Tiene 25 años, no le gusta leer y ninguna religión guía su vida. Tiene un novio hace un mes y no pretende casarse. Irania Lescaillez no sospecha la magnitud de sus próximas vivencias, mientras sostiene tales certezas.
Un día de febrero dos jóvenes decidieron sacar a pasear su amor recién estrenado. Para ello escogieron la Feria Internacional del Libro que se celebra una vez al año en La Habana. Allí aprendieron de devotos árabes qué era el Islam y de golpe sus vidas tomaron otro sentido. Irania y Boris ahora están juntos en matrimonio y son musulmanes cubanos, aunque muchos duden de esta última realidad.
Si bien Cuba es un país de una vasta riqueza cultural, aún cuando en este pedazo de ínsula coexisten 7 religiones establecidas; la fe islámica es vista a menudo como una rareza importada, que nada tiene que ver con los cánones occidentales. Cánones que, aterrizados a una cubanía a veces ajustada a moldes reduccionistas y maniqueos, inscriben a la creencia como un absurdo total.
Para aquellos que conciben que ser cubano es sinónimo de usar camiseta; para quienes suponen que el gentilicio solo les toca por derecho al fumador de tabaco, al bebedor de ron, al jugador de dominó y al que degusta cerdo asado; para esas personas que encierran lo autóctono en una burbuja, los seguidores de Allah destilan extravagancia.
Es curioso como algunos de esos “nacionalistas” per se, visten sus dorsos con frases esnobistas como: I love New York.
Sin embargo, Irania afirma que en su país no ha sido víctima de islamofobia. Cuando la gente la mira con sus túnicas holgadas y su pañuelo (hiyab), solo osan preguntarle si no siente el fuerte calor. Alrededor de 3.400 cubanos se han convertido al Islam según Pedro Lazo, presidente de la Liga Islámica de Cuba. La mayor de las Antillas dejó de ser hace años la tierra donde la colonización fraguó el catolicismo español de un lado y el sincretismo africano del otro.
Mientras los fieles del Corán esperan por la construcción de una mezquita, cuentan desde el 17 de junio de 2015 con una gran sala de rezos, ubicada en lo que hasta entonces fuera el museo del automóvil. Ante la necesidad de un lugar de congregación, la Oficina del Historiador de la Ciudad cedió ese espacio a estos creyentes. La mayoría de los musulmanes que frecuentan el salón son extranjeros que estudian, trabajan o visitan la Isla.
Y es precisamente aquí, en este párrafo de la historia donde se produce una inflexión. A partir de la apertura de ese sitio en La Habana Vieja -fragmento de la ciudad donde conviven la escasez criolla y la abundancia internacional- una cifra considerable de cubanos abrazó el Islam.
Ello ocurría en medio del Ramadán. La mayor celebración islámica no solo es propicia para ayunar durante el día y cenar manjares en la noche, sino para ofrecer el Zakat, tercer pilar de la creencia que brinda regalos al prójimo.
Así, no pocos nacidos en Cuba asumen la fe como el bienaventurado que llega a la repartición de un botín. Varios se autoproclaman hijos de Allah y cuando vuelven el rostro le dan las gracias a Olofin. Otros van y rezan al lado del hermano egipcio que puede obsequiarles un Iphone. En esta religión y en nuestra sociedad hay de todo como en botica. El mapa de lo cubano es complejo. A veces se distorsionan los objetivos en aras de arribar a un estado de lucro.
Hay quienes venden hasta el alma para comprar otro empeño.
Sin embargo, son muchos los que en este rincón del Caribe adoptan el Islam guiados por convicciones. Entran a la fe por diferentes motivos, respetando todas sus leyes, como la pareja de nuestra historia.
Ha pasado un lustro. Irania Lescaillez cumplió 30 años y todos la nombran Aisha. Conoce profundamente a su esposo Boris, que ahora es Abdul Kamil. Asegura que quien se vale del Islam para cometer delitos, deforma los preceptos de un credo absolutamente pacífico. No se siente oprimida como tantos pueden pensar.
Cada vez Irania o Aisha (como la quieran llamar) tiene más amigas musulmanas que –sin ser obligadas por nadie- cubren su cabello y combaten el calor de esta Isla.
comentarios
En este sitio moderamos los comentarios. Si quiere conocer más detalles, lea nuestra Política de Privacidad.
Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *
Liborio
Luis Hernandez
Ignacio Granados
Aishah
Aishah