Foto: Kaloian.
Expertos: Cuba y EE. UU. «deberán actuar con más rapidez de lo que jamás lo habían hecho»
26 / febrero / 2021
El 12 de febrero el diario Los Angeles Times se aventuró a anticipar el futuro de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. «Aunque prometió durante la campaña revertir agresivamente la política de Trump hacia Cuba, los planes de Biden tendrán que desarrollarse más lentamente de lo que esperaban algunos de sus asesores», pone en negro sobre blanco Los Angeles Times al analizar los márgenes de maniobra del presidente.
Juan González, jefe para Asuntos del Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional, durante una entrevista reciente con el canal Univisión aseguró que: «el compromiso es eliminar las limitaciones de remesas y hacer posible los viajes de estadounidenses a la isla». González «es un alumno de la administración Obama», recuerda Los Angeles Times en su nota.
LO QUE SE DICE EN WASHINGTON
Para Cuba Study Group, una organización no partidista integrada por empresarios y profesionales cubanoamericanos, con sede en la capital estadounidense, en cuanto a Cuba el mayor reto del presidente Biden estará en «hacer resiliente la normalización de las relaciones, a fin de proteger el progreso de ciclos políticos impredecibles». La facilidad con que Donald Trump logró revertir avances alcanzados en tiempos del «deshielo debe constituir un aviso de cara a una eventual «renormalización», señala un detallado informe presentado por el grupo a mediados de este mes.
Un acercamiento entre La Habana y Washington no podría prescindir de la avenencia de parte de la comunidad cubanoamericana, la misma que poco antes de las elecciones defendía de manera abrumadora la política de sanciones enarbolada por el magnate neoyorquino. A juicio de los analistas del Centro para la Democracia en las Américas (CDA) y la Oficina de Washington para Latinoamérica (WOLA), «en los primeros 100 días un representante presidencial debe reunirse con miembros comprensivos de la comunidad […] pidiendo su apoyo para una nueva política de participación y escuchando qué temas son de especial importancia para ellos», recomiendan en su reporte Una nueva política hacia de acercamiento.
El Centro para la Democracia en las Américas es un think tank dedicado a la promoción de prácticas incluyentes en política, economía y desarrollo sustentable, con énfasis en el establecimiento de alianzas a nivel continental. Sus oficinas también radican en la capital estadounidense. El actual ejecutivo ha dado señales de que brinda especial atención a las valoraciones de juicio especializadas, a diferencia de su predecesor.
De acuerdo con el Centro para la Democracia…, las razones para el acercamiento «son las mismas que cuando la administración Obama presentó su política el 17 de diciembre de 2014»:
«La vieja política de hostilidad (…) no estaba mejorando la democracia ni los derechos humanos en la isla, no estaba avanzando en los intereses geopolíticos de Estados Unidos y estaba bloqueando el progreso en cuestiones de interés mutuo. (…) El compromiso diplomático reducirá las tensiones bilaterales, ayudará a evitar crisis futuras y promoverá los intereses de Estados Unidos en una amplia variedad de temas».
El CDA y WOLA añaden que la política de confrontación de Trump hizo que la situación de los derechos humanos en Cuba empeorara en lugar de mejorar: «Agravó la mentalidad de asedio del régimen, le dio una excusa para reprimir a los disidentes y otras voces independientes, y proporcionó un chivo expiatorio para el empeoramiento de la economía».
Doce años atrás, cuando apenas comenzaba el primer período de Barack Obama, la directora ejecutiva de este centro, Sarah Stephens, compartía con el sitio CubaEconómica su vaticinio de que «lo mínimo que hará el nuevo presidente [es] eliminar las restricciones sobre los viajes y los envíos de remesas». Un estudio publicado por esa institución listaba «nueve maneras para que Cuba hable con nosotros». Casi punto por punto coincidía con la hoja de ruta para las negociaciones secretas entre ambos Gobiernos desde 2012.
Durante los primeros nueve meses de la nueva administración demócrata, el Centro para la Democracia recomienda la designación de un «diplomático de experiencia como encargado de negocios». El proceso de su confirmación como embajador sería dejado para más adelante, luego de restablecida la funcionalidad de la sede diplomática y conformada una comisión bilateral permanente.
«El fin del acercamiento […] dejó un vacío que otros países empezaron a llenar. En el mejor de los casos, naciones amigas […]. Mucho más preocupante para los intereses estadounidenses han sido los esfuerzos de rivales globales como China y Rusia para apoderarse del terreno que Estados Unidos dejó atrás», advierte Cuba Study Group. Sus analistas recuerdan el viaje a La Habana, en 2018, de un buque espía ruso, y la presencia activa en la Isla de gigantes tecnológicos chinos como Huawei. «En un momento en que las amenazas asimétricas y poco convencionales son una preocupación creciente, Estados Unidos no debe socavar sus propios intereses nacionales minimizando su presencia en Cuba», sentencian.
CDA y WOLA, por su parte, afirman que «Cuba está atravesando un proceso de reforma económica, avanzando lentamente hacia una economía más abierta, un cambio que Estados Unidos debería favorecer, alentar y apoyar».
UNA AGENDA INICIAL DE DOS AÑOS
El Centro para la Democracia en las Américas anticipa un escenario de al menos dos años para que las aguas vuelvan al nivel en que se encontraban al final de la era Obama. Los primeros nueve meses de esta administración serán decisivos, consideran sus analistas, quienes señalan la urgencia de un nuevo compromiso diplomático y la eliminación de las sanciones que entorpecen las relaciones familiares y socioeducativas.
«En términos prácticos, los cubanoamericanos son embajadores de los valores estadounidenses en el exterior [… su] reconciliación con los cubanos proporcionará una base firme para la normalización de relaciones entre los dos Gobiernos», acota el texto. Medidas como la supresión del límite en el monto de las remesas, la asignación de licencias a las aerolíneas norteñas para que vuelvan a volar a ciudades del interior de la Isla, y el restablecimiento de las visas «de entradas múltiples» (las conocidas como de cinco años) sobresalen en la agenda.
La promoción de los intercambios educativos es defendida por el informe a partir de una lógica que se remonta al segundo período de Clinton, cuando esos eventos fueron autorizados por primera vez. «Resulta especialmente importante para los estudiantes cubanos el ser expuestos a los principios académicos de libertad y abierto debate educativo que podrán apreciar en los intercambios con sus homólogos de Estados Unidos». A aquel contexto se suma ahora la conveniencia de utilizar esos viajes como una forma de impulsar al «emergente sector privado».
En el segundo año de «renormalización», sugieren, la Casa Blanca debería impulsar un diálogo en materia de derechos humanos, de cooperación en seguridad y aplicación de la ley, y en salud y protección medioambiental, además de ampliar los espacios a la complementariedad económica, como pasos fundamentales para incluir el «tema Cuba» en la agenda legislativa y, eventualmente, poner fin al bloqueo.
«[En medio] de la inédita confluencia de crisis» que enfrenta el nuevo Gobierno en Washington, CDA y WOLA hace la observación de que «como las sanciones del presidente fueron impuestas mediante la autoridad ejecutiva, todas ellas pueden ser revertidas con una firma del presidente»; de modo que darle prioridad al tema de Cuba no restaría demasiadas energías ni tiempo a asuntos más urgentes. Esa virtual discrecionalidad, además, coloca a Biden en posición de poner fin a un «conflicto de alto perfil en política exterior», cuya resolución lo avalaría como promotor de la democracia en el continente y pudiera resultar esencial en el tratamiento del «dilema venezolano». Los analistas del centro coinciden en fijar la novena Cumbre de las Américas, de la que Estados Unidos será sede en 2021, como una frontera temporal posible para la concreción de esa segunda ronda de acercamientos.
El informe de Cuba Study Group identifica «cuestiones difíciles» en una lista en la cual incluye la resolución de reclamaciones de propiedades, comercio e inversión con el sector privado cubano, Venezuela, derechos humanos, la Ley Helms-Burton y otras leyes relevantes para la relación bilateral, el embargo/bloqueo y la base militar estadounidense en la Bahía de Guantánamo, entre otros asuntos.
Al Gobierno cubano le correspondería adoptar una política de «normalización» para con su comunidad emigrada, plantea Cuba Study Group. «La política entre Estados Unidos y Cuba seguirá siendo un factor en la agenda electoral en el sur de Florida y a nivel nacional, los funcionarios cubanos deben reconocer la naturaleza simbiótica, de hecho, triangular, de la relación bilateral». Un punto a favor de un nuevo «deshielo» es que, según confirman investigaciones de universidades como la Internacional de la Florida (FIU), entre los cubanoamericanos las preferencias electorales «estuvieron menos ligadas a la política hacia Cuba de lo que los defensores de línea dura nos quieren hacer creer».
El hecho de haber ganado «pese a la Florida» no hace sino ampliar el margen de maniobra de Biden, aunque como resalta Cuba Study Group, «ambas partes deberán actuar con más rapidez de lo que jamás lo habían hecho».
La bancada de congresistas cubanoamericanos y otros políticos de la comunidad, en voz de Bob Menéndez (demócrata, por Nueva Jersey recién nombrado presidente de la comisión de Relaciones Exteriores del Senado, en sustitución de Marco Rubio, republicano, por la Florida), se ha apresurado a exigir «resultados tangibles» antes de cualquier negociación con La Habana. Tal requisito fue defendido como compromiso bipartidista por los asistentes a una conferencia organizada en Miami el pasado 17 de febrero.
La representación cubanoamericana en el Congreso de Washington es, desde las últimas elecciones, la mayor de la historia: tres senadores y siete representantes; los tres primeros y cuatro de los miembros de la cámara baja directamente vinculados al «tema Cuba». En principio, se perfila como potencial obstáculo de la «renormalización», un proceso que quizás esté por comenzar. De momento, estos think tanks apuestan por «afrontar las “cuestiones difíciles” y lograr que la normalización se arraigue mediante la diplomacia directa de alto nivel», en palabras del Cuba Study Group.
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Ivan el terrible