Así es la vida de los vecinos afectados después de la explosión del Saratoga 

Foto: tomada del perfil de Facebook de Katherine T. Gavilán.

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Lucía* estaba en su casa, una vivienda de Prado 609, cuando explotó el hotel Saratoga. Está haciendo el cuento ahora, me dice, porque su apartamento no está ubicado, si lo miras de frente, a la derecha; esa parte se derrumbó en el acto. El edificio se partió a la mitad y Lucía y su apartamento —o el que fue su apartamento— quedaron en el extremo de la estructura que quedó en pie. Dos vecinos suyos fallecieron en el acto.

«Fue un momento de mucha confusión». Lucía no podía ver. Un «polvo cargado» y blanco entró al edificio. Todo era blanco y más blanco a plena luz del día. «Ni con las luces de los celulares veíamos».

Ella y un grupo de vecinos bajaron las escaleras. Hasta ese punto, aún no sabían qué había sucedido. Solo se internaban, como podían, entre la pesadez del aire y el desconcierto, y avanzaban. No pudieron salir. Cuando llegaron al primer piso, vieron que la puerta estaba llena de escombros y el paso obstruido. Subieron.

En la casa de un vecino había una ventana que colindaba con la azotea de la Asociación Cultural Yoruba. Tenía un candado. Lograron romperlo para acceder al edificio por el que pudieron salir finalmente a la calle. Por ese mismo sitio, minutos después, entraron los rescatistas.

Aquel 6 de mayo de 2022, autoridades del Gobierno de La Habana Vieja (y quizá otros, Lucía no recuerda) se reunieron con los afectados y empezaron a ofrecerles lugares hacia donde los podían trasladar. Pero ellos se negaban. Sobre las doce de la madrugada salió la opción de la Villa Panamericana; «eso fue lo mejorcito y por eso vinimos para acá».

Poco tiempo después, las autoridades y entidades implicadas decidieron demoler Prado 609 con la promesa de volverlo a construir, dijeron que esa solución era la mejor.

Un día estás en tu casa y al otro, la demuelen. La vida de Lucía cambió de repente y se llenó de incomodidad y de angustia.

***

Lucía pudo recuperar algunos bienes materiales; otros los perdió. Perdió el refrigerador porque la comida que tenía adentro se pudrió y fue imposible salvarlo después de eso; perdió sus dos televisores. Hace tres años que no tiene televisor. Pudo salvar la lavadora, pero muchos vecinos no y desde entonces han tenido que lavar a mano porque no pueden comprar una nueva.

El Estado le repuso el refrigerador, le dieron camas, un juego de sala; pero todo eso Lucía lo tiene sin usar en su «hogar de tránsito» en la Villa Panamericana. Ese apartamento tuvo una plaga de ratones que le comieron buena parte de la madera.

Al principio, también le dieron algún avituallamiento: unas sábanas, unas toallas; y después se las retiraron porque la Villa no podía sustentar el lavado.

Más de la mitad de sus vecinos no pudieron recuperar sus bienes. Todo se esfumó, se dañó, desapareció después de la explosión.

Constructivamente, los departamentos de la Villa Panamericana no están tan «malos», «son amplios, grandes; pero están muy deteriorados». Lo peor es el agua. La ponen una hora al día y «a esa hora hay que llenar todo lo que tengas, vasijas, cubos, tanques... para pasar el día: echarle al baño, fregar, cocinar, limpiar, lavar». «A veces la ponen a las cinco de la mañana, a veces a las ocho de la noche».

Hay apartamentos de la Villa que están «llenos de comején»; otros tienen «filtraciones grandísimas» y problemas con las redes eléctricas. Allí viven, actualmente, 27 apartamentos de familias afectadas, pero no solo de Prado 609; también hay vecinos de Zulueta. Vecinos que regresaron a la Villa luego de que las viviendas que les hicieron quedaran en terribles condiciones.

***

Reuniones ha habido muchas, promesas también; pero ya se sabe y cansa decirlo y escribirlo que toda promesa gubernamental en Cuba es falsa, cuando menos. No importa que la responsabilidad del desastre en el Saratoga y que afectó a Prado 609 no haya sido de ellos; no importa que sea resultado de un ciclón, de un programa constructivo deficiente, de la desatención a los vulnerables... Poco interesa la retórica de que la «Revolución no abandona a nadie» o que subvencionarán a las personas y no a los productos, luego de que papá Estado despertara y decidiera dejar a un lado el paternalismo. De fondo, está lo de siempre: un sistema incapaz e incapacitado.

Unos funcionarios del Gobierno provincial de La Habana que ya no están —nadie sabe a dónde fueron, cayeron o subieron— les prometieron que en diciembre de 2025 el edificio estaría listo. Pero es poco probable hacer en siete meses lo que no hicieron en dos años y medio. La edificación de Prado 609 hoy está abandonada.

Llevaron cartas a la Asamblea, a Gaesa, al Gobierno de La Habana Vieja. En algún momento, les dijeron que su caso estaba en la «provincia». Pero la respuesta no aparece.

***

Un total de 45 personas fallecieron a consecuencia de la explosión en el hotel Saratoga, entre ellos cuatro niños. Más de 90 personas resultaron lesionadas. Además de Prado 609, otros 22 inmuebles de la zona sufrieron daños de distintas magnitudes.

Tres años después, el Estado no ha hecho públicas la investigación ni las causas del siniestro. En 2022, publicamos un texto con siete preguntas al respecto de las que aún se esperan las respuestas.

Lucía y 26 familias más se suman a la espera desesperante y desesperada de quienes perdieron sus viviendas en Cuba. No han dejado de señalar, de denunciar, de reclamar lo que les pertenece y les prometieron. Este texto es otra prueba, ojalá sea la definitiva.


*Lucía es un nombre ficticio para proteger la identidad del testimoniante.
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