Octubre 2024: el mes más oscuro de la crisis eléctrica en Cuba

Foto: Enrique Torres

Octubre 2024: el mes más oscuro de la crisis eléctrica en Cuba

4 / noviembre / 2024

Octubre de 2024 ha sido, con diferencia, el peor mes para la generación de electricidad en Cuba. La desconexión del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) y las casi 100 horas que tomó su restablecimiento lo evidencian. Sin embargo, el colapso no fue un hecho puntual, sino el resultado de una situación crítica sostenida durante los últimos meses, y que continúa. 

En 25 de los 31 días de octubre, el Sistema Eléctrico Nacional programó apagones el día completo, en distintas zonas del país. Algunos de los cortes de electricidad se extendieron más de 16 horas, antes y después del apagón general.  

Los datos que ofrecen los partes diarios de la UNE no permiten hacer un análisis de la duración de los apagones en cada municipio, porque estos los planifican en cada territorio las autoridades locales a partir de la afectación indicada por el sistema nacional. Sin embargo, sí permiten evaluar cuan crítica ha sido la situación general del país y ver la cantidad de horas diarias en la que el sistema ha logrado mantener el fluido eléctrico, como se refleja en la gráfica. Cada uno de los cuadrados rojos (claros y oscuros) significa que a esa hora hubo apagones en algún territorio del país. En total, hubo 722 horas ―de las 744 que tiene el mes― con apagones programados y solo 22, en todo el mes, sin apagones. Estas últimas siempre en la madrugada. Lo que demuestra que, aunque la hora pico es la más compleja, el sistema está durante todo el día generando menos de lo que necesita el país. 

La causa de la crisis la conocemos: el Estado no puede generar la energía que el país necesita. La electricidad total que produce el país es menor que la demanda. Eso es un hecho, y no va a cambiar a corto plazo. Las autoridades lo saben y en su discurso apelan a «disminuir el consumo» y «ahorrar» como paliativos a un problema para el que no tienen solución. 

Sin embargo, «la situación siempre puede ser peor». En dependencia del estado de las termoeléctricas y de la disponibilidad de combustible en el país, cada día el panorama puede ser grave, muy grave, crítico o incluso colapsar el sistema, como ocurrió el 18 de octubre. Un hecho que se podría repetir debido al estrés y la inestabilidad con que opera el sistema eléctrico. 

¿Qué pasó en octubre?

Las centrales termoeléctricas, el corazón enfermo del sistema, siguen dando signos evidentes de agotamiento. Con una capacidad instalada máxima de aproximadamente 1 825 MW, este mes ―como promedio― 487 MW no estuvieron disponibles. O sea, el 25 % de la generación térmica se puede descontar, porque debido a las averías y los mantenimientos no aporta electricidad.

Si analizamos los bloques de generación de forma independiente, algunos tienen un rendimiento limitado. 

Ver gráfica interactiva aquí

De los 16 bloques de generación ―divididos en siete termoeléctricas― tres nos han funcionado en todo el mes (la unidad 2 de Santa Cruz, la unidad 5 de Renté y la unidad 2 de Felton). Esta última lleva todo el año fuera del sistema y según el ministro de Energía y Minas, Vicente de la O, su restablecimiento tomará más de un año, pues se necesitan más de 50 millones de dólares para importar los recursos que necesita. Del resto resalta su intermitencia entre averías y mantenimientos. 

Los datos que ofrece el parte diario sobre la falta de disponibilidad por las salidas de las termoeléctricas pueden resultar contradictorios. Por ejemplo, para el 31 de octubre solo informaron 361 MW de déficit por este concepto, con nueve unidades fuera del sistema; mientras que el día 25, con solo seis unidades fuera de servicio, que coinciden, se reportaron 645 MW de déficit.

Según la información oficial, la salida de las termoeléctricas no ha estado relacionada con la falta de combustible, que solo se reportó entre el 10 y 12 de octubre en la unidad 6 de Nuevitas. Esto significa, que los problemas de la generación térmica son independientes de la disponibilidad de combustible, algo que sí afecta a otras fuentes de generación. Imaginemos las termoeléctricas cubanas como carros viejos: arrancan con dificultad, se sobrecalientan con frecuencia y pasan más tiempo en el taller que en la carretera.

Las centrales flotantes (patanas) han resultado un comodín defectuoso, cuando debían proporcionar un respaldo confiable. En octubre, por falta de combustible, la patana de Santiago de Cuba no estuvo operativa por 20 días. El resto de las patanas (al menos de las que ofrece información la UNE), también se han tenido que apagar total o parcialmente: la de Regla, seis días, y la de Melones y la de Mariel, siete días. Esto no solo aumenta el déficit de generación, sino que es dinero tirado a la basura. Aunque no estén funcionando, el pago de la renta a la empresa turca Karpowership se mantiene. 

El 17 y 18 de octubre, justo antes del colapso eléctrico, las cuatro centrales mencionadas tenían sus motores apagados por falta de combustible. 

La otra fuente de generación que se afecta por este motivo son los grupos electrógenos, que dependen tanto de fuel como de diesel. Además, el combustible que usan debe ser trasladado hasta cada uno de los emplazamientos, lo que supone un gasto adicional. En octubre, como promedio diario, 46 grupos electrógenos no estaban disponible. El 31 de octubre, estuvieron fuera de funcionamiento 72 grupos. Esto significa perder una media de 281 MW de generación, aunque el 28 de octubre llegaron a reportarse 456 MW menos.

En resumen, el déficit energético de octubre tuvo dos protagonistas: las fallas en la generación térmica, que sigue aportando la mayor cantidad de energía, y la falta de combustible que afecta al resto de las tecnologías, con las excepciones de Energas, que produce energía a partir del gas acompañante del petróleo, y de las fuentes renovables de energía. Sobre estas dos últimas fuentes no se brinda información en los partes diarios de la Unión Eléctrica, aunque su aporte al sistema eléctrico es reducido. 

Entonces, siempre que haya falta de combustible en el país, algo que ocurre de manera cíclica (al no contar el Gobierno con suministros estables ni dinero para pagarlo en tiempo), la electricidad tendrá picos críticos que se traducirán en apagones prolongados. 

El peor ejemplo ocurrió el viernes 18 de octubre a las 11 de la mañana, cuando colapsó el sistema. Ese día se pronosticó una afectación de 1 565 MW, más del 50 % de la demanda, con 909 MW menos por falta de combustible, las cuatro patanas paradas y 54 grupos electrógenos menos. La reconexión no ocurrió hasta el martes 22 de octubre a las 2:44 p. m. y en ese tiempo tuvieron que reiniciar tres veces el proceso.

La demanda: «culpable» de la falta capacidad de generación eléctrica

Mientras mayor es el déficit de generación, más afectaciones diarias pronostica el sistema y eso quiere decir más apagones. Cada día elTOQUE publica un resumen del pronóstico de la Unión Eléctrica, a partir de la demanda que considera habrá en el país, cuánto puede cubrir y, por tanto, cuántos MW se afectarán. Aunque no son datos fijos, pues los valores pueden variar cada hora, el pronóstico para la hora pico ―momento de más demanda― nos ayuda a comprender como estará el país en el momento más crítico del día. 

En octubre de 2024 estos fueron los valores promedio: 3 226 MW de demanda, 2 065 MW de disponibilidad, 1 157 MW de déficit y 1 227 MW de afectación. Significa que, de forma general, en el mes se planificó apagar el 38 % de país durante el horario pico. En la gráfica se puede ver cómo se comportaron los valores cada día. 

Insisto en que estos valores son pronósticos de la UNE y que en la mayoría de los días quedan por debajo de la realidad. Excepto dos días, el resto del mes la afectación real estuvo por encima de lo que previeron, como se puede ver en la gráfica.  

Ver gráfica interactiva aquí

Si bien la situación más grave de octubre fue el apagón generalizado entre los días 18 y 22, tras la conexión han continuado los apagones de hasta 16 horas en algunos territorios. Una situación que podría decirse es la normalidad de la crisis energética en Cuba. 

El sistema eléctrico cubano, en octubre de 2024, continúa en cuidados intensivos, sobreviviendo. La obsolescencia de las termoeléctricas, la falta de mantenimientos adecuados, y, sobre todo, la escasez de combustible mantiene al país en un estado de precariedad energética constante, con leves signos de mejoría, antes de volver a la crisis.

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