La organización no gubernamental Reporteros Sin Fronteras (RSF) comenzó a emitir en 2002 una Clasificación Mundial sobre la Libertad de Prensa que consta de 180 puestos. Cuba ocupó entonces el escaño 134; actualmente, se sitúa en el lugar 173 y es el país con la peor situación de libertad de prensa en América Latina.
El hostigamiento continuado a periodistas independientes en 2022, las amenazas de prisión, el exilio forzado de decenas de reporteros y la entrada en vigor, el primero de diciembre de 2022, de un Código Penal (CP) que criminaliza el ejercicio del periodismo no oficial podrían incluir a Cuba en las últimas posiciones de la tabla en la clasificación de 2023, que estará disponible a finales de abril.
CUBA: UN PAÍS INSEGURO PARA LOS PERIODISTAS
Por debajo de Cuba se encuentran países con situaciones desfavorables para el desarrollo de los derechos humanos y civiles como Vietnam, China, Birmania, Turkmenistán, Irán, Eritrea y Corea del Norte.
El objetivo de la clasificación, según reza en el sitio interactivo de la organización, es «comparar el grado de libertad de prensa del que gozan los periodistas y los medios en 180 países o territorios». Para ello, RSF investiga lo sucedido a lo largo de un año en cada uno de los lugares.
La organización se basa en cinco indicadores para elaborar su ranking mundial: la seguridad de los periodistas, el marco legal, y los contextos económico, político y sociocultural. En cada uno de los elementos, Cuba presenta números adversos, incluso con respecto a países con alto índice de periodistas asesinados como México o Colombia.
La puntuación se calcula con base en un recuento cuantitativo y otro cualitativo. El último toma como referencia «las respuestas de especialistas en libertad de prensa (periodistas, investigadores, profesores universitarios, defensores de los derechos humanos…) a un cuestionario elaborado por RSF en 23 idiomas», expone la metodología de la clasificación.
En un contexto como el cubano obtener información fiable representa un arduo trabajo, pero RSF tiene informantes locales. La organización se nutre también de los criterios de periodistas que han visitado la isla o de los colegas cubanos residentes en el extranjero.
Los datos ofrecidos por RSF constatan que en 2022 el Gobierno de Díaz-Canel no asesinó a ningún periodista y que solo uno guarda prisión, Lázaro Yuri Valle Roca. Un análisis frío de los hechos situaría a Cuba junto a países en los que sí se respeta la libertad de expresión y de prensa; pero los contextos totalitarios ameritan estudios diferentes.
La muerte civil de un periodista
Para determinar el grado de seguridad en que viven los profesionales de la prensa en sus naciones, RSF toma en cuenta el «sufrimiento psicológico o emocional, fruto de la intimidación, la coerción, el acoso, la vigilancia, el doxing (difusión de información y datos personales), discursos degradantes o de odio, descrédito público u otras amenazas hacia los periodistas o sus allegados» y también los perjuicios laborales por pérdida de empleo, incautación de equipamiento o saqueo de sus instalaciones.
En el archipiélago, el régimen ha empleado otros procederes como el chantaje, la intimidación y la tortura psicológica para conseguir no la muerte física, sino civil de sus víctimas.
La oleada represiva contra los comunicadores no oficiales provocó que en agosto de 2022 un grupo de periodistas renunciara a colaborar con elTOQUE por las presiones directas o indirectas contra ellos.
A finales de octubre de 2022, la televisión nacional emitió un programa para desprestigiar el medio y expuso fragmentos de videos obtenidos bajo tortura psicológica.
También renunciaron a trabajar en medios independientes Cynthia de la Cantera y Nelson Julio Álvarez Mairata, ambos exiliados en la actualidad.
Para la vicepresidenta de RSF, Edith Rodríguez Cachera, que Cuba esté situada entre los «países asesinos e implacables» se debe a una serie de factores.
«En este caso se tienen en cuenta el deterioro y la práctica inexistencia de la libertad de prensa. No nos pesa el hecho de que sea un país oficialmente sin sangre, nos pesa más que es un país sin pluralidad informativa, sin nada que se parezca a un periodismo libre; un país que ejerce un control férreo sobre las comunicaciones, sobre Internet y que tiene una especialidad propia que es enviar a los periodistas al exilio, acosarlos mediante la Seguridad del Estado, intimidarlos y atropellarlos», especificó Rodríguez Cachera.
PARA EL PODER CUBANO INFORMAR SÍ ES DELITO
Una de las etiquetas más empleadas por los reporteros cubanos hostigados es #InformarNoEsDelito. Para el Gobierno cubano el control de la información y la opinión pública es una cuestión de subsistencia, por lo que se ha blindado legalmente para mantener su statu quo y neutralizar a quienes disienten desde la palabra y el activismo.
Con respecto al marco jurídico, RSF observa cómo este «condiciona, penaliza, persigue, castiga la libertad de prensa. Sería, por ejemplo, el caso del nuevo Código Penal cubano. Ahí vemos las legislaciones opresoras que utilizan los Gobiernos para perseguir a los periodistas, cercenar la libertad de prensa y controlar a los medios de comunicación», dijo Rodríguez Cachera a elTOQUE.
Dentro del cuestionario de RSF hay 25 preguntas e incisos dirigidos al marco legal. Las interrogantes aluden al ámbito legal en relación con la libertad de medios y periodistas para trabajar, el acceso a la información y la existencia o ausencia de impunidad para quienes perpetran actos en contra de los reporteros.
Antes de la aprobación del nuevo Código Penal una de las normativas empleadas contra el periodismo independiente era el Decreto Ley 370, específicamente el inciso i) del artículo 68, que considera una violación «difundir, a través de redes públicas de transmisión de datos, información contraria al interés social, la moral, las buenas costumbres y la integridad de las personas». La ambigüedad del apartado es conveniente para el Gobierno; las multas para «infractores» son de 3 mil CUP.
Luego de diciembre de 2022, a la lista de regulaciones se suma el artículo 143 del CP, empleado por la policía política como arma represiva, incluso antes de aprobarse la norma. Varios periodistas han asegurado que, durante los interrogatorios, fueron amenazados con ir a prisión por el artículo 143 incluido en la figura delictiva «Otros actos contra la seguridad del Estado».
La norma establece penas van entre cuatro a diez años de cárcel para quien «por sí o en representación de organizaciones no gubernamentales, instituciones de carácter internacional, formas asociativas o de cualquier persona natural o jurídica del país o de un Estado extranjero, apoye, fomente, financie, provea, reciba o tenga en su poder fondos, recursos materiales o financieros, con el propósito de sufragar actividades contra el Estado y su orden constitucional».
Para Rodríguez Cachera, tras la aprobación del CP y el aumento de la represión a raíz de las protestas masivas del 11 y 12 de julio de 2021, la situación de libertad de prensa en Cuba podría deteriorarse más.
«Y es difícil porque está, insisto, en los diez últimos puestos de la tabla. Llegará el día en que no toque fondo. No es tanto quizá por un tema de un puesto más o un puesto menos, sino de la tristeza que es constatar cómo el régimen de Díaz-Canel extermina el talento de los jóvenes periodistas cubanos dentro del país», mencionó.
NARRAR CUBA DESDE EL EXILIO
En 2022, Cuba vivió el mayor éxodo de su historia. Entre quienes se han visto obligados a emigrar —por la represión de la Seguridad del Estado— se encuentran periodistas y colaboradores de elTOQUE, Diario de Cuba, 14ymedio, CubaNet, ADNCuba y otros medios de prensa independiente.
No existen estadísticas que validen cuántos periodistas han salido de la isla en el último año. El destierro de unos ha sido más evidente que el de otros, pero quienes han llegado a diferentes territorios como España, Estados Unidos, México, Alemania, Suiza, Francia, por solo citar algunos países de destino, han sido empujados a un exilio forzoso que, en la mayoría de los casos, no tiene retorno y significa comenzar de cero en un lugar al que no se pertenece.
Esa realidad no es desconocida para RSF, así cuenta su vicepresidenta: «Estamos espantados por el ritmo al que el periodismo cubano está siendo forzado al exilio. Somos testigos de cómo aterrizan en los aeropuertos de España, periódicamente, periodistas jóvenes cubanos que tenían la ilusión de emprender lo más parecido a un periodismo crítico en la isla; y cómo a base de acoso, represión psicológica, torturas emocionales, psicológicas, físicas y persecución de la Seguridad del Estado, al final deciden abandonar su país».
«Nuestra tristeza es infinita porque admiramos profundamente el periodismo cubano desde Reporteros Sin Fronteras España. Cuba siempre ha sido un referente por la calidad de su redacción periodística y por el contenido que son capaces de narrar los periodistas cubanos», agregó Edith Rodríguez.
Redacciones casi completas están fuera de la nación, lo que constituye un reto para seguir contando lo que sucede dentro de una sociedad controlada por el totalitarismo. Desde hace cinco años RSF emprende un Programa de Acogida Temporal de Periodistas Perseguidos en América Latina en el cual han participado dos cubanos, ambos peticionarios de asilo político en España.
RSF España tiene especial interés en que la historia del periodismo independiente cubano se conozca y sea escuchada en todos los espacios posibles, expone Rodríguez Cachera.
«Contamos en RSF Internacional con fondos específicos para ayudar a redacciones completas y nos estamos planteando eso ahora. En Cuba comienza una situación complicada que se da en pocos sitios como Rusia o Nicaragua. Sus redacciones están instaladas en otros países. Entonces quizá hay que cambiar el enfoque y, en lugar de ayudar a los periodistas de forma aislada, tengamos que plantearnos ayudar directamente a las redacciones, lo cual supone un reto económico importante para la organización; pero nos lo estamos planteando».
«En ciertos sectores ideológicos en España había una reticencia a condenar la situación criminal que vive el periodismo independiente cubano y, ahora mismo, gracias a la labor de visibilización que hacemos, esas barreras están cayendo. Todo el mundo es consciente de que la situación es dramática», finalizó Rodríguez Cachera.
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