Si yo fuera un medio oficial de prensa dejaría de hablar de la cosecha de papas en Cuba. Cuando el primer cubano se vuelva loco y le entre a puñetazos a la pantalla de su TV, no será durante la transmisión de un partido de béisbol o fútbol –como suele suceder en un funny video de Youtube—, sino durante un reportaje sobre la exitosa cosecha de papas.
Por Alejandro Rodríguez
Ahora no es solo la carne de vaca, o la leche y el queso: hasta para comer papas ya hay que acudir al trapicheo ilegal. En los mercados estatales (únicos autorizados a expender la vianda) es más fácil toparse con Dios que con la papa. En las carretillas del barrio sí aparecen, pero allí hay que pagarlas a sobreprecio (lo cual significa más del 500%), y es un acto ilegal de punta a cabo. ACOPIO— uno de los culpables—, es un acto ilegal en sí que de alguna manera ha logrado sobrevivir a los intentos por eliminar eslabones podridos entre el campo y las cocinas.
La comida en la mesa, al parecer, forma parte de esa pausa que no admite prisas: luego bostece usted, y espere…, sin prisa y también sin papas.
La solución final al desabastecimiento alimentario puede estar en el canibalismo xenofílico. Al respecto hay cifras alentadoras: durante el primer trimestre de 2015, por ejemplo, se exageruplicó la cantidad de visitantes a la Isla.
Y ya que acá hemos comido gatos y hasta ñandúes hurtados del zoológico, las “francesas arrugadas” o las “italianas fritas” podrían integrar un próximo capítulo en la enciclopedia culinaria nacional.
Si yo fuera un medio oficial de prensa tampoco hablaría de la relación entre los cubanos y las nuevas tecnologías e Internet. O al menos no como si existiese alguna: el tono debe ser entonces el mismo con el que se habla del monstruo del Lago Ness o de las galaxias más lejanas.
Luego de un reportaje donde se abordó el asunto, y de las visitas de dialogantes norteamericanos (incluida una a las oficinas de ETECSA), todo indica que el derecho nuestro a la Red es como un peón de ajedrez con el que se amaga jugada de vez en cuando.
Recuerdo en aquel reportaje a un funcionario de ETECSA diciendo que el servicio Nauta de navegación internacional era caro, pero muy eficiente. Sin embargo en la ciudad donde vivo nunca se amplió la infraestructura inicial del servicio, la cual solo pudo hacer lo que normalmente hacen las infraestructuras iniciales, que es deteriorarse. Y era de lástima ver al señor de espejuelos tratando de encontrar las letras en su teclado borroso, o las colas para navegar que generó una reciente promoción de rebaja al 50%.
Desde entonces no he podido volver a utilizar el correo electrónico del móvil (la variante más popular del Nauta), pues la conexión de datos se me ha puesto imposible y las tarifas reales del servicio se corresponden cada vez menos con lo estipulado, que es 1 CUC por megabyte. El margen de error siempre favorece a la Empresa.
Si yo fuera un medio oficial de prensa dejaría de hablar de la sociedad civil, o al menos no lo haría hasta encontrar una definición conveniente del incómodo concepto.
Como se aproxima la Cumbre de las Américas, con un foro paralelo de la sociedad civil, aquí se prueba una variante propia, integrada por los CDR, la FMC, la FEU, la CTC y cuantas siglas usted recuerde firmando comunicados de apoyo a las decisiones del poder, o no pronunciándose en contra de ninguna.
Se pretende autenticar, por ejemplo, a una Central de Trabajadores que apoyó un plan de despidos a gran escala y a una Federación de universitarios que nunca alza la voz en defensa de los estudiantes expulsados de la educación superior por razones políticas.
Pues esa sociedad civil del Gobierno ensaya cómo desenmascarar en Panamá a la sociedad civil de los disidentes, que a su vez ensaya para desenmascarar a la primera. Y entre ambas se colarán algunos miembros de esa otra sociedad civil que nada tiene que ver con el Gobierno o los disidentes, aunque ambos bandos la ubiquen más cercana a sus contrarios.
Es un enredo de máscaras muy nuestro, como la doble moneda, la doble moral y los cubanos de afuera y de adentro. Un enredo provocado, definitivamente, por la falta de Internet y papas.
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GREGORIO
Aventuras e infortunios de un corresponsal en Cuba
http://www.14ymedio.com/entrevista/Aventuras-infortunios-corresponsal-Cuba_0_1756024383.html
El caso es que en aquel encuentro definitivo en la sede del Centro, en la Rampa, el funcionario encargado de comunicarme el desenlace de todo aquel proceso se sentó frente a mí y se limitó a leer lo que llevaba escrito en un papel. Era el artículo 46 del reglamento del CPI, según el cual la entidad puede retirar la acreditación de un corresponsal cuando considere que ha faltado a la ética o la objetividad, o bien haya realizado acciones “impropias” de su cometido. Pregunté de qué modo y en qué informaciones había incurrido yo en alguno de esos supuestos. El funcionario, en lugar de contestarme, volvió a desdoblar el papel y me repitió el contenido del artículo en cuestión. Sí respondió a mi pregunta de si tenía un plazo para irme: “A la mayor brevedad, en cuanto organices la mudada y vendas el carro”, dijo.
José Roberto Loo Vázquez