Hace tres semanas que no logro conciliar el sueño, pero lejos estoy de parecer enfermo. Tampoco trabajo de noche ni tengo hijos pequeños, sin embargo, el insomnio me persigue sigilosamente, dilatando las horas, empatando los días con las noches. Hace tres semanas que salí de Cuba, y sin proponérselo, Internet ha cambiado mi sentido de vida.
Por Carlos Alberto Pérez
Resulta entonces que no logro controlar mi tiempo, que la dependencia tecnológica me absorbe en un mundo virtual fuera de límites donde laptops, tablets y smartphone, todos conectados al mismo tiempo, marcan el claro límite de la diferencia. Quedar atrapado es entonces, como poco, la motivación más anhelada de cada día.
Y es así como crece la atracción por los contenidos a los que en Cuba nunca pude tener acceso. Conocer nuevas redes sociales, bloguear en tiempo real, descargar y actualizar softwares o materiales audiovisuales son hoy un regalo que en muy poco tiempo volverá a acabarse. De ahí que la alternativa al insomnio sea sacar el mayor provecho de la banda ancha, ya para descansar algún día se encontrará tiempo.
¿Por qué para Cuba este tema sigue siendo una asignatura pendiente? ¿A qué responde este agujero negro?
Recientemente ha vuelto a aparecer una luz al final del túnel, y con la prometida ayuda del gobierno estadounidense en materia de comunicaciones quizás podría resolverse la grave situación tecnológica que hoy sufre el país. De esta forma finalmente pasaría a la historia uno de los impedimentos más fuertes que alegan las autoridades respecto a la desconexión ciudadana, la infraestructura tecnológica.
Sin embargo, yo personalmente mantengo a distancia mis criterios respecto a este tema, sobre todo porque mi gobierno no da muestras de confianza con los vecinos del norte, y porque estos nunca han ofrecido nada tan fácil de lo que posteriormente le puedan sacar provecho.
La mayor frustración llegará cuando culmine la Global Conference on CyberSpace y retorne a casa, en un escenario como éste Cuba aún se debate entre la desconexión ciudadana y las abusivas tarifas estatales por este servicio, por eso mientras esté disponible trataré de sacar de Internet el mejor provecho posible y a la vieja usanza: largas noches, banda ancha y disco duro es todo lo que me hace falta. Eso sí, hasta que el cuerpo y la razón aguanten.
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