Ilustración: María Esther Lemus.
Engaño pederasta y otros peligros en las redes para las infancias en Cuba
16 / mayo / 2022
La denuncia de la periodista Yuliet Pérez Calaña en Facebook hizo sonar las alarmas: en un grupo de la red social miles de pedófilos y pederastas compartían fotos de niñas de distintas nacionalidades e, incluso, intentaban contactarlas.
Lo que parecía un caso aislado —por las normas aparentemente estrictas de Zuckerberg sobre la información que se publica en su red— desenvolvió un entresijo de grupos semejantes. Todos con el mismo fin y modus operandi. Muchas veces, incluso tenían los mismos administradores y participantes; algunos de ellos, cubanos.
Debajo de cada imagen se iniciaba una subasta macabra entre los miembros del grupo: «Princesa, yo tengo mucho dinero para gastar en ti»; «Qué linda tu hija, siempre son lindas a los 12»; «Manden mensaje solo niñas, repito, solo niñas. Quiero una bonita amistad o algo más»; «Busco novia de 13 años».
A las propuestas de sexo y una vida de lujos, los comentarios sexuales repugnantes, mensajes de supuestos padres intercambiando fotos privadas de sus hijas y usuarios con cuentas falsas fingiendo ser niños y niñas en busca de «nuevas emociones», seguían propuestas de otros grupos que ofrecían, sin disimulos ni rubores, «FOTOS DE NIÑAS SEMIDESNUDAS».
Al momento, distintas personas a través de sus perfiles en Facebook hicieron los reportes pertinentes por la presencia de «Contenido relacionado con un menor». Algunos grupos fueron cerrados de inmediato y otros aún funcionan como si nada hubiese ocurrido.
«Reportado. Pero no termina ahí. En la misma página del grupo, sin ni siquiera haber pinchado el botón Unirme, Facebook me recomendaba otros grupos... TODOS DE NIÑAS Y NIÑOS», se horrorizaba José Armando Vivero en uno de los cientos de comentarios que acompañaron la publicación de Yuliet.
En la red social que censura a usuarios por utilizar una palabra que pueda considerarse despectiva u ofensiva o la imagen de un seno femenino, los pedófilos actúan impunemente siempre que no se muestre un cuerpo infantil desnudo. No importan, al parecer, los comentarios sexuales explícitos.
El lado más oscuro de las redes sociales
El fenómeno visto en estos grupos se conoce como grooming, o sea, el acoso de adultos a menores de 18 años, mediante el empleo de las redes sociales.
Como explica a elTOQUE Karen Vergara, directora de incidencia de la ONG chilena Amaranta, en estos casos un adulto se acerca a un niño, niña o adolescente «haciéndose pasar por alguien de su edad» o mediante regalos o «supliendo una necesidad que este tenga en casa, como falta de atención, de cariño, de comprensión».
En un estudio de 2021 realizado por el movimiento global WeProtect Global Alliance, aparecen testimonios sobre amenazas en línea de más de 5 mil jóvenes de entre 18 y 20 años. Como denominador común, los participantes de 54 países tenían acceso a Internet con regularidad cuando eran menores de 18.
El 57 % de las mujeres y el 48 % de los hombres encuestados sufrieron al menos un daño sexual en línea. En Latinoamérica, el total de personas con una vivencia similar alcanza el 49 % de las entrevistadas.
Otra investigación realizada durante 2020 por la ONG Amaranta en Chile demostró la brecha en la exposición a la violencia en base al género. Mientras que 22 % de las niñas de entre 12 y 14 años declararon haber vivido violencia digital, la cifra bajaba a 13 % en el caso de varones de la misma edad. El 41 % de las adolescentes de entre 15 y 18 años declararon haberla sufrido, en comparación con 24 % de los hombres de su misma edad.
Para esta investigación, no encontramos estadísticas oficiales que permitan evaluar cómo se comporta la violencia digital en Cuba.
Usualmente, los pedófilos y pederastas no emplean las redes sociales más conocidas, debido a las restricciones que estas implementan para proteger las infancias. En consecuencia, prefieren otros espacios con menor vigilancia como los foros en la deep web, en los que comparten información, o los chats de los juegos online, para acosar directamente a sus víctimas.
Las redes sociales más empleadas, Facebook, Instagram, Tik Tok y Twitter, tienen políticas de seguridad al respecto. Sin embargo, la mayor parte de las denuncias de este tipo están automatizadas y pasan directamente por un algoritmo que detecta esas posibles fotografías y bloquea o banea las cuentas, según sea el caso. Pero, como todo sistema informático, es permeable y son estas fisuras las que utilizan los pedófilos y pederastas.
En Facebook, por ejemplo, la política prohíbe mostrar niños sin ropa. Sin embargo, el sistema no es capaz de detectar si las poses son sexuales o sugerentes, o determinar las intenciones de los comentarios siempre que no usen palabras vedadas.
Ante esas fallas de seguridad, una ciudadanía digital formada en sus derechos y responsabilidades es esencial. Las personas deben saber cómo denunciar. Aquí juega un factor determinante la educación para un uso responsable de las redes sociales y para la protección de los grupos más expuestos, como las niñas y los niños.
A veces, en el afán de reportar estos casos inmediatamente, las personas comparten los enlaces o capturas de pantallas de grupos o plataformas en los que detectaron los contenidos, para que aumente el alcance de las denuncias. «¿Qué pasa con esto? Que al hacerlo terminamos exponiendo aún más a los niños y niñas que aparecen», explica Vergara.
Para la especialista chilena es importante que las denuncias sigan un protocolo estándar para evitar que estos materiales terminen en más manos equivocadas y, con ello, revictimizar a las y los menores de edad implicados.
«Lamentablemente, lo que vemos en las redes sociales es la punta de un iceberg muy complejo que impide que niñas y niños puedan habitar espacios digitales seguros», aclara.
Entre quienes se sumaron a las denuncias de los grupos de Facebook se encuentra Laura Bustillo, quien recomendaba verificar qué perfiles llevaban más tiempo en el grupo y cuáles se habían unido luego; pues a las denuncias le siguió una marea de nuevos miembros, algunos para investigar y otros posiblemente para tener acceso a nuevas víctimas. Además, ella y otros usuarios intentaron encontrar a los cubanos miembros de los grupos para denunciarlos ante las autoridades.
La pedocriminalidad siempre está activa y en la búsqueda de nuevas imágenes, gran parte de ellas robadas de las redes sociales. Es en este momento que la labor preventiva y educativa de padres, madres, tutores y adultos en general cobra mayor relevancia. Hay que ser consciente del contenido que se comparte de niños y niñas y los posibles usos que terceras personas puedan darle.
Karen Vergara insiste en que la cuestión no está en restringir el acceso a Internet de menores de 18 años, sino en «tener una conversación cotidiana con los hijos e hijas sobre estos temas sin tapujos ni estereotipos, porque muchas veces cuando son víctimas de la violencia digital les cuesta mucho hablar por miedo a ser juzgados o incomprendidos o que los confronten con los agresores».
Pero más allá de la comunicación, existen precauciones prácticas para no exponer a los niños y niñas al acoso de pederastas. Los adultos deben controlar y verificar las imágenes que se compartan en redes sociales y asegurarse de que no estén hipersexualizadas. Además, es necesario que enseñen a sus hijas e hijos a rechazar solicitudes de amistad de personas que no conozcan y mensajes con insinuaciones sexuales.
Si alguna persona detecta que un menor de edad ha sido acosado en Internet, debe denunciarlo ante las autoridades. Para ello, resulta importante no borrar las imágenes, videos y conversaciones que puedan servir como evidencias; no denunciar el perfil acosador en la red social ni amenazarlo, para que no esté sobre aviso, y; no fingir ser el niño, niña o adolescente con la finalidad de contactar con el agresor.
La plataforma venezolana REDHNNA lleva años enfocada en la defensa de los derechos humanos de niños y adolescentes. En una entrevista concedida por Oscar Misle, psicoterapeuta y director de los Centros Comunitarios de Aprendizaje (Cecodap), alertó sobre los peligros de la hipersexualización desde temprana edad.
«Hay casos en los que desde muy pequeños comienzan a tener un culto por el cuerpo; los padres, familiares o amigos les abren cuentas en las redes, las utilizan para exhibirlos. Eso los coloca en situación de riesgo, crecen dándole mucho valor a la apariencia física y eso hace que tengan una especie de obsesión por el reconocimiento de otros, por la valoración que pueden hacer los demás de su imagen y, por ello, son presas fáciles para los abusadores sexuales. Ahí están los pedófilos y los pederastas al acecho», explica Misle.
El especialista recomienda que madres, padres y representantes legales deben conocer las redes sociales de sus hijos, saber cómo funcionan y hacer un seguimiento del empleo que le dan y aconsejarles. Además, deben conversar acerca de los riesgos de Internet, explicarles qué es la pedofilia y la pederastia, la pornografía infantil, y ofrecerles la confianza para comunicar cualquier incidente.
Pedofilia y pederastia en Cuba: más allá de las redes
Es muy importante distinguir entre pedofilia y pederastia. La primera describe una conducta sexual inapropiada y dañina y la segunda, un delito, una práctica abusiva. Aunque están ligadas, una no es dependiente de la otra.
Desde el anonimato, especialistas de la plataforma Yo Sí Te Creo en Cuba (YSTC)[1] explican que «en Cuba, como en muchos países, este tipo de delito encuentra sostenibilidad en la cultura machista y patriarcal y su legitimación e instauración en muchos discursos y contextos: religiosos, políticos, médicos, comunitarios, etcétera. Al no implementarse políticas integrales de la sexualidad que impacten sectores educativos, se hace más difícil en el país la prevención desde la educación».
Las estadísticas demuestran que la mayoría de los casos de abuso sexual denunciados son perpetrados por adultos allegados a la niña o niño, incluidos familiares muy cercanos. Entonces, la obligación de velar por su seguridad recae en las personas mayores.
«Lo importante en todos los casos es que los adultos estén atentos al entorno del niño o niña, les enseñen a proteger su cuerpo, a identificar cualquier señal y les den la confianza para contar lo que sea que les pase», añaden las expertas de YSTC.
Especialistas consideran que la educación integral de la sexualidad desde edades tempranas contribuye significativamente en la prevención del abuso sexual infantil, porque es una herramienta que los enseña a proteger su cuerpo y a comunicar a madres, padres y familiares cualquier signo de alerta en este sentido.
En el contexto cubano, el Informe Nacional sobre trata de personas 2020, publicado por el Ministerio de Relaciones Exteriores, arroja algunas luces sobre el fenómeno. Según el documento, los Centros de Protección a Niñas, Niños y Adolescentes (CPNNA), ubicados en La Habana, Villa Clara y Santiago de Cuba, y centros alternativos en el resto de las provincias, brindaron atención a 2 145 niñas y niños víctimas de presuntos hechos de abuso sexual durante 2020.
No puede descartarse que estos apenas sean una representación del total de los casos, puesto que, como sucede con otros delitos sexuales, las víctimas y sus representantes legales muchas veces no denuncian a sus agresores, en especial, si son personas cercanas.
Como estrategia de prevención, resulta esencial una atención integral a los delitos sexuales, y que esta continúe incluso luego de cumplida la condena para no facilitar el acceso del agresor a otras víctimas.
El 28 de abril, desde YSTC denunciaron el caso de un hombre en la comunidad El Cristo, Santiago de Cuba, que luego de cumplir condena por abusos lascivos contra una niña fue reinsertado en el mismo centro laboral donde perpetró el delito y en el que concurren menores de edad.
Queda mucho por hacer en el archipiélago desde la prevención, la educación y la legislación. Además, los servicios especializados para asistir a infantes y familias afectadas deben crecer y dirigir su foco a la reparación y rehabilitación psicológica. Mucho más en aquellos territorios rurales, donde el acceso al acompañamiento de expertos se dificulta.
[1] YSTC es una organización de la sociedad civil cuyas integrantes han recibido amenazas por parte de la Seguridad de Estado por el trabajo que hacen de registrar casos de violencia de género en Cuba y acompañar con recursos propios a las víctimas. Por este motivo, su labor la realizan desde el anonimato.
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