Luz Escobar: «La oposición sí tiene un plan»

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Luz Escobar (La Habana, 1977) es periodista. Durante ocho años (2014–2022) contó Cuba desde adentro para 14yMedio, siguiendo de cerca temas de derechos humanos, la cultura y la vida cotidiana bajo un régimen autoritario. Durante años fue hostigada por ejercer el periodismo independiente; pese a la persecución y el exilio, ha defendido la información libre y los derechos humanos. En 2022, recibió el Premio Internacional de Periodismo El Mundo en la categoría de libertad de prensa, un reconocimiento a su coraje y al trabajo sostenido de los equipos independientes que la acompañan. Hoy reside en Madrid: colaboró con Diario de Cuba en un pódcast sobre DD. HH. y forma parte de Casa Palanca, un fondo que impulsa a periodistas cubanas. 

En esta conversación con Julio Antonio Fernández Estrada (JAFE), Luz habla de su salida del país, del oficio en el exilio, de cómo ha mutado la oposición y de las urgencias de una Cuba que, a finales de 2025, atraviesa una crisis humanitaria y de libertades.

***

JAFE: Gracias por estar en Pensar Cuba, Luz. Empecemos por lo personal: ¿cómo fue irte y empezar de nuevo?

Luz: Yo nunca quise irme. Pero hubo un momento en que la situación se volvió crítica, mi familia estaba en peligro. Emigramos tarde, con carreras hechas: yo, el periodismo; mi esposo, el arte. Con dos hijas adolescentes, había que ganarse el pan, no sobrevivir «como se pueda». Daba miedo: te repiten que migrar con más de 40 es complicadísimo. Aun así, el empujón de la urgencia pudo más. Ya fuera, ayudó encontrar una comunidad cubana que había abierto camino y podía decirte «es por aquí».

JAFE: El aterrizaje legal suele ser un laberinto.

Luz: Falta una guía viva para los recién llegados; estoy intentando aportar a eso. Los trámites cambian y una decisión sensata en 2022 puede ser un disparate en 2025. Aun con tropiezos, seguimos: Julio Llópiz armó con colegas el colectivo creativo Forma Foco y yo trabajé un tiempo con Diario de Cuba en un pódcast de derechos humanos. Hoy estoy de vuelta en 14yMedio, enfocada en redes y promoción cultural, y formo parte de Casa Palanca, que busca fondos para que periodistas en la isla puedan investigar y cobrar con un mínimo de dignidad.

JAFE: Hacer periodismo desde fuera es otra cosa.

Luz: Sí, es complicado. En Cuba tenía las fuentes a mano —cuando me dejaban salir de casa—. En el exilio, hay diferencia horaria y un peso emocional fuerte: te escribe a las 2:00 a. m. una madre con su hija presa y no puedes ignorarla; no solo trae información, necesita sentirse acompañada.

JAFE: Hablemos del pódcast de derechos humanos. ¿Cómo fue esa experiencia?

Luz: Fue muy enriquecedora, aunque también bastante agotadora. Estaba en contacto directo con personas que sufrían violaciones o tenían familiares presos, y eso emocionalmente te pasa factura. Fue bueno que el diseño del programa incluyera, por ejemplo, los derechos culturales y económicos: entender que los DD. HH. son también salud, escuela, comida. Esa experiencia me sirvió para entender el amplio mapa de la oposición en Cuba y la enorme fuerza que existe en los familiares que apoyan a los presos políticos. También para ver la evolución que muchos han tenido. Recuerdo que, al principio, algunos familiares de recién detenidos no querían denunciar porque la Seguridad del Estado les decía que guardar silencio era lo mejor. Con el tiempo comprendían que, cuando llegaba la sentencia máxima, ese silencio no había servido de nada, y entonces sí querían hablar. Todo ese proceso te da herramientas. Yo nunca le digo a nadie qué hacer, pero cuando alguien me pregunta, puedo compartir lo aprendido: no sé qué es lo mejor para cada quien, pero sí sé que a otros el silencio no les ha servido. Lo que realmente funciona, y lo que es honesto, es denunciar el atropello.

JAFE: Además, ha habido un deterioro grande de los derechos sociales y económicos. Durante años, el relato oficial vendía que, aunque no hubiera libertades cívicas, «lo social» estaba garantizado. Eso ya no es cierto desde hace mucho. En 2025, faltan medicinas, maestros, comida; las escuelas y hospitales no funcionan. Sin libertad de expresión ni asociación tampoco puedes defender esos otros derechos: si no puedes organizarte, ¿cómo arreglas el barrio, la escuela, el hospital?

JAFE: Luz, hace un rato hablábamos de tu familia y del peligro que ustedes vivieron. Tú tienes una experiencia distinta a la de muchas personas por ser hija de Reinaldo Escobar. Mucha gente empezó a descubrir el carácter totalitario del sistema apenas en los últimos años, mientras tú lo conoces desde siempre. Por eso me interesa saber: ¿ves una diferencia generacional o de enfoque en la forma en que se ha desarrollado la oposición cubana desde la época de tu padre hasta ahora? ¿Ha cambiado la manera de entender los derechos y de oponerse al sistema?

Luz: Desde niña vi llegar agentes a mi casa. Mi padre —Reinaldo— me enseñó dos claves: 1) que el miedo no te paralice, y 2) con la Seguridad del Estado no se habla fuera de una citación formal en una unidad policial. Ellos están entrenados para sacarte información; no lo saben todo y lo completan con lo que tú digas. En 2019, sufrí cuatro interrogatorios seguidos, de cinco horas, e intentaron llevarme a «un lugar informal» para grabarme. Dije no, una y otra vez. Resistir funcionó: en el quinto, me mandaron a casa. Ese tipo de herramientas hay que transmitirlas.

Y en cuanto a las diferencias, sí y no. Mi generación venía de hablar bajito. Yo, por mi casa, hablaba alto y chocaba con miedos en escuelas y teatros. Luego encontré a gente distinta —Omni Zona Franca (en Alamar), Luis Manuel Otero Alcántara, Tania Bruguera— que, con miedo o sin él, se expresaba. Lo que falta muchas veces es oficio ante la represión: no reunirte «en parques», no contestar llamadas informales. 

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Una de las debilidades de la oposición en Cuba es que se ha tenido que estar regenerando todo el tiempo, porque muchos hemos tenido que salir al exilio o, bueno, en Cuba hay gente que se ha cansado y ha tenido que dedicarse a otra cosa. Entonces, esa renovación sin aprender las lecciones de los que han estado antes es una debilidad. Si tú llegas a una carpintería a aprender a cortar madera, no vas a inventar la manera de cortar: aprendes el método del que tiene el oficio. Y esto es igual: al final se trata de experiencia.

JAFE: He visto también que muchas personas rechazan la historia oficial y, con ella, el conocimiento básico de cómo está organizado el país. Esa ignorancia —Estado vs. Gobierno, ley vs. decreto, resolución ministerial vs. acto administrativo, Fiscalía vs. Tribunales; Partido vs. Estado; comunismo vs. PCC— impide entender de dónde sale la represión y cómo opera el totalitarismo. Esos huecos vienen del sistema, de su educación y de una cultura política que mezcla todo y desalienta el aprendizaje cívico.

Luz: Creo que parte de algo que se ha discutido mucho en la oposición, qué es la legitimidad. La gente no le otorga legitimidad a ese Gobierno y, por tanto, rechaza la historia oficial, rechaza sus instituciones, rechaza la Constitución. Yo sí creo que es vital conocer la estructura que está rigiendo en ese país, no por otorgarle legitimidad ninguna, sino porque es la que está por encima de mí. Tú no puedes enfrentarte a algo que no conoces.

Cuando me «regularon» (prohibición de salida) en 2018–2019, me enteré en el aeropuerto. En Inmigración me dijeron que estaba «en investigación de la Fiscalía». Escribí a la Fiscalía y me respondió por escrito que no me investigaba. Volví con ese papel: entonces admitieron que no era investigación, sino que yo era una persona de «interés público». Esa insistencia —papel, cuño, membrete— desnuda las arbitrariedades y, a veces, obliga a que una institución funcione. Por esa razón, hay que conocer cómo se organiza el poder: no para legitimar, sino para defenderte.

JAFE: ¿Qué imaginas como horizonte político?

Luz: No hay posibilidad de reforma en Cuba: ni siquiera las que impulsa el Gobierno llegan a cumplirse. Más que discutir entre capitalismo y socialismo, lo que el país necesita es un sistema que funcione. Insistir en «reformar» un modelo totalitario que impide asociarse y expresarse libremente es imposible.

A la oposición se le exige «plan», y planes hay, pero no han podido socializarse: cuando tres cubanos se reúnen, van presos. Ya lo vivimos tras el 27N: un movimiento que apenas pudo verse cuatro veces y lo desarticularon con arrestos domiciliarios e incomunicación.

Antes de la visita de Obama (marzo de 2016) se trabajaron cinco puntos comunes. Sí, hubo consenso en liberar presos políticos, restaurar libertades básicas, etcétera. La Seguridad del Estado dinamitó ese esfuerzo y cada cual terminó presentándose por su lado. La lección: priorizar lo común —Estado de derecho, transparencia, libertades— y dejar para después las diferencias de modelo económico. Sin tumbar la dictadura, lo demás no ocurre.

JAFE: ¿Y para ti, cuáles serían hoy las prioridades de Cuba? Si tuvieras que trazar cinco puntos básicos, ¿qué habría que hacer primero para poder pensar en todo lo demás después?

Luz: Esta pregunta ahora, a finales de 2025, va a tener una respuesta diferente a la que te hubiera dado en 2018. Primero, lo urgente: hoy Cuba está en una crisis en la que la gente pasa hambre y no tiene electricidad ni acceso digno a la salud. Dicho esto, para mí, la base de cualquier cambio es despenalizar la discrepancia política y garantizar libertad de asociación y libertad de expresión. Sin esos pilares no hay forma de reunirse, debatir y poner en marcha proyectos —desde defender a los animales hasta reformar la educación—; cada mínima apertura ha demostrado que la gente crea y produce.

JAFE: Coincido: lo humanitario tiene que ir primero: sin gente no hay patria ni futuro. No confundamos pueblo y Gobierno: se trata de proteger a las personas con el mayor humanismo, democracia y garantías de derechos humanos posibles. Y hay que saber que ningún Gobierno mágico resolverá en cinco o diez años un daño de seis décadas.

Luz: En mi familia hablamos de Cuba todo el tiempo; no existe la opción de dejarla atrás. Aunque el instinto de conservación a veces diga que hay que apartarse, yo no concibo mi vida sin pensar en Cuba ni en su futuro democrático. No sé si volveré —emigré tarde y esta ya es mi vida—, pero sigo trabajando para que la democracia llegue y que el país pueda florecer.

JAFE: Gracias, Luz. Que nos encontremos en ese camino.

Luz: Gracias a ti. Seguimos.



***Nota: Este texto es una versión resumida de la entrevista original en video. Fue realizada con apoyo en IA y supervisada por el autor y por el equipo editorial de elTOQUE.


Este videopódcast es una realización de elTOQUE con el apoyo de Cuba Study Group.


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