Foto: Ella Fernández.
«Va a ser una transición traumática»: exiliados venezolanos opinan sobre el 10 de enero y la toma de posesión
9 / enero / 2025
Quieren quitarme el río y también la playa
Quieren el barrio mío y que tus hijos se vayan (…)
Aquí nadie quiso irse y quien se fue sueña con volver
Si algún día me tocara, [sé] que mucho me va a doler
Bad Bunny, «Lo que le pasó a Hawaii»
«¿Qué pseudónimo te gustaría?», le escribo a Paula antes de saber siquiera si Paula es un buen nombre. Tal vez le parece artificial o impostado y prefiere «Úrsula», «Penélope» o cualquier otro que le recuerde que ya ella puede escoger cómo quiere que la llamen, que siempre pudo. No me responde. O sí, lo hace, pero me habla de otros temas más relevantes, no de este «bautizo» periodístico que para ella no es nada nuevo. Paula ha tenido tres nombres a lo largo de su vida: el que eligieron sus padres cuando ella nació, el que eligió ella más de 20 años después y el que he elegido yo para este texto, uno que Paula aún no conoce y que seguramente detestará.
«No sabría decirte si va a haber una caída o si se va a mantener el régimen», me confiesa en un audio, «lo que pasó en Siria con Bashar al-Assad ha sido un punto de inflexión, pero en Venezuela hay mucha gente enchufada y no porque sean chavistas o maduristas, sino porque dependen de esa anarquía total para sus negocios». Paula, chica trans venezolana de 27 años y persona con autismo, prefirió aparecer en este artículo bajo pseudónimo, a pesar de que no es activista ni opositora y vive fuera de su país desde 2018, actualmente en Madrid.
Y yo, que aquí no pinto nada, solo quiero saber qué opinan los venezolanos sobre la democracia antes de que la democracia suceda. Algo semejante a cantar un estribillo que reconoces o intuyes, pero que nunca te has detenido a escuchar.
Maduro militariza Caracas más de lo normal, que ya es decir algo; Edmundo visita a Milei, Lacalle Pou y Biden en Buenos Aires, Montevideo y Washington D. C., respectivamente; María Corina convoca una movilización masiva para el 9 de enero, en vísperas de la toma de posesión. «Un poderoso rito de libertad», según sus palabras. Todo acontece al mismo tiempo y Venezuela parece ser la enzima, el catalizador del continente.
«El chavismo se soporta ahí, en el desorden y la ilegalidad», insiste Paula. «Otra cosa es la división política que hay en el país, porque es verdad que está la coalición de María Corina Machado, donde hay gente de extrema derecha y extrema izquierda, cuyo único punto en común es la oposición a Maduro». La Mesa de Unidad Democrática (MUD), liderada por Machado, está compuesta por 11 partidos que oscilan ideológicamente entre el liberalismo conservador y el socialismo democrático. «Pero cada uno de ellos quiere su propia versión de Venezuela después de que se vaya Maduro, no importa que Edmundo sea el presidente. Por eso creo que, si hay una transición, va a ser una muy drástica y muy traumática».
De la misma forma que ocurre en Cuba, por varias razones o ninguna en especial, en Venezuela todavía existe bastante gente que apoya al oficialismo. «Si miras las actas, obviamente la mayoría votó por Edmundo [7.4 millones], pero hay todavía 3 millones de personas que votaron por Maduro». Según me cuenta Paula, no solo se trata de polarización política o ideológica; sino que existe, además, un fuerte componente racista en Venezuela, fenómeno que no ha hecho más que acentuarse en los últimos años. «Los de clase alta, generalmente descendientes de europeos, se refieren a los de clase baja como “tierrúos”, mientras que los de clase baja llaman “sifrinos” a los de clase alta», me cuenta; «hay mucho odio y resentimiento entre ambas partes y eso es algo de lo que se ha aprovechado Maduro».
Como suele suceder cuando converso con Paula, o simplemente cuando Paula conversa, más allá de quien sea su interlocutor, los temas se deslizan uno tras otro hilando vínculos sutiles, aunque efectivos. El ovillo hipertextual de Calvino, la Biblioteca del viejo Borges. «¿Qué crees que pase en Venezuela el 10 de enero? ¿Qué quisieras que pasara?» fueron mis preguntas.
«Venezuela está en el penúltimo nivel en la escala de los estados fallidos», arremete Paula, «no tan mal como Siria, pero casi. Si no hubiera caído Bashar al-Assad te hubiera dicho sin dudas que Maduro se queda, pero ahora te puedo decir que el escenario es incierto. Aun así, veo difícil una transición, porque este Gobierno está tan manchado que no lo creo posible».
«Un cambio de poder a la fuerza tendrá un costo político inmenso»
Con Adrián coincidí en noviembre de 2024 en São Paulo, en el décimo encuentro internacional de LatamChequea, red latinoamericana de verificadores de datos. Antes de ese evento, nos asesoró en un proyecto investigativo a Mario Luis Reyes y a mí, ambos miembros de CubaChequea, la unidad verificadora de la revista Árbol Invertido; por lo que ya habíamos hablado un par de veces a través de Meet o Zoom.
Durante nuestra segunda noche en Brasil, entre una cerveza y otra, Adrián y yo establecimos una suerte de complicidad espontánea, acaso familiar, que se sostenía en el parentesco de nuestras experiencias habitando el totalitarismo y luego denunciándolo. Poco o nada de lo que contábamos era inteligible para los demás; nos reconocíamos como los últimos hablantes de una lengua tribal y recóndita que el resto de la región parecía haber olvidado, si es que en algún momento la padeció: colas, escasez, inflación, libreta de racionamiento, parole humanitario, carné de la Patria, asilo político, comités de defensa, represión y censura, Díaz-Canel y Maduro, Hugo Chávez y Fidel Castro. Revolución.
«Te voy a decir lo que yo, como verificador, ingeniero y venezolano fuera de mi país, considero que debería pasar», me responde Adrián González, director de Cazadores de fake news y residente en Santiago de Chile desde 2016. «En vista de la cantidad de desinformación que nosotros verificamos en torno a las elecciones del 28 de julio, debería haber una toma de posesión por parte de Edmundo González Urrutia».
En aquel momento, la oposición mostró las actas electorales que confirmaban la derrota de Maduro, digitalizadas y de libre acceso en Internet. «Nosotros, como verificadores, estábamos esperando que el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y el candidato Nicolás Maduro, de alguna manera, demostraran que “habían ganado”, pero no lo hicieron, no defendieron de una manera contundente su supuesta victoria». A pesar de las recomendaciones de algunos aliados y de los reclamos de la comunidad internacional, el oficialismo nunca ofreció pruebas decisivas que acreditaran su «triunfo».
De las más de 25 000 actas escaneadas por la oposición (el 85 % del total), «solo una cantidad ínfima no tenía el nombre de los testigos, algo que, de acuerdo con la legislación del país, ni siquiera invalida el acta. El resto no tenía ningún problema, estaban perfectas». Los fact-checkers de Venezuela, entre los que también se encuentran Efecto Cocuyo y EsPaja, tuvieron la oportunidad de analizarlas detalladamente, mientras que el diario argentino La Nación incluso creó un mapa interactivo en el que se muestran los colegios electorales a los que pertenecen, sin excepción, todas y cada una de las actas.
«Ahora, ¿qué creo que va a ocurrir? Es bastante evidente que Nicolás Maduro se va a juramentar», me dice Adrián, «y va a ser declarado presidente por la misma camarilla que lo ha acompañado hasta ahora». Con respecto a Edmundo González, tal vez la mayor incógnita en este tablero, Adrián entiende que «va a haber algún tipo de juramentación, pero no se tiene claro ni dónde ni cómo va a ser ni ante qué organismos, presidentes o asamblea se va a realizar».
Resignado, me confiesa, como agitando su oráculo al aire: «Un cambio de poder a la fuerza tendrá un costo político inmenso».
Bonus track: la abuela, la calle, el insilio. «La gente sabe que si sale a protestar los van a matar»
Antes de comenzar a escribir este trabajo contacté con otra amiga venezolana, también residente en España. En un giro bastante afortunado de los acontecimientos, la amiga me recomendó a su abuela, que aún vive en Caracas, como «fuente» para mi «investigación». Al principio pensé en entrevistar solo a venezolanos fuera de su país, exiliados de cualquier clase o categoría. Aun así, las palabras de esta señora se me parecieron tanto al «insilio» (o a lo que yo entiendo como tal) que decidí incluirlas en este artículo.
Lo siguiente no es más (ni menos) que la transcripción textual de un audio de una abuela venezolana:
«Hola, buenas tardes. Aquí las calles están tranquilas. La gente no comenta nada de política. La gente está comprando, está en los autobuses, y no se nombra nada de política. La gente compra su comida. Lo que dicen es que están comprando comida y que ese día no van a salir a la calle. Eso es lo que dicen muchas personas. Pero en estos momentos las calles están tranquilas y nadie comenta nada de política. Antes de las elecciones la gente echaba broma, “mira, Maduro te va a llenar la nevera, oíste, Maduro te va a llenar la nevera” y la gente se reía. Ahora no se dice nada, la gente callada. Entonces, yo creo que no va a pasar nada, por lo mismo, porque la gente sabe que, si sale a la calle, entonces van a arremeter contra ellos porque los militares tienen todo bien resguardado. He visto por ahí que está trancada la avenida donde está Miraflores, está cerrada. La gente sabe que si sale a protestar los van a matar».
comentarios
En este sitio moderamos los comentarios. Si quiere conocer más detalles, lea nuestra Política de Privacidad.
Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *
Nivia Alum Dopico
Avisail Cabrera