Ámbar Carralero. Foto: Cortesía de la entrevistada.
La poesía transmedia de Ámbar Carralero
25 / octubre / 2021
Cuando Ámbar Carralero empezó a impartir clases en el Instituto Superior de Arte, con 28 años cumplidos y un hipotiroidismo recién diagnosticado, supo que ella había sido Helena y Andrómaca los últimos diez años de su vida. Repasando los mismos mitos que había estudiado de manera aplicada, primero en la Escuela de Instructores de Arte de Holguín y luego como estudiante de Teatrología, supo también que algo debía haberse transformado durante ese cambio de rol de la alumna a la profe, y que su cuerpo estaba dando las primeras señales de ello. Pero no lo supimos otros hasta que su poema «El Muro de Helena & Andrómaca« fue leído en YouTube por la actriz cubana Inima Fuentes, a raíz de que el texto obtuviera el Premio de Poesía La maldita circunstancia, otorgado por la plataforma de difusión cultural Epígonos.
Algunos llegaron a través de ese texto a lo que es hoy un proyecto transmedia que abarca diversas plataformas. Partiendo de los cuadernos TroyanasenYouTube y Teatropeutas en YouTube (Canales para Heroínas), merecedores de los premios de Poesía Regino Boti y La llave pública, respectivamente, la autora ha comenzado a llevar a diversas redes sociales el eco de sus textos. Su formación como teatrista ha despertado en ella la necesidad de llevar la palabra escrita a la voz de actrices capaces de interpelar al espectador en un ejercicio performativo.
Desde antes, cuando apenas comenzaba a asomarse la COVID-19 a la isla, Ámbar había creado un canal en Telegram para difundir poesía y narrativa femenina. «Al principio solo leíamos mis amigas y yo, luego estuve unos meses sin actualizarlo y cuando nació mi hija, obligada también a jerarquizar un poco mis intereses y organizarme, regularicé las publicaciones y empecé a invitar a una autora distinta cada semana para que leyera sus poemas y dialogara con los oyentes acerca de su obra».
Ámbar asegura que cuando las Troyanas llegaron a su cuaderno, muchos de los textos ya estaban escritos. Tal vez por eso cuando uno asiste a la lectura de sus páginas, percibe una prolongación del tiempo entre las letras. Están allí las desilusiones de los veinte años, las pérdidas, las rupturas, mezcladas con sus impulsos y sus crisis individuales próximas a los treinta. «Yo me salvé en esa etapa porque escribí —me dice—. Estaba cuestionándome la maternidad, el hipotiroidismo..., pensaba: “mi ser intelectual hacia dónde va; de qué sirven las relaciones de pareja estables; hasta qué punto el amor existe o es solo un negocio, una conveniencia, un lugar común que marcha hacia el hastío inevitable, hacia una soledad inevitable. Me preguntaba si la compañía y la soledad son la misma cosa, porque el estado interior del ser humano es la soledad y esa soledad te va a acompañar donde quiera que estés».
Lo había leído así en algunos de sus textos de Troyanas en YouTube. En «Foto póstuma», cuando hablaba de la muerte de su abuela y de sus reencuentros silenciosos a través de los sueños; en «Soledad líquida» y esa fiebre necesaria de querer huir a donde seas un extraño; en «Cola de ángel», con la imagen de un goldfish que agoniza y te mira por detrás del cristal. Una escritura que a ratos se muestra como «un pensamiento crudo, que no tiene demasiada elaboración literaria», porque parte de realidades y sucesos que van dejando marcas en el cuerpo de la autora, en las hojas que sirven de puente para esa «salvación» de la que habla.
La idea de las Troyanas de su canal de Telegram le sirvió para llegar a una estructura que permitiera unir «textos tan diferentes, escritos en momentos distintos: cuentos, prosa poética, verso libre, crónicas, viñetas. Ya lo había intentado otras veces —me dice— pero resultaba un experimento que parecía arbitrario, no era coherente. Entonces llegué a Troyanas en YouTube imaginando que cada una de estas mujeres, que había sido yo en distintos momentos de mi vida a lo largo de diez años, eran una especie de youtubers. Y pensé que el canal de una no tenía por qué parecerse al de la otra y que la voz de una tampoco tenía por qué ser la misma de la otra. Por eso las convertí en personajes, que es lo que también le agradezco al teatro, y a cada uno de los capítulos del libro en un canal donde el personaje toma la palabra y no para hasta el final».
La necesidad de convertir la escritura en palabra dicha era una práctica experimentada por ella. Primero, cuando nadie hablaba de pandemia, unió a actores y escritores en la Casona de Línea y los hizo leer juntos cuentos, crónicas, listas y poemas, en un espacio que llamó Publicación Escénica, desarrollado junto a la narradora y editora Yudarkis Sarduy en colaboración con Impulso Teatro y la asesoría de Alexis Díaz de Villegas. Este espacio en alguna medida se ha mantenido vivo con la iniciativa transmedia. Pues si bien en Telegram convergen diversas autoras en un diálogo poético, leyendo sus textos a voz viva, entre imágenes que los acompañan desde lo visual, es el más reciente canal de YouTube el que materializa una nueva Publicación Escénica, ahora desde las redes.
Lo peculiar de #TroyanasenYouTube Canal para Heroínas, es el juego con los propios lenguajes de las redes sociales, a partir de una ruptura evidente con algunos de sus códigos. «En realidad los textos fueron pensados para el teatro, escritos a manera de monólogos. Siempre los pensé para que fueran dichos por una actriz. Y ante la realidad que vivimos, el canal de YouTube fue la oportunidad de que estas actrices pudieran decirlo ellas sin que mediara mi voz. Luego, el hecho de no tener aún dónde publicar el libro, a pesar de que el cuaderno hubiera sido premiado, me impulsó a buscar alternativas».
Este es un canal de troyanas, de Helenas y Andrómacas, y Hécubas y Casandras. En la convergencia de lo clásico y lo autoficcional, Ámbar ha encontrado un espacio para hablar de lo femenino. «Los dolores nuestros, la forma en la que vemos las cosas ha sido una preocupación constante para mí. Durante esa escritura estaba cuestionándome mucho el lugar de la mujer en la casa, el por qué las mujeres terminan siendo las cuidadoras casi siempre, por qué tienen que duplicar los roles, multiplicarlos. Me cuestionaba por qué había tanta violencia silenciada en torno a historias que tengo cerca, de madres de mis amigos, que decidí recoger en el cuaderno de manera documental y que tratan sobre violencia física explícita. Pensaba en por qué las mujeres somos tan machistas en Cuba y otras cuestiones que no me he respondido todavía. He respondido algunas, pero el cuaderno fue el cuestionamiento, la catarsis, la manera de botarlo, de decirlo todo».
Inima Fuentes es la primera de las cuatro actrices que conforman la serie de YouTube. En el canal puede vérsele desmaquillarse como quien se quita una máscara para hablar de sí misma. Se le ve hablar de frente a la cámara, como quien carga el peso de un destino inevitable, al tiempo que convierte sus rituales cotidianos en una expresión posible de la felicidad. «Había otra cuestión que tiene que ver con lo inexorable del destino, que es algo también de los griegos, sobre todo de esa obra que es Edipo Rey, en la que todo en torno a lo humano me parecía un poco cíclico, todo muy circular, lleno de misterios. A ratos esa evolución de la vida podía parecer macabra, diseñada por alguna deidad maléfica, porque la realidad puede ser muy dura, muy cruel, muy inexplicable. Y uno se harta de buscarle sentido a sucesos que parecen tan aleatorios… Los creemos construidos por nosotros mismos cuando nos complacen y por alguien que no nos quiere para nada cuando nos llevan recio».
Ámbar sabe que el reto para un proyecto como este sería poder ampliar la experiencia a su otro cuaderno Teatropeutas en YouTube y lograr un mayor nivel artístico en las publicaciones del canal, sobre todo en términos audiovisuales. Pero la manera artesanal en la que se han construido los videos y la posibilidad de documentar la realidad de las actrices que interpretan los textos desde sus espacios cotidianos constituye una primera satisfacción. Por eso, piensa en alternativas que en el futuro le permitan experimentar otras maneras de producción y llevar la palabra a otros destinos.
«Ahora me hace feliz la organización de un evento que vamos a realizar próximamente en el canal de Telegram. Lo hemos llamado Oscuridad y es sobre cuerpos que dan luz, para hablar desde la poesía de violencia obstétrica y otras zonas poco visibles. Lo haremos en colaboración con el proyecto santiaguero sobre temas de género “Diversas” y el Laboratorio de Escrituras Encrucijada, dirigido por la escritora Elaine Vilar. Por otro lado, estoy compilando una antología junto a Taimí Diéguez Mallo, que reúne la obra poética de mujeres que provienen de una formación teatral».
Mientras ella me habla de textos y libros por venir, yo escucho los gorjeos y llamados de su hija Valeria que va acompañando el diálogo como una premonición de otras dichas, de otras crisis y de otros crecimientos. «El cuaderno que nace con ella es otra cosa. Si Teatropeutas en YouTube y Troyanas en YouTube fueron la herida, el cuestionamiento frontal, la mirada fulminante, a ratos pesimista y radical hacia mi entorno espiritual y objetual, el cuaderno que estoy escribiendo ahora es el hilo de mi infancia hasta la de mi pequeña hija, es “el peso de una hija en el dolor de un cuerpo”, citando uno de los poemas y parafraseando a Piñera, y la levedad de mi espíritu que con ella en mi vida ha vuelto a encontrar la paz, la comprensión, el milagro de las coincidencias y el remanso».
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