En un taller improvisado de Miami, dos mujeres nacidas en Cuba elaboran jabones artesanales. Cada barra, cuidadosamente empaquetada, tiene un propósito más trascendente que la higiene: su venta permite adquirir recursos vitales para 85 niños con parálisis cerebral (PCI) y otras enfermedades raras en Cuba. La iniciativa, bautizada como BeOne Soaps, es parte de un proyecto independiente más amplio, Aliento de Vida, que brinda recursos a varias familias en medio de la cruda realidad de la isla.
Mayda y Marta llegaron a Estados Unidos hace más de 30 años, aunque aseguran que nunca se han ido del todo de su tierra natal. «La idea de hacer jabones nació de la necesidad de recaudar fondos para adquirir recursos específicos como pañales, linternas, medicamentos y gestionar el envío de las numerosas donaciones», explicó Mayda. La solución fue más allá de pedir dinero y sensibilizar a la comunidad. Pensaron en crear un producto sostenible, algo que pudiera asegurar ingresos recurrentes. Mayda asegura que con la venta de dos jabones se garantiza el envío de una libra de alimentos o medicinas a Cuba.
Mientras una elabora la mezcla perfumada de aceites esenciales, la otra adorna los productos finales y revisa la lista de pedidos. Las solicitudes han aumentado, aunque todavía no se ha establecido una empresa. Eso sí, han aprendido a crear redes humanas, ya que la iniciativa ha unido a distintos miembros de la comunidad cubana en EE. UU. En sus manos, el jabón es mucho más que un producto, es también la vía para ofrecer recursos básicos a 35 ancianos —así como a otros cinco encamados— a los que ayudan con comida e insumos médicos.
La historia familiar de Mayda es muy particular. Uno de sus ancestros, José Dolores Poyo, fue un patriota que vivió en el exilio y que colaboró con José Martí recaudando fondos para la libertad de Cuba. «Desde aquí se pueden hacer muchas cosas como mismo pasó en 1895», aseguró. Inspirada en ese ejemplo, hace más de tres años gestiona junto a su amiga el envío de medicinas y alimentos a familias con urgencias médicas y sin recursos en la isla.
«Nuestro proyecto ha logrado unificar muchas voluntades basándonos en la premisa de ayudar a nuestros hermanos de manera directa»; es decir, sin que medien instituciones del Gobierno cubano, contó a elTOQUE y añadió que se trata de «una ayuda de cubano a cubano». Este video ilustra parte del trabajo que realizan.
Convertir jabones en recursos esenciales
Hasta diciembre de 2024, Aliento de Vida ha ofrecido ayuda a 39 personas con PCI en Pinar del Río, a seis en Cojímar y a 40 que residen en el Cerro y Diez de Octubre. Los voluntarios también suelen repartir comida a personas que viven en la calle. El trabajo de Mayda y Marta es apoyar desde Estados Unidos con lo que puedan gestionar. Los envíos incluyen sillas de ruedas, caminadores, bastones e insumos médicos. Para mover los grandes volúmenes de donaciones, necesitaban generar una fuente de ingresos autónoma.
El camino inicial de BeOne Soaps no fue fácil. «Al principio, intentamos aprender viendo tutoriales en YouTube, pero fue un error; no logramos la calidad que buscábamos», confiesa Mayda. Por esa razón decidieron inscribirse en una academia en la que conocieron los secretos de la jabonería artesanal. «Crear nuestras propias fórmulas fue la clave del éxito», enfatiza. Hoy los jabones no solo son demandados por su calidad, sino que se han convertido en un símbolo de solidaridad entre los que apoyan la iniciativa.
Las fundadoras aseguran que el proyecto no sería posible sin una extensa red de colaboradores que se articulan dentro y fuera de Cuba. En Miami cuentan con voluntarios como José Ramírez González —dueño de la agencia Destiny Travel—, quien ha ofrecido vuelos directos sin costo adicional para enviar las donaciones a la isla. Mientras que en Cuba hay voluntarios que reciben, organizan y distribuyen los paquetes en Pinar del Río y La Habana.
«Tenemos donantes en casi todos los estados de EE. UU., desde Florida hasta California, y también en países como Alemania, España y Colombia», explican las líderes del proyecto. Cuentan, además, con un programa de apadrinamiento en el que los padrinos, mediante un aporte mensual, aseguran una canasta básica de alimentos para una familia.
El mensaje de Mayda es claro. Todo aporte cuenta. «A los que consideran que su ayuda no es suficiente les pediría adentrarse un poco más en la vida del cubano. Quiero recordar que la mayor parte de las familias usan las sábanas y toallas de sus padres y abuelos cuando aquí desechamos la ropa en perfecto estado; que los juguetes usados de nuestros hijos pueden dar felicidad a un niño cubano. No importa si un tubo de crema está usado hasta la mitad o le sobraron tres tabletas de un antibiótico. Nosotros las completamos para auxiliar a muchos».
Relatos que marcan: ayudas de cubano a cubano
Los resultados de la unión con Aliento de Vida son evidentes. Una de las historias más significativas es la de Nayla Camila, una niña con síndrome de Down y PCI que vive en Cojímar. La madre de Nayla no podía pagar una silla de ruedas y su hija tiene movilidad reducida. «Cuando le entregamos la silla, la alegría de Nayla y su madre fue indescriptible. Cambiamos su vida», cuenta Mayda.
Nayla no es la única que ha recibido auxilio. Hay niños que dependen de ventiladores mecánicos para respirar y durante los apagones sus familias corren contra el tiempo para encontrar el combustible de los generadores eléctricos. «Lograr que esas máquinas sigan funcionando no solo mejora la calidad de vida, sino que literalmente salva vidas». En esos casos, el apoyo incluye la entrega de dinero que se recibe a través de donaciones. «Hemos podido financiar la compra de gasolina para mantener sus pequeñas plantas», refiere la activista.
BeOne Soaps no solo intenta mejorar las condiciones de vida de los niños, sino que también desea fortalecer el sentido de comunidad entre los cubanos, independientemente de su lugar de residencia. Para las fundadoras del emprendimiento solidario, lo más significativo es que el proyecto «ha logrado unificar muchas voluntades». Aseguran que la clave ha sido trabajar con transparencia y documentar cada entrega con fotos y reportes detallados. «Ello ha permitido que los donantes confíen en nosotros y se sensibilicen con la causa».
Crearon, además, un grupo virtual que conecta a las familias en Cuba con los voluntarios en Estados Unidos. En el chat intervienen psicólogos, médicos y nutricionistas que ofrecen orientación a las familias y a los cuidadores. En ese espacio se comparten actualizaciones sobre la condición de los niños, necesidades urgentes o simplemente palabras de aliento. «Es hermoso ver cómo la humanidad nos une por encima de las diferencias», concluye Mayda.
Retos y aprendizajes: ¿cómo crear comunidad?
El proyecto Aliento de Vida ha tejido una red solidaria que conecta a cubanos de ambas orillas y de otras partes del mundo. Desde Miami, los donantes y voluntarios movilizan recursos que luego se envían a través de vuelos directos. Una vez en Cuba, manos confiables reciben los paquetes que luego se distribuyen a las familias.
Como todo proyecto solidario en crecimiento, BeOne Soaps ha enfrentado desafíos logísticos y emocionales. Uno de los mayores retos ha sido lidiar con las limitaciones de envío. «Tenemos grandes cantidades de donaciones almacenadas que exceden la capacidad de los vuelos directos», explica Mayda. Sin embargo, con creatividad y perseverancia, han encontrado formas de hacer llegar la ayuda; incluso, a los municipios más alejados de Pinar del Río.
También han aprendido valiosas lecciones en el camino. «Cuando comenzamos, no queríamos simplemente pedir dinero; queríamos ofrecer algo a cambio», explica. Esa filosofía, combinada con un esfuerzo constante por mejorar la calidad de sus productos, les ha permitido construir una iniciativa sostenible.
El trabajo de BeOne Soaps y Aliento de Vida va más allá de lo material. Para muchas familias cubanas, recibir ayuda representa un alivio económico y emocional. «Nunca hemos visto abuso de la buena voluntad de los donantes. Las familias siempre se muestran agradecidas y consideradas».
Desde el exterior, la experiencia ha sido transformadora para los voluntarios y donantes. «Es emocionante recibir ayuda de personas que viven fuera de Cuba hace más de 50 años y aún sienten en carne propia el dolor de los cubanos», coinciden las dos mujeres.
Con un impacto tangible en la vida de decenas de niños y familias, el objetivo ahora es expandir el alcance del proyecto. «Queremos llegar a más personas, sumar nuevos colaboradores y hacer crecer nuestras ventas para seguir ayudando a los más vulnerables», afirma Mayda.
BeOne Soaps y Aliento de Vida son una muestra de cómo la empatía y la creatividad pueden superar cualquier barrera. En un contexto de escasez y dificultades, estos proyectos han demostrado que la solidaridad puede cambiar vidas y unir comunidades.
Los padres de Marta fallecieron en el exilio y durante muchos años «enviaron ayudas de todo tipo a conocidos y desconocidos en su natal Pinar del Río». En parte, para honrar su memoria, ella sigue buscando formas de socorrer a su gente: «Invitamos a todos a Be One of Us, a ser uno más de nosotros. Juntos podemos lograr cosas increíbles».
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Graciela Albarez Hernandez
Luis