Mandy es sin dudas el vecino más popular del barrio. Todos le saludan con señas discretas, mientras él responde con gestos de complicidad. No es quien vende ilegalmente la carne de res, ni proxeneta o traficante de drogas, sin embargo su producto se consume como pan caliente en casi todo el municipio Centro Habana.
Por Carlos Alberto Pérez
Flaco como un garabato sobrevuela los techos y desanda como una sombra de patio en patio, pero a nadie le preocupa eso, sino todo lo contrario. De hecho, dicen que tenerlo cerca augura buena señal, literalmente hablando. Consigo trae lo que no oferta la televisión cubana; películas en alta definición, chismes, novelas y noticias de la lotería y farándula de Miami.
Al iniciar mi acercamiento le pregunto cómo ha logrado conectar clandestinamente a medio barrio a la televisión por cable, pero una y otra vez evade mis interrogantes. Insisto en que seré muy discreto al contar su historia, y solo después de media jornada de desconfianza finalmente su vanidad lo hace presa de sus propias palabras. Comienzan los detalles.
– Yo pesé que ya en Cuba eso de las antenas satelitales se había acabado-, le digo provocativamente. “De eso nada brother, la gente pide una televisión diferente a gritos, y lo del ¨paquete¨ no está mal, pero nunca va a ser lo mismo que una televisión en vivo y en directo”, responde con orgullo.
Desde hace casi tres años junto a su hermano y cuatro amigos, Mandy administra su original negocio sin contratiempo alguno. El precio para cada cliente es de 8 CUC mensuales (8 USD), o lo que es igual, al pago de 2 una vez por semana. Así el antenero gana alrededor de 200 CUC mensuales, sin contar los dividendos de su hermano y resto de sus colaboradores.
“Al principio hay que hacer una inversión grande, pero una vez lo tienes todo bien acoplado es un negocio redondo”, afirma.
Según cuenta, la estrategia funciona de manera muy simple. El equipo satelital está oculto en casa de un vecino, que cobra por ese riesgo, y el plato de la antena se oculta en el techo de otro, que aplica el mismo concepto. “Así los que damos la cara no tenemos relación directa con el equipamiento, lo que evita el decomiso y problemas legales con la policía en caso de caer en desgracia”. El resto, asegura, es “conectar cables y a cada cierto tramo intercalar repetidores de señal”, pudiendo llegar a distancias muy lejanas sin que la trasmisión pierda calidad.
Así es como dice tener clientes “donde uno menos se imagina”, incluso hasta en la misma cuadra de una estación de policía, a casi un kilómetro de distancia de donde radica la antena.
“La clave es ser curioso en el tendido del cable, y sobre todo enmascararlo con tuberías de agua o electricidad, así es imposible detectarlo”.
La inversión para cada cliente corre toda por su cuenta, así como la mano de obra de un punto a otro, que puede tardar horas al sol y saltando de una azotea a otra. A eso hay que añadirle las carreras que hay que dar según aparezcan los problemas: “que si a algunos le hace mucha interferencia la señal, a otros que si se les partió el cable, o sencillamente que si llueve y la señal se congela ya tengo tres o cuatro molestos tumbándome la puerta porque no pueden ver la novela”.
Pero para estos inconvenientes su equipo de trabajo tiene establecidos turnos de “asistencia técnica”, así como de programación de la guía de TV, ya que siempre tiene que haber alguien pendiente de la selección de programas según los diferentes horarios. Así es como en dependencia de las zonas cada uno tiene su área asignada para asistir a los clientes, así como los días de la semana para operar el equipo y confeccionar la programación.
Al respecto, el antenero dice “tratar de cubrir los gustos de la mayoría de la gente”. Por ello la planificación de la programación que recibirán sus clientes es esencial, todo eso tomando las medidas de seguridad pertinentes.
Por ejemplo: “entre semana apagamos el equipo por las mañanas, porque es cuando la policía hace los operativos para detectar la señal.
Sin embargo, ya al mediodía se restablece el servicio con novelas y shows de los canales Univisión 23 y Telemundo 51. El momento informativo llega a las 5 pm con Primer Impacto y el Noticiero Univisión, mientras que a las 7 PM regresa el entretenimiento con el reallity show Caso Cerrado y varias novelas hasta las 11pm, que regresa otra media hora de noticias. Desde ese momento ponemos películas el resto de la noche hasta las 7AM del siguiente día, con excepción de los fines de semana, que programamos películas el día entero respetando solamente los espacios noticiosos”.
El servicio funciona ininterrumpidamente, y debido a su popularidad ya el antenero hace gestiones para la compra de otro equipo, que permitirá ofertar un canal extra dedicado a los deportes, documentales y videos musicales.
Así es como Mandy se ha convertido en proveedor de una alternativa al aburrimiento, pero más que todo a la pésima oferta de la televisión cubana. Lo preocupante es que según los cánones culturales inculcados a esta sociedad socialista, ésta tampoco parece ser la opción más indicada. Entonces, ¿qué solución encontrar ante un fenómeno como este? ¿Persecución, censura, o contraoferta?
Hasta el día de hoy las tres alternativas se han venido aplicando indistintamente, pero los resultados no han llegado a ser más que contraproducentes. Mientras tanto, guste o disguste a las autoridades, la distribución del ya famoso “paquete semanal” y el esparcimiento ilegal de la televisión por cable se introducen cada vez más en la preferencia de la gente.
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