Cienaguilla es un lugar olvidado por el Gobierno y por Dios. En el mapa de Cuba, es apenas un arañazo, una bifurcación en el camino que va desde Cabo Cruz hasta el norte oriental. La comunidad que allí vive (o malvive) está poseída por la desidia de quienes una y otra vez, y quizá más veces, han prometido agua y prosperidad. Agua no hay. Prosperidad menos. Cienaguilla es un pueblo que se seca.

Hay una foto de hace cinco años que colgaron en redes, de cuando comenzaron las roturas y el desabasto. Es un río y en el río varios pobladores se inclinan sobre sí mismos. Golpean las telas contra las piedras, como tal vez lo hicieron sus ascendentes siglos antes. Un poblador cuenta que deben recorrer un largo camino para poder lavar allí, a falta de agua corriente en la comunidad granmense. 

Para entrar y salir de Cienaguilla no hay carreteras, sino una línea de tierra que se desdibuja cuando llueve y se convierte en una marca de fango que persiste, en un «pantano». Solo en tiempo de seca, el sendero es accesible y algún que otro transporte entra al pueblo para trasladar a quienes necesiten salir a un turno médico, a algún trabajo o a estudiar. 

Es la maldición del pueblo. Cargar una y otra vez, con el comienzo y el fin de cada día, el agua que creen que necesitarán en casa. O el peso que sean capaces de soportar.

Un poblador de Cienaguilla nos escribe por WhatsApp para que mostráramos lo que allí sucede. Prefirió el anonimato. Cuenta que una persona que denunció antes en redes sociales el desabasto de agua en el pueblo fue sancionada. 

«Es vergonzoso que una persona después de un largo día de trabajo tenga que ir para su casa y ver cómo se las arregla para poder cocinar o bañarse. Ancianos y personas incapacitadas tienen que valerse de sus propios medios para conseguir el agua ya que ningún dirigente toma cartas en el asunto».

Foto: enviada por lector de elTOQUE.

Hay otra foto. Un caballo carga a ambos lados de su barriga sendos porrones de agua. Sigue a dos hombres; uno empuja una carretilla también cargada con agua. Dice el poblador que los de más posibilidades trasladan el líquido en sus tractores o pagan el viaje de agua que cuesta 1 000 CUP.

«En nuestra casa hemos podido instalar tanques y hacer canales para recolectar el agua de lluvia cuando cae y poder aliviar un poco la situación».

Al pueblo han ido ingenieros, dirigentes y después otros dirigentes, del Partido, de acueducto. En 2020, la turbina que bombea el agua para la comunidad se rompió. Cuatro años después fue reemplazada por otra que ha sido inútil. 

«Nos han prometido tener en cuenta nuestras críticas, pero siempre se queda en eso. Su respuesta ha sido que la turbina que hay tiene demasiado potencia, “según ellos” bota 12 pulgadas de agua y la tubería es de 6 pulgadas. Tampoco han hecho gestiones para cambiar la turbina o las tuberías».

En agosto de 2024, las autoridades de Recursos Hidráulicos de Granma confirmaron a la agencia IPS que solo al 76 % de los habitantes de la provincia el agua les llegaba por tuberías a las casas, y que el 38.7 % recibía el líquido en sus hogares al menos una vez cada tres días.

El desabasto de agua, las roturas en los equipos de bombeo, los salideros, el tratamiento de las aguas negras… por supuesto que no es un problema exclusivo de Cienaguilla, solo que en algunos lugares es más visible que en otros. Varios reportes (como uno reciente desde Songo-La Maya) que han llegado a elTOQUE exponen la situación límite que viven miles de personas que no pueden acceder a un recurso indispensable.

Más de 7 millones de cubanos no tienen un servicio diario de abasto de agua, según mapeó un estudio independiente del Observatorio Cubano de Auditoría Ciudadana. Las protestas en el espacio público por falta de agua han sido constantes en los últimos años.