Raúl Abréu, conocido como el «Rey del Queso». Foto: «El artemiseño».
Enmendar la plana no enmienda la injusticia. La historia del «Rey del Queso» (I)
8 / septiembre / 2021
La historia de Raúl Abréu Gómez parece una novela. Su sobrenombre recuerda incluso a uno de los personajes de las interminables producciones brasileñas de Globo TV que consumen los cubanos. Conocido como el «Rey del Queso», Abréu Gómez pasó de ser, según la prensa estatal cubana, un comisor de ilegalidades —eufemismo utilizado para delincuente— a un especialista y máster en Ciencias en Ingeniería en Procesos Biotecnológicos quien, al parecer, es capaz de renacer como el ave fénix.
En agosto de 2020 el Noticiero Nacional de la Televisión Cubana (TVC) emitió un reportaje —parte de una campaña de propaganda contra las ilegalidades— sobre un operativo realizado por el Ministerio del Interior (Minint) en la Finca Santa Ana, propiedad de Raúl Abréu, ubicada en Artemisa. El material resaltó la existencia allí de una fábrica ilegal de quesos. Reconoció, además, que Abréu Gómez era responsable del delito de actividad económica ilícita; denunció que incumplía con los planes de entrega de leche, poseía un tractor ilegal y que robaba energía eléctrica.
Más de un año después de la ejecución del operativo, en septiembre de 2021, el periódico provincial El artemiseño publicó otro reportaje —que se reprodujo con posterioridad en algunos medios nacionales—, en el cual afirmó que Raúl Abréu sufrió las consecuencias de sus «equívocos lamentables», pero que su sueño renacería.
El reporte de El artemiseño sobre el «Rey del Queso» generó un sinnúmero de reacciones en las redes sociales y en los medios de prensa alternativos. La mayoría de los ecos se dirigieron a señalar la injusticia cometida contra él y la falta de garantías de las víctimas del Estado para lograr resarcimiento. El rotativo de Artemisa también reaccionó a esos ecos, no sin contradecirse.
LAS CONTRADICCIONES DE EL ARTEMISEÑO
En «Acerca de El sueño de Raúl va a renacer», editorial publicado el 4 de septiembre de 2021, el medio reconoció que su reportaje sobre el «Rey del Queso» había provocado «interpretaciones erradas acerca de la actuación de instituciones del orden interior y la legalidad del país que actuaran en estricto apego al cumplimiento de la ley».
Expresó también que «esas interpretaciones fueron manipuladas tendenciosamente por medios y voceros privados al servicio del desmontaje del orden institucional cubano, que presentaron el hecho como una completa injusticia».
En el editorial se habla de la «mesura, el equilibrio y sentido estricto de la justicia con las que actuaron las autoridades involucradas». También se deja entrever que Raúl Abréu reconoció su responsabilidad, lo cual confirman con el hecho de que facilitó la investigación, pagó sus deudas y resarció todos los daños ocasionados por «su conducta indebida».
El artemiseño afirma que Raúl Abréu no fue víctima de una injusticia. Fue beneficiario como persona involucrada en «acciones ilegales» de la «vocación humanista, de rescate y reinserción social» del Estado socialista de derecho cubano. Esa vocación —de acuerdo con el periódico local— se manifestó, en el caso de Abréu Gómez, con la imposición de una medida cautelar de fianza y una sanción administrativa.
Con su enmienda de plana, El artemiseño lejos de esclarecer, oscurece.
Si se analiza lo declarado en el reportaje televisivo de agosto de 2020, a Raúl Abréu Gómez se le imputó un delito de actividad económica ilícita. Al justificar la imputación ante las cámaras de la TVC, la primer teniente Daylin Valdés Pérez, instructora penal de delitos económicos de la Unidad Provincial de Investigación Criminal de Artemisa, dio a entender que un ganadero cubano no puede producir en su finca tres tipos de queso con equipos industriales, mucho menos está autorizado a trasladarlos a La Habana en un auto Tico propiedad de su esposa y menos aún puede venderlos de acuerdo a la demanda en tres restaurantes que se dedican a la comercialización de comida italiana en la capital del país.
Para la oficial del Ministerio del Interior —que al parecer instruyó el proceso penal del «Rey del Queso»—, el enfrentamiento a hechos como los cometidos por Raúl Abréu posee una gran importancia «debido a que la afectación va directa al presupuesto del Estado pero también a la población».
En «El sueño de Raúl va a renacer», El artemiseño reconoce que, a más de doce meses del operativo en contra del agricultor, este estaba en «camino de recuperar todos los medios de su propiedad». Según el reportaje televisivo de agosto de 2020, al «Rey del Queso» le «confiscaron» el 10 de julio de ese año: «trescientos dieciséis litros de leche, dos pesas, cántaras, ciento cuarenta litros de cloro, moldes, trescientos cincuenta y tres libras de queso, tanques de procedencia industrial de acero-níquel, una máquina selladora de náilon y otros recursos usados en su actividad económica ilícita».
Sin embargo, El artemiseño aclaró que Raúl Abréu no está a la espera de recuperar sus bienes, sino que al «Rey del Queso» le habían devuelto «todos aquellos bienes de procedencia lícita».
Las declaraciones de El artemiseño no solo son contradictorias, sino omisivas e imprecisas. En «Acerca de El sueño de Raúl va a renacer», el rotativo narra que las autoridades judiciales analizaron las violaciones legales cometidas, la conducta de la familia y la trayectoria del encausado, así como su actitud durante el proceso al facilitar la investigación, algo que también reconoció el abogado Héctor Gómez, quien practicó la defensa de Raúl Abréu. Es allí donde también se reconoce que, producto de ese análisis, el proceso penal «concluyó con una sanción administrativa».
Si se produjo la intervención de las autoridades judiciales —como sugiere el editorial de El artemiseño— es porque Raúl Abréu tuvo que llegar a un juicio. Sin embargo, el hecho de que la decisión final la tomaran las autoridades judiciales es incongruente con la aplicación de una sanción administrativa. Las sanciones administrativas que concluyen procesos penales solo pueden tomarlas las autoridades policiales y la Fiscalía al amparo de lo establecido en el artículo 8.3 del Código Penal vigente.
Las sanciones administrativas derivadas de procesos penales son el resultado del acuerdo entre la autoridad actuante y el acusado, quien acepta asumir responsabilidades para evitar tener que enfrentar la incertidumbre y los riesgos de un juicio. Las sanciones administrativas no las imponen las autoridades judiciales.
El artemiseño comete un error que, ante la falta de detalles en relación con el proceso penal sufrido por el «Rey del Queso», obliga a presuponer especificidades y desenlaces del caso. Es muy probable —sobre todo por la mención del periódico a la defensa que practicara el letrado Héctor Gómez— que Raúl Abréu fuera sometido a juicio, considerado culpable y sancionado con una multa.
En su editorial de respuesta, El artemiseño utiliza frases que pretenden disminuir la importancia de lo acontecido a Raúl Abréu y ofrecer, en su lugar, explicaciones. Esas frases se convierten en otro argumento impreciso que busca justificar el procesamiento del «Rey del Queso» y nublar cualquier evaluación objetiva sobre la «vocación humanista, de rescate y reinserción social» de las autoridades cubanas en este caso.
El diario local afirma que Raúl Abréu fue «asegurado por la medida cautelar de fianza en efectivo». No se trata de una frase suelta, sino de una frase que responde a la preocupación de muchas personas: ¿estuvo Raúl Abréu en prisión? ¿Cómo es posible que alguien que merezca una sanción de multa y que fuera alabado por la prensa cubana pueda haber sufrido prisión de manera innecesaria?
La alusión de El artemiseño al aseguramiento de Raúl Abréu es una manipulación más. De acuerdo con la ley cubana, una persona puede estar siete días detenido hasta la imposición de una medida cautelar. Esa medida cautelar puede modificarse en cualquier momento. El artemiseño no aclara la fecha en que le impusieron a Raúl Abréu su fianza. Mucho menos cuánto tiempo estuvo detenido. Ante esas imprecisiones, algo sí podemos asegurar: es posible que Abréu Gómez estuviera —como mínimo— siete días en una celda. Luego, pagó una multa y perdió equipos costosos e indispensables para su labor productiva. Todo, por decidirse a impulsar su sueño de producir quesos en Cuba.
UN GUAJIRO QUE PRODUCE Y VENDE QUESO NO COMETE DELITO
La comercialización de queso «criollo» ha sido perseguida desde hace mucho tiempo por las autoridades cubanas. La persecución policial ha devenido mecanismo para garantizar que los productores cumplan, mediante coacción, con los planes de entrega de leche al Estado. Sin embargo, la producción y comercialización de queso por los guajiros no es considerada un delito por la ley cubana. La comercialización de productos agropecuarios en Cuba está mediada por el Estado y el sistema de contratación agropecuaria. El incumplimiento de esa contratación debería generar responsabilidades económicas, pero nunca penales. Hasta hoy no existe ninguna prohibición penal que impida a los productores de leche producir y comercializar queso elaborado con los excedentes de su producción o la de otros agricultores.
El delito de actividades económicas ilícitas que le fuera imputado a Raúl Abréu reconoce que no se puede producir, transformar, vender mercancías o prestar algún servicio sin la licencia correspondiente. También se prohíbe realizar estas actividades si existe alguna prohibición legal o reglamentaria que lo impida de manera expresa.
Los agricultores cubanos no necesitan una licencia de trabajo por cuenta propia para comercializar sus producciones. El régimen jurídico al que están sometidos nada tiene que ver con el diseñado para el sector privado. No existe —mucho menos después de la nueva política de comercialización de productos agropecuarios— ninguna prohibición reglamentaria que impida a estos productores comercializar las producciones excedentes luego de cumplidos los planes con el Estado.
Esta es una idea que se desprende de la tesis ofrecida por El artemiseño en «El sueño de Raúl va a renacer». Allí se reconoce que una «vez que la verdad fue abriéndose paso, Raúl decidió retomar el oficio del cual ya no se puede desprender»: producir quesos.
Al siguiente párrafo, el periódico ofreció sus páginas para que Raúl hiciese un statement: «Siempre hemos cumplido el plan de entrega de leche al Estado (...). En los últimos tres años hemos entregado unos treinta mil litros cada año. En este ya vamos por veinte mil, y creo que al cierre de diciembre podemos alcanzar el doble».
Si la verdad se abrió paso, si Raúl no incumplió el plan de producción de leche, si producir queso es un sueño que puede retomarse de manera legítima. Entonces…
¿Cuál es el delito de Raúl Abréu? ¿Puede considerarse a Raúl Abréu una víctima cuyas afectaciones morales, psicológicas y patrimoniales deberían ser reparadas?
Estas interrogantes serán dilucidadas en una segunda entrega de esta, su novela «El Rey del Queso».
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Anita