En los primeros días de septiembre la tasa de cambio del CUP en el mercado informal llegó a la emblemática marca de 150. Este número, junto a muchas otras experiencias extremadamente difíciles que atraviesan los cubanos en los últimos años, nos transporta a 1993, cuando se vivían los peores momentos del Período Especial. Ahora, como antes, la tasa de cambio es un reflejo de la contracción en la actividad productiva nacional, la escasez, los desequilibrios monetarios, la desesperanza y la confusión.
A 150 se llega después de un mes bastante agitado en el mercado informal de cambio, que coincide con la decisión del Banco Central de Cuba (BCC) de intervenir este mercado desde el 4 de agosto. En agosto, el valor medio de la tasa de cambio CUP/USD aumentó 18.6 pesos y el valor máximo de agosto (145) superó el valor máximo de julio en 27 CUP. Algo similar ocurrió con la tasa de cambio con relación al MLC (dólar bancario). En la tabla 1 se resumen los datos.
Agosto fue el mes del año con mayor volatilidad en la tasa de cambio. La desviación estándar de las variaciones diarias para la tasa CUP/USD y CUP/MLC, superó en 52 % y en 79 % los registros de enero a julio. En un solo día, justo el 4 de agosto, el CUP se depreció siete CUP en relación con el MLC (dólar bancario) y el 5 de agosto se depreció cinco CUP en relación con el dólar físico.
El mercado cambiario no es para recaudar divisas
El 4 de agosto el Banco Central abandonó el tipo de cambio oficial de 1x24 y renunció a la unificación cambiaria, dos de los pilares de la reforma monetaria de 2021. La autoridad monetaria fijó una tasa de 120 CUP por USD — cercana a la tasa informal en esos días—, la cual se aplicaría a las operaciones cambiarias de las personas naturales con las casas de cambio (Cadeca) y los bancos, tanto en efectivo como en transferencias desde el exterior.
Además, se manifestaba la intención de poder incluir luego en ese mercado a las empresas privadas, campesinos y cooperativas. Sin embargo, no se decía lo mismo para las empresas estatales o con inversión extrajera, y otro tipo de organizaciones, las cuales aún operan con la tasa de 24 CUP por USD. Ello significó el regreso de la controvertida política de tasas de cambios múltiples.
El Gobierno cubano buscaba con estas decisiones retomar el control del mercado cambiario minorista, sacar del juego a los operadores cambiarios informales y ofrecer seguridad y legalidad a los ciudadanos y turistas en estas transacciones. Se intentaba desbloquear así uno de los principales obstáculos que tenían las remesas para su llegada por vías bancarias formales.
Durante las primeras semanas después de las medidas, las casas de cambio y los bancos hicieron operaciones en una sola dirección (compra de divisas), y desde el 23 de agosto comenzaron también la venta de divisas, pero únicamente en transacciones en efectivo y fijando un límite de 100 USD diarios por persona.
Hasta aquí, más allá del cuestionamiento que se pueda hacer a los tipos de cambios múltiples, resultan decisiones hasta cierto punto comprensibles dado la baja disponibilidad de divisas en los bancos, y que persiguen objetivos dentro del ámbito de acción de cualquier banco central. ¿Por qué entonces se produce en agosto una significativa depreciación del peso después de los anuncios del BCC?
El gran error ha sido la decisión de perseguir una compra neta de USD en las operaciones de las Cadeca y los bancos. Ello implica sacar USD de un mercado en el que no sobran los USD, faltan, y una evidencia muy clara ha sido su continuado encarecimiento en el mercado informal durante más de dos años. Poco turismo y menos remesas son dos factores fundamentales en este desequilibrio.
La disposición del sistema financiero de comprar más USD de los que van a vender es sumamente inflacionaria. De esta forma, el mercado cambiario formal se convierte en un emisor neto de CUP, en un momento en el que la economía está inundada de CUP debido a la monetización de los excesivos déficits fiscales. Además, presiona a una mayor depreciación de la tasa de cambio informal (tal y como en efecto ocurrió en agosto y continúa en septiembre) y ello se transmite a los costos de producción y a los precios finales de los productos en los mercados de consumo (el llamado efecto traspaso hacia la inflación).
Es entendible el desespero que tiene el Gobierno cubano por obtener divisas para poder pagar importaciones y apoyar con USD la reactivación de la actividad productiva; sin embargo, el mercado cambiario no es la vía. Un mercado cambiario formal y seguro es simplemente un servicio que debe ofrecer el sistema financiero a la economía. Ello contribuye a la entrada de USD al país porque facilita canales más transparentes para la llegada de remesas y para las operaciones cambiarias de los turistas. En la medida en que se incluyan en este mercado, tal y como se anunció, a las empresas privadas, a los campesinos y a las cooperativas (y a otros actores económicos estatales y mixtos, pero que funcionen bajo las condiciones de este mercado), ello tendría un impacto de mayor dimensión en la actividad productiva nacional.
El Estado no debe usar la compra neta de USD en el mercado cambiario para financiar sus gastos. El Estado debe financiarse por vía de los impuestos y de las utilidades de las empresas estatales. Dado que las Cadeca y los bancos (todos de propiedad estatal) controlan el mercado cambiario formal, ello le reporta al Estado una utilidad por intermedio del margen comercial (diferencia entre la tasa de compra y de venta). Este sería el único dividendo directo que debería financiar gastos del Estado.
La explicación oficial que se presenta para justificar la apropiación del excedente asociado a la compra neta de USD es que este se empleará para promover la circulación minorista estatal (mercados de consumo estatales), de esta manera crecería la demanda de CUP y así se controlaría la tasa de cambio y la inflación.
Sobre esto, dos comentarios. La circulación minorista estatal no tiene la relevancia que tenía en décadas anteriores, una vez que se han dado pasos desde 2010, y en este mismo año, 2022, con las pymes, para ampliar la participación del sector no estatal en los mercados de consumo.
La política monetaria debe adaptarse a este cambio estructural y despegarse de la lógica de entrada y salida de dinero de la población usando la circulación mercantil minorista estatal. Lo que existe es una demanda de dinero por parte de los hogares y de empresas con diferentes formas de propiedad, y el Banco Central debe controlar la cantidad de dinero en función de esta demanda.
Lo otro, no existe en el mercado cambiario actual un excedente de USD. Por eso, cualquier intervención cambiaria del Banco Central para sacar USD del mercado, para el fin que sea, ensancha el desequilibrio entre la oferta y la demanda de divisas y repercute de una manera desproporcionada en la pérdida de valor del peso cubano y en la inflación. No tiene sentido económico (ni común) agravar un problema (devaluación e inflación) para después intentar arreglarlo (con el aumento de la circulación mercantil minorista estatal).
La tasa oficial de 120 queda mal parada
Como van las cosas, el 120 puede terminar por ser el nuevo 24. Es cierto que los residentes y turistas prefieren comprar y vender divisas en instalaciones seguras y dentro de la legalidad, pero todo tiene un límite. En el grado que continúe la ampliación de la brecha entre la tasa oficial de 120 y la tasa informal (alrededor de 150) el mercado informal va a retomar protagonismo.
Con una tasa oficial muy por debajo de la tasa del mercado informal, cada vez menos personas tendrán el incentivo de vender los USD en el mercado financiero formal, como sucedía con la tasa de 24 CUP por USD. Por este camino, las Cadeca y los bancos comprarán cada día menos USD. Por tanto, no habrá USD para vender a las personas naturales, no importa el tamaño de la cola que hagan, y mucho menos para satisfacer el excedente que se quiere emplear «en función del desarrollo socioeconómico del país».
Si el Banco Central quiere recuperar la formalidad del mercado cambiario, tendrá que, primero, renunciar al objetivo de obtener un excedente a través de una compra neta de divisas. Segundo, deberá transitar pronto a un régimen de flotación administrada de la tasa de cambio en ese mercado. Son dos condiciones indispensables si se quiere que el sistema financiero formal gane espacio y ofrezca, como debe ser, un servicio seguro y legal para la compraventa de divisas. Es la vía para que el sistema financiero pueda mantenerse al día con las tendencias del mercado cambiario minorista. Una tasa fija no va a funcionar en una economía que sufre una crisis de balanza de pagos y que tiene comprometida su recuperación, entre otras cosas, debido a los problemas en el sistema de generación de electricidad.
Los factores estructurales, una vez más
Tal y como hemos repetido sin cansancio los economistas, es necesario acelerar y profundizar las reformas estructurales. Dada la magnitud de la crisis actual, las transformaciones que hace una o dos décadas podían parecer de avanzada, hoy no son suficientes y llegan tarde. Dada la posposición una y otra vez de los cambios en el modelo de socialismo burocrático y la persistente apuesta por el monopolio de la empresa estatal, la salida de la crisis actual no se logra con medidas aisladas y parciales.
La crisis actual ha dejado nuevas huellas en el sistema productivo que comprometen su capacidad de retornar a los niveles prepandemia, en un escenario en el que tampoco se ha producido un cambio en la política de sanciones bajo la Administración Biden. La acrecentada descapitalización de las industrias y la infraestructura (muy visible en estas semanas en el sistema electroenergético) y la reducción de la fuerza laboral, debido a la emigración récord, limitan el potencial productivo al que se puede aspirar. El déficit fiscal, la inflación y los agudos desequilibrios de balanza de pago demandan un plan de estabilización macroeconómica de gran calado. Costará recuperar la confianza, la certidumbre y la esperanza.
La tasa del mercado informal de cambio refleja todos estos factores estructurales y coyunturales. También se ha movido debido a las expectativas y confusiones que generan los anuncios de políticas económicas.
Para ser exacto, lo que sucedió en este último agosto fue una aceleración (con aumento de la volatilidad) de una tendencia sostenida a la depreciación del peso cubano que lleva más de dos años. Desde que elTOQUE comenzara a registrar la tasa representativa del mercado informal (TRMI), solo en julio de 2021 y en junio de 2022, el CUP experimentó una apreciación en relación con el USD y el EUR.
Para quienes no creen en la metodología de elTOQUE para registrar la tasa de cambio informal, pueden seguir el Índice de Precios al Consumidor (IPC) que calcula la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), y verán igual tendencia (ver gráfico 1). Con diferentes metodologías y diferentes escalas, los dos indicadores coinciden en una señal: la permanente desvalorización del CUP, en el mercado informal de divisas (elTOQUE) y en los mercados de consumo (ONEI).
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