En Cuba no se ve la luz al final del túnel. Una nueva crisis de combustible afecta la isla y con ella se ausenta el gas licuado del petróleo, un producto de primera necesidad en tiempos de apagones. Mientras, los cubanos vuelven a buscar alternativas para cocinar el alimento diario.
«La salvación de nosotros en la casa es la leña. Traemos del campo, preferiblemente, aroma seca porque es la mejor para cocinar y así no molestamos tanto a los vecinos con el humo. Es casi la única alternativa a nuestro alcance y nos hemos ido acostumbrando», contó un vecino de Palmira, Cienfuegos, a elTOQUE.
El 17 de abril de 2023, Vicente de la O Levy, ministro de Energía y Minas, dijo que uno de los productos con baja disponibilidad de reservas es el combustible doméstico. «A algunas provincias les queda un día de reserva, a otras dos. Pero en la región oriental, por ejemplo, ya se agotó el combustible en los tanques de Cupet de nuestras bases».
Dos días antes, la prensa local de Cienfuegos reprodujo una información de la División Territorial de Comercialización de Combustible que anunciaba que el 15 de abril de 2023 sería «el último día de la recogida de cilindros vacíos en los puntos de venta».
Las noticias despertaron una vez más las alarmas de los cubanos, que viven en vilo constante y a la espera de una nueva crisis. La incertidumbre de los clientes de gas licuado, que suman más de un millón 800 mil en el país, se acrecienta porque tampoco es una opción el uso de equipos eléctricos para cocinar. En la página de Facebook de la Empresa de Gas Licuado (encargada de la comercialización en La Habana, Artemisa y Mayabeque) un cliente de Arroyo Arenas exigía información para no estar «haciendo colas por gusto en los puntos de gas» o «estar todo el día esperando un carro que no llega».
La falta de declaraciones de las autoridades, además de las del ministro, que informen sobre un posible límite de la duración de la crisis, hace que aumente la angustia de la población. «¿Qué hago para cocinar cuando se me acabe la reserva de gas que tengo en casa?», son preguntas que se repiten una y otra vez en las redes sociales.
Un usuario, después de escuchar las palabras de Vicente de la O Levy que instaba a ahorrar gas en casa, preguntaba: «¿Cómo se ahorra combustible en casa bajo las siguientes condiciones? A) no tengo cómo comprar los equipos electrodomésticos (ollas multipropósito, hornillas eléctricas, de inducción) que se venden en tiendas MLC, no cobro en MLC, el cambio está por las nubes, etcétera». En segundo lugar, señalaba que los apagones imposibilitan usar los equipos eléctricos aun cuando se tengan. «No hay ahorro que valga, hay que morir con el gas (para el afortunado que lo tiene)», especificaba.
Pocos tienen la opción de comprar el gas en la red informal debido al elevado precio. En un grupo de Facebook se ofertaba el 10 de abril de 2023 «el gas de una bala en 2 500 [CUP]», días antes que se anunciara el déficit del producto.
«Al parecer la única alternativa que va quedando es armar un fogón de leña en el patio de la casa o comprar carbón», añade otra internauta en redes sociales.
«Soluciones» en tiempos de crisis
Una vez más los cubanos buscan soluciones para garantizar la cocción de los alimentos. Los más previsores hablan de opciones como el carbón vegetal para enfrentar la crisis, aunque se quejan de los altos precios. En Ciego de Ávila, José Arturo se preparó para la contingencia y compró un saco de carbón vegetal en 500 CUP.
Raily Acosta, vendedor de pizzas en Cienfuegos, confirma que los sacos de carbón «están a 500 CUP», aunque en algunos municipios de la provincia sureña los precios oscilan entre los 350 y 450 CUP. En Villa Clara, las cifras pueden ascender hasta los 600 CUP en el mercado informal y muchos temen que el costo aumente si se extiende la escasez.
Los expertos de los campos cubanos alertan sobre la materia prima utilizada para hacer los hornos de carbón. Campesinos de las provincias centrales explicaron a elTOQUE que el carbón de mayor valía —el que más rinde— es el de marabú (conocido también como «el de aroma»). El otro que utilizan, llamado «soplillo o palo blanco», tiende a gastarse más rápido.
Otra de las opciones que han utilizado los cubanos en tiempos de contingencia han sido «los petroleros», fogones heredados de los tiempos del Período Especial, que han vuelto a salvar la comida del día a día, aunque con un costo para la salud. Sin embargo, la opción tampoco resulta tan accesible: la crisis del combustible ha puesto casi punto y final a las ventas en el mercado negro, y solo está disponible en cuotas racionadas para las empresas estatales vinculadas en su mayoría a la producción y los servicios básicos.
Si algún «afortunado» encuentra ofertas del carburante, «los precios están por los cielos». Un taxista habanero entrevistado por elTOQUE añadía: «el litro de petróleo vale 150 CUP o más y la gasolina está a 500 CUP, ¡y si los encuentras, que está bien difícil!».
El uso de keroseno, otra de las vías utilizadas por los cubanos cuando se reducen las opciones para cocinar, también se ha convertido en un lujo difícil de adquirir.
La leña constituye la opción más viable para quienes viven en zonas rurales. Un vecino de Palmira cuenta que es común ver «personas con carretillas que salen en busca de palos para poder cocinar o calentar la comida».
«Al fondo de la casa tenemos un fogón de leña y actualmente casi todo lo hacemos ahí: hervimos viandas, los frijoles, hasta el arroz se cocina con leña y es un arroz riquísimo, yo creo que queda mucho más sabroso que el que cocinamos con electricidad o gas. Al humo estamos acostumbrados, incluso los vecinos que antes se quejaban creo que entienden nuestra situación», dice.
«Para encender la leña también nos hemos puesto creativos porque antes utilizamos petróleo o gasolina, pero con la escasez, imagínense. Tampoco me gusta encender con nailon porque afecta los pulmones. Utilizamos paja seca, aceite quemado o una gotita de combustible, la embarradura que queda en los tanques; así vamos tirando».
La opinión predominante parece ser: «no hay y lo que encuentras está caro» que es preferible «ir al monte por leña» para cocinar. En varias zonas orientales muchos coinciden: «Lo que queda es regresar a la leña».
Pero la leña no es una opción para quienes viven en las ciudades. Conseguir «palos secos para quemar» no es tan fácil y utilizarlos en el interior de los hogares o espacios públicos tampoco resulta cómodo ni acertado.
¿Gestionar la escasez?
Las soluciones ante la escasez de gas licuado de petróleo en Cuba, donde se consumen cada mes como promedio 13 500 toneladas, dependen de la llegada de combustible a los puertos cubanos.
Según fuentes oficiales, se «mantienen contactos con proveedores internacionales» para «revertir de forma gradual» el déficit de carburantes. No obstante, el ministro de Energía y Minas dejó claro que «la situación de hace unos meses no será la de los próximos días de abril y mayo».
El titular del ramo también dijo el 17 de abril de 2023 que, en el caso del gas licuado, existiría una solución a corto plazo, pero no precisó fecha. Puntualizó además que la prioridad en la distribución del gas la tienen los centros vitales, como los de elaboración de alimentos y los hospitales.
Luego, el 24 de abril, la directora de comercialización de la Unión Cuba Petróleo (Cupet), Lidia Rodríguez, informó en un reporte televisivo que se prevé la llegada al país de un buque con gas licuado a mediados de la semana. La embarcación entrará por Santiago de Cuba y luego hará un recorrido por otras provincias cubanas hasta concluir su recorrido en La Habana.
Una vez más, las fechas del arribo del buque y la programación de llegada a los puertos cubanos no formaron parte de la información compartida por las autoridades cubanas.
La nueva crisis de combustible en la isla ilustra la ineficacia del Gobierno para administrar los recursos. Por ejemplo, en 2022 las inversiones en el suministro de electricidad, gas y agua solo crecieron en un 2.6 %, según datos publicados por la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI). Además, desde agosto de 2022 se reportan disímiles dificultades con la distribución del carburante. Durante ese mes las colas en los puntos de venta de Las Tunas motivaron reportes de los medios locales; también en septiembre de 2022 en Artemisa trascendió que el ciclo de distribución presentaba un retraso de más de seis meses en algunos municipios del territorio.
Tampoco se trata de la primera falta de disponibilidad de gas licuado en 2023. A finales de febrero y principios de marzo, las imágenes de colas en los puntos de venta también inundaron las redes sociales y produjeron reportes de la televisión oficialista.
La gestión gubernamental no encuentra soluciones para un problema recurrente, que mantiene paralizada la apertura de nuevos contratos de servicio, y provoca que en el mercado informal se compren y vendan contratos por cifras superiores a los 30 mil CUP (si la transacción incluye otros productos).
A la situación se suma la imposibilidad de sustituir las «balitas» en mal estado o sumar nuevas unidades o cilindros, por la ausencia de materias primas en el mercado estatal; y la corrupción en la comercialización del gas que han denunciado las autoridades.
La realidad es que la demanda de los clientes de gas licuado —con tendencia hacia el incremento—, es insostenible bajo el actual modelo, según datos oficiales. Al depender en alto grado de las importaciones, la gestión del recurso está expuesta a riesgos, más cuando la producción nacional es limitada e inestable y el precio del producto en el mercado internacional tiene un futuro incierto.
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Nuria Álvarez Sánchez