado, pero la mayoría como empleadas
Cuando eso sucede, Elizabeta se impone, con respeto y cortesía, pero con la autoridad que se ha ganado con sus siete años de experiencia en la asistencia tecnológica y sus estudios previos de técnico medio en Informática. “Al final se van complacidos porque en la filosofía de ELITEC el cliente es el centro, pero sí me impongo porque me duele, porque esto es mío, lo sudé yo y se debe respetar mi jerarquía”, argumenta decidida.
En Cuba, a pesar de políticas y voluntades política para equilibrar el acceso de hombres y mujeres a puestos de poder, la representación social de los roles masculinos y femeninos tarda en cambiar y el machismo todavía forma parte de la vida diaria.
El “cuentapropismo”, ese campo de los nuevos emprendimientos, también reproduce patrones de roles tradicionalmente asignados.
Más de 158 mil mujeres cubanas ejercen el trabajo privado, pero la mayoría como empleadas, muy pocas como emprendedoras por sí mismas.
Si a eso se le suma que el mercado de los servicios tecnológicos está ampliamente dominado por propietarios hombres, al menos en Camagüey, Elizabeta es un caso extremadamente singular.
Este mundo es difícil para las mujeres, pero tienen que ser inteligentes, no estar al margen del hombre
“Yo no creo en roles asignados, la mujer para esto, el hombre para aquello. Quien soy se debe mucho al respeto que me he ganado ante la sociedad. Todos mis colegas son hombres y me respetan por mi trabajo, por mi esfuerzo, por mi sacrificio, porque todo me lo he ganado yo sola, aunque sí a otros les agradezco mucho la experiencia y el aprendizaje”, comenta quien además puede considerarse precursora de muchas buenas prácticas en la asistencia tecnológica en su ciudad.
ELITEC, la marca del negocio, es un acrónimo formado por el nombre de la dueña; por “tecnología”, epicentro de su gestión, y por el concepto de élite al cual ella y sus cinco trabajadores aspiran llegar algún día. Al menos muestran coherencia de su imagen corporativa, algo no muy común en esa rama, donde abunda la mentalidad del “chinchal”, el pequeño local atiborrado.
“Antes de 2013, el negocio se sustentaba fundamentalmente en las ventas de equipos, pero cuando se estableció la prohibición a comercializar artículos importados, le di la vuelta a la asistencia tecnológica, primero para enmascarar un poco las cosas, pero luego sí lo pensé, lo medité y lo implementé. Ahora los clientes tienen la posibilidad de hacerlo todo con nosotros y obtener beneficios como garantías, descuentos, promociones, modernización de sus equipos. En el ámbito de los servicios nunca se acaba, siempre busco nuevas ideas, nuevas soluciones, y tengo montones de cosas por hacer”, asegura la camagüeyana.
“Este mundo es un poco difícil para las mujeres, pero tienen que ser inteligentes, no estar al margen del hombre. Yo les diría que tengan determinación para empezar cualquier negocio, y defenderlo para que sean independientes. Aventurarse y hacer cosas buenas para ellas mismas, para elevar su ego, su autoestima. Haciendo cosas es la única manera de que la sociedad te respete, cuando eres digna de admiración nadie puede machacarte ni avasallarte, eso es lo principal”.
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