Más de 48 horas después de que un incendio afectara parte del edificio Hines, ubicado en la avenida del Puerto, junto a la Feria de San José, decenas de personas —incluidos menores de edad, adultos mayores y enfermos— permanecen varadas a la intemperie, sin un techo, sin ayuda oficial y sin una solución por parte de las autoridades.

El siniestro ocurrió en la madrugada (amanecer) del 30 de mayo de 2025 y dejó inhabitable una sección del edificio que funcionaba de albergue. De acuerdo con la denuncia recibida por elTOQUE, cuatro habitaciones quedaron completamente destruidas y las familias que las ocupaban perdieron todo. «No les quedó más que lo que llevaban puesto; los pequeños que dormían en calzoncillos por el calor, eso fue lo único que les quedó», explica la persona.

Las condiciones actuales de los afectados son inhumanas. Las familias se encuentran en un parqueo cercano, sobre colchones colocados en el suelo, sin acceso a electricidad, sin agua potable y sin un lugar donde cargar sus teléfonos. No hay baños adecuados, ni atención médica para los enfermos ni seguimiento institucional para los menores.

Entre los afectados hay una señora de 70 años, con problemas de salud; una madre joven con afecciones cardíacas; una pareja con un niño pequeño; y una cuarta persona cuya identidad no pudo precisar quien se comunicó con nuestro medio a través del contacto de elTOQUE en Telegram. 

A pesar de la gravedad de lo ocurrido, hasta la tarde del 31 de mayo solo se les ofreció a los afectados con niños reubicación en lugares con condiciones tan precarias, que las familias los rechazaron por temor a un nuevo colapso.

La señora mayor recibió por respuesta la recomendación de que se fuera a vivir con su hija, sin considerar su derecho a un espacio propio ni el trauma experimentado. La falta de sensibilidad por parte de funcionarios del Gobierno aumentó la sensación de desprotección: «estas respuestas fueron dichas de las maneras más insensibles imaginables», comenta el denunciante, quien también asegura que las autoridades no han sostenido un diálogo colectivo con los afectados. Han hecho propuestas individuales que, lejos de resolver la situación, buscan desarticular la unión entre las familias damnificadas.

Otra fuente comentó a elTOQUE: «dicen los del Gobierno que si no vamos para otro albergue, vamos a dormir en la calle seis meses; uno de los albergues es una cama al lado de la otra, sin división ni nada».

Al resto de los habitantes del edificio —aquellos que no sufrieron daños directos por el fuego— se les ha pedido regresar a sus habitaciones, pero se niegan por temor al deterioro del edificio. Los bomberos que estuvieron en el lugar comentaron que la estructura podía colapsar, mientras las autoridades se desentienden.

«Les están poniendo luces en los pasillos como si eso bastara, cuando saben que el sistema eléctrico está dañado y fue precisamente la causa del incendio», relató la persona cercana a los afectados. «Ayer probaron esas luces, pero luego se llevaron los fusibles. Todo es una chapucería. Esto no se repara: esto hay que desmontarlo por completo».

Llevan más de 48 horas con bebés en brazos y ancianos en sillas de ruedas, sin que nadie les ofrezca una solución real. «Les llevan cajitas de comida visiblemente simbólicas para calmarlos, ni siquiera agua que es lo primero que se le garantiza a un ser humano al que se le brinda ayuda humanitaria», lamentó la fuente.

La escena en las inmediaciones del edificio Hines es de abandono y desolación. Lo ocurrido no solo evidencia la precariedad de la infraestructura habitacional en la capital, sino la alarmante ineficacia del sistema de respuesta ante emergencias. 

Así es la vida de los vecinos afectados después de la explosión del Saratoga 

Lucía* estaba en su casa, una vivienda de Prado 609, cuando explotó el hotel Saratoga. Hace tres años que 27 familias afectadas que residen actualmente en la Villa Panamericana esperan por la promesa del Gobierno de reconstruirle sus viviendas.