Jorgito es hipoacústico y trabaja como archivista en el Centro de Rehabilitación del Neurodesarrollo que fundó su padre. Foto: Hansel Leyva
Un bebé transformó un municipio y un país
23 / mayo / 2017
Durante el parto, la mamá de Jorgito sufrió un shock anestésico. El bebé, que hasta entonces había crecido sano en el interior del vientre materno, tuvo sus complicaciones. Era 1986 en Cárdenas, un municipio matancero a 148 kilómetros de La Habana.
Treinta y un años después, Jorgito trabaja como archivista en el Centro de Rehabilitación del Neurodesarrollo, en la misma ciudad donde nació. Es hipoacústico, tiene problemas en el habla y una memoria fotográfica increíble: conoce con exactitud las fechas y nombres de los niños que desde el 2002 allí se atienden. Niños que, como él, nacieron con factores de riesgo.
Su llegada transformó la rutina de la familia: había que rehabilitar al bebé, y solo en la capital podían hacerlo; había que mantener además a sus hermanas, de 6 y 9 años. Los padres —estomatóloga ella, él pediatra de la Unidad de Cuidados Intensivos— se alternaban entre La Habana y Matanzas, entre los horarios de sus consultas y las de su hijo menor.
Jorgito transformó la historia de sus hermanas, que apoyaron su atención, y se graduaron luego de Pediatría y Licenciatura de Enseñanza Especial.
Jorgito transformó la historia de su municipio y del país. El Centro de Rehabilitación del Neurodesarrollo es el único de su tipo en toda Cuba.
El Dr. Jorge Rodríguez pensó que podían existir otros niños como el suyo, y otros padres, como él, necesitado de ayuda. Por ello, buscó el apoyo del Centro de Diagnóstico y Orientación del Ministerio de Educación para ofrecer consultas en sus horas extras. Como único personal contaba con su enfermera de terapia intensiva y un Licenciado en Cultura Física que le garantizaba la rehabilitación.
Jorgito tenía para entonces seis años.
Alentado por los primeros resultados de su trabajo, el doctor decidió solicitar la baja en el hospital de Cárdenas e incorporarse al Policlínico Héroes del Moncada, en la misma ciudad. El cambio significó más tiempo para las consultas que recién comenzaba, especializadas en neuropediatría, un área menos común dentro de la medicina.
Veinte años exactos pasaron hasta que Jorge Rodríguez logró levantar una institución única de su tipo en Cuba. Con ayuda del Partido Comunista Alemán fundó, el 18 de septiembre de 2002, el Centro de Rehabilitación del Neurodesarrollo al que nombraron Rosa Luxemburgo.
La clínica creció: de trescientos niños atendidos inicialmente, hoy casi llegan a mil; de apenas veinte trabajadores, hoy cuentan con más de sesenta.
El flujo se alteró: las familias de La Habana viajaban hasta Cárdenas para atender a sus hijos. Hoy llegan casos de todo el país.
Ahora los padres de Cárdenas están más conscientes de lo que significa un bebé nacido con factores de riesgo. No importa si se mantiene sano y sin complicaciones, igual lo llevan a la consulta. Por si acaso. Igual el Centro lo atiende. Por si acaso también. En ellos se ha creado una cultura entorno al neurodesarrollo y la rehabilitación en el área de pediatría. Una cultura que, cuando Jorgito nació, no existía.
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Jesús Arencibia Lorenzo
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