Darío Veranes comprendió hace tiempo que si él mismo no materializaba sus diseños, nadie más lo haría. Tras convencerse de las casi nulas posibilidades que la industria nacional brinda a los diseñadores, decidió armar junto a su amigo Juan Carlos Lenzano un taller experimental de tapicería de muebles, donde moldea sus propias creaciones.
En solo un año, la iniciativa ha comenzado a ganar prestigio y ha servido como acicate para nuevas ideas. La revista “Amano. Oficio y Diseño” es el proyecto que desde hace poco lo entusiasma a él y a un grupo de amigos, que han creído en el sueño de sacar a la luz cada 2 meses una publicación donde se promueva lo que sucede en cuanto a diseño y arquitectura en Cuba.
Queremos que el público conozca lo que en la práctica hemos vivido: que se pueden hacer cosas buenas en este país, con calidad estética, aun cuando no se tienen las óptimas condiciones.
Desde diciembre venían dándole vueltas al asunto y en enero lograron sacar el número 0. Aunando los conocimientos de diseñadores, periodistas, historiadoras del arte, una arquitecta y una filósofa, conformaron un producto con valor formal y conceptual, que incluso ganó las simpatías del Comité Organizador de la Bienal de Diseño de La Habana. Gracias a ello, tendrán la satisfacción de ver y tocar durante el evento 500 ejemplares de un número especial, con textos de las dos primeras ediciones.
Con Amano, que también cuenta con un sitio web, este grupo de noveles profesionales pretende conectar a los potenciales consumidores y a los diseñadores y arquitectos que pueden ayudarles a materializar sus planes. Por eso, me cuenta Veranes, no solo incluyen entrevistas a grandes personalidades del ámbito, reseñas sobre lugares que han sido restaurados o acercamientos a la historia de estas especialidades, sino que además presentan “un directorio que le sirva al público para encontrar a las personas capacitadas”.
Su experiencia como diseñador-tapicero le ha demostrado que es posible formar el buen gusto de los clientes y con la revista también quieren aportar su granito de arena. A la vez, los motiva una filosofía superior.
“Es importante que los cubanos se identifiquen con las creaciones nacionales, que sientan curiosidad por ellas y las busquen como pasa con las películas hechas en Cuba, que la gente va al cine para verlas sin saber si están buenas o malas.
Tenemos que apurarnos en lograrlo antes de que nuestro país siga abriéndose al mundo y lleguen los productores con nombre y gran prestigio.
Aprovechando las posibilidades de distribución que brinda el paquete semanal, Amano ha llegado a diversos lugares del archipiélago en formato PDF. Con un lenguaje sencillo, sus artífices intentan “colarse” en las casas de las personas comunes.
El modelo de gestión de la revista también es sui géneris: hasta el momento sus realizadores han trabajado literalmente “por amor al arte”. Los gastos de producción han salido de su bolsillo y de los ahorros de los colegas Yasser Fonseca y Reydel Pérez, a cargo del Diseño editorial.
Esta situación se irá revirtiendo en la medida en que ganen reconocimiento y varios clientes deseen promocionarse en sus páginas. De hecho, me adelanta, “ya hay quienes están interesados en hacerlo, y hasta por un año completo, así que vamos mejorando”, afirma.
Parece que el proyecto nació con el pie derecho pues continúa ganando adeptos. En las últimas semanas han recibido nuevas propuestas y quién sabe si muy pronto la vean pasar de mano en mano, como una publicación con todas las de la ley.
Por el momento está convencido de que su taller de tapicería, la revista en PDF y el sitio web son solo el comienzo. Exposiciones, espacios de intercambio y mucho más, están en el punto de mira de este joven que ha decidido hacer y guiar las riendas de su destino en Cuba.
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