El 23 de noviembre de 2024, medios de prensa independientes informaron sobre el naufragio de una embarcación rústica que había zarpado desde Playa Menéndez, en el municipio matancero Martí. En alta mar, la balsa tuvo un accidente con una lancha rápida, provocando la pérdida de 24 vidas, entre ellas un número no declarado de menores de edad. Del fatídico accidente solo se reportó un sobreviviente, el salvavidas, quien fue reportado en estado grave.

No sabemos cuántos lugares faltan por ocupar en las mesas cubanas. Tampoco sabemos con exactitud si el 31 de diciembre el silencio remplazará las canciones que siempre coreaban las familias para celebrar el cierre de año y la llegada de una nueva promesa de «todo será mejor».

Hace dos años, elTOQUE lanzó el proyecto periodístico «Migrar: una decisión de vida y muerte» para que las muertes y desapariciones de los migrantes cubanos en ruta hacia Estados Unidos dejaran de ser un número y adquirieran rostros. El proyecto rompe con el imaginario popular de la travesía siempre exitosa, ese que asegura: «quien sale llega», para mostrar el luto invisibilizado de familias rotas por la incertidumbre y la ausencia.

Cuando se publicó el especial, el 28 de febrero de 2023, el equipo de elTOQUE había registrado 733 sucesos migratorios (intercepciones, desapariciones, muertes, rescates, transferencias, repatriaciones y expulsiones) ocurridos en las distintas rutas, principalmente marítimas, que unen a Cuba y Estados Unidos. Al cierre de 2024, el total de eventos ascendió a 1 198, y se sumaron otros incidentes significativos como detenciones, devoluciones, deportaciones y secuestros.

Los países donde han ocurrido la mayor cantidad de incidentes relacionados con migrantes cubanos son Estados Unidos (52 %) y México (22 %). Los incidentes se registran en las dos vías irregulares más usadas para llegar a Estados Unidos: la vía marítima que han empleado los denominados «balseros» en las últimas seis décadas y la trayectoria terrestre que inicia en Nicaragua y recorre Centroamérica hasta llegar a la frontera entre México y Estados Unidos.

En la última década (2014­2024), las rutas migratorias irregulares entre Cuba y Estados Unidos cobraron la vida de, al menos, 313 cubanos y cubanas, mientras más de 787 personas se encuentran en paradero desconocido.

Las víctimas tienen edades que oscilan entre 2 y 81 años, lo que refleja cómo se han diversificado los perfiles de quienes no ven otra salida que la migración irregular. Al revisar los rangos de edad se observa que, tanto las personas cuyo paradero es desconocido como aquellas que fallecieron, se encontraban, en su mayoría, entre los 26 y los 35 años, seguidas por las que tenían entre 18 y 25 años.

En 2024, el proyecto «Migrar…» registró la muerte de, al menos, 52 migrantes cubanos irregulares, de los cuales solo se pudo identificar a 23 personas. Las causas de los fallecimientos fueron principalmente naufragios (29), seguidos por accidentes de tránsito (9), fallecimientos relacionados con condiciones médicas agravadas (7), asesinatos (4) y en tres casos no se pudo determinar las razones por las cuales las personas perdieron la vida. 

La Travesía, como también se conoce el proyecto, registró eventos que han involucrado a 31 216 personas a lo largo de una década. Sin embargo, este número es ínfimo comparado con las 217 615 personas que arribaron a Estados Unidos solo en el año fiscal 2024, el segundo éxodo más grande de la historia migratoria cubana, según registros de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés). 

El año fiscal, que abarca desde octubre de 2023 hasta septiembre de 2024, rompió récord con la llegada de 71 846 personas que formaban parte de una unidad familiar (FMUA). Los arribos de menores no acompañados por al menos uno de sus progenitores alcanzaron la cifra de 1 400, similar al año anterior. 

Migrar: una decisión de vida y muerte

Desde enero de 2021 hasta la fecha, miles de cubanas y cubanos han emprendido una peligrosa travesía hacia Estados Unidos; algunos por mar, otros por tierra. Sobre quienes no llegan porque mueren o desaparecen en el intento se habla poco.

En los últimos meses ―marcados por campañas presidenciales y promesas de cambio en política migratoria en Estados Unidos―, México ha contenido los flujos migratorios de la región, incluido el éxodo cubano. 

La Comisión Mexicana de Ayuda a los Refugiados reportó, al cierre de 2024, que la cubana era la segunda nacionalidad más frecuente entre los solicitantes de protección internacional en México, solo antecedida por las personas procedentes de Honduras. En el caso de los cubanos, la proporción de resoluciones positivas por parte de la Comar rondó el 69 % en el año que cierra.

Entre 2013 y 2024, México le otorgó la condición de refugiadas a 9 339 personas de nacionalidad cubana, convirtiéndola en la cuarta nacionalidad con mayor número de reconocimientos en el país, solo antecedida por Honduras, Venezuela y El Salvador. 

¿Se revertirá la tendencia migratoria en 2025?

En una reciente entrevista para La Joven Cuba, el demógrafo y economista cubano Juan Carlos Albizu­Campos proyectó que, para 2025, Cuba seguirá enfrentando una disminución de residentes en la isla.

Aunque desde 2005 se mostraba una ligera disminución del número de habitantes, se estima que entre 2020 y 2023 Cuba perdió alrededor del 18 % de su población debido a la emigración, principalmente de jóvenes y adultos en edad productiva, lo que ha generado una escasez de trabajadores en la isla.

Mientras se mantengan las condiciones actuales de una crisis que se agrava por días, persistirá el potencial migratorio cubano como expresión de la insostenibilidad de la vida, el descontento y la falta de esperanza y fe en el futuro.