– Chama, ¿eso es en vivo? — me preguntó una cabeza desde la mesa de atrás.
– Unjú — y hasta les indiqué dónde podían ver el discurso, pero no, en la mesa de atrás el protagonista siguió siendo otro. Un gato chulo quizás. Y lo sé porque de vez en cuando se les salía la risa, algo improbable en caso de haber estado escuchando al presidente…
Igual peor para ellos, que se habrían enterado al menos de un par de cosas: a) que los republicanos son genéticamente incapaces de pronunciar la ñ, y b) que se acaba de acabar el buen rollo entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos.
Trump prometió libertad y rudeza anticomunista en un discurso más que erótico, pornográfico, para votantes de línea dura, en el que además de Cuba mencionó a Irán, a Corea del Norte y a Venezuela.
Y por no prescindir de recurso dramático alguno, hasta un violín se escuchó. Un violín, por mal que suene, siempre sensibiliza a la gente…, luego a nadie tomó por sorpresa que pronto se desataran las pasiones antagónicas entre los equipos #graciastrump, #fuckyoutrump y #cubaesnuestra.
Los primeros promueven el sacrificio ajeno en nombre de su derecho al acomodamiento por veteranía; los segundos tienden a olvidar que hay un montón de gente en Miami con intereses legítimos en el futuro de este país, porque casualmente es también el suyo; y los terceros ven regresar de vacaciones a un interlocutor conocido.
Pero la creatividad siempre ha sido un milagro.
Los abogados de esta nueva política, que es a la vez la más vieja de todas, creen que si la estrategia de Obama no funcionó solo les queda regresar a la anterior, aunque tampoco diera los resultados que buscan. Obviamente no parece lógico. Como tampoco lo es que Trump quiera mejorarle la vida al pueblo defendiendo la utilidad de un grupo de leyes que buscan ahogarlo en necesidades.
Trump no quiere que arriesguemos la vida tratando de llegar a los Estados Unidos, pero solo porque decir que somos más útiles aquí como carne de tragedia sonaría muy obamista, y decir que en realidad no merecemos tratamiento migratorio especial sonaría descortés ante su audiencia de turno.
Su política estará supeditada entonces a lo que llamó “progreso tangible”, cuya definición se relaciona con dos o tres boberías: libertades de reunión, expresión y asociación, legalización de los partidos políticos, elecciones democráticas con supervisión internacional, y la entrega a la justicia norteamericana de un grupo de gente de aquí y de allá, que viven aquí y son considerados fugitivos allá.
Justo lo que faltaba para vibrar de nuevo en la misma cuerda del gobierno cubano, que nunca dejó de condicionar el proceso a la ausencia de condicionamientos de la otra parte, al fin del bloqueo y del apoyo a la oposición, y a la devolución del pedazo que ocupan en Guantánamo.
Marco Rubio, por ejemplo, cree que ahora sí va a florecer en Cuba una clase interesada y capaz de presionar al gobierno para que abra las puertas de la economía y la participación política, como si entrar y permanecer en dicha clase, que ya existe, dependiera de la osadía que espera Rubio y no de exactamente lo contrario.
Y uno que no es senador, pero ha vivido en Cuba lo suficiente, se lamenta de la probable elevación inmediata de los niveles de inmetibilidad del Granma… porque es cierto que cada vez que un presidente norteño anuncia que apretará la mano, el corrientazo termina bajándole por la columna vertebral a quienes, en teoría, buscaba favorecer.
Lo otro es que desde ahora los norteamericanos que vengan a la Isla tendrán que venir en grupos, y guardar una “documentación que pruebe su itinerario y sus interacciones con los cubanos” o podrían ser multados por el Departamento del Tesoro. Pero eso no va a ser un problema…
Una vez aquí, lo único que tienen que hacer es hablar 15 minutos con cualquier dueño de cafetería, expertos todos en el arte de “guardar” la documentación que prueba el origen lícito de sus recursos… ¡Y si ese no es el ejemplo perfecto del más genuino intercambio pueblo a pueblo, que baje Trump y lo explique!
comentarios
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Sensacionalista
Manuel
Valia
Cubargie Joe
La incognita es cuanto va a durar la alianza / romance entre Donald Trump y Marco Rubio.
Rubio es integrante del Comité de Inteligencia del Senado de los EEUU (el nombre suena a oximoron, pero algunas excepciones demuestran que no lo es), y algunos de los enemigos mas acérrimos de Trump en el Senado hablan bien del joven senador por la Florida. Hasta Bernie Sanders dijo en un programa de TV ayer domingo que “le gusta Rubio”… Y Rubio no deja de repetir que lo mejor que le puede pasar a los EEUU (y a su presidente) es que se investigue a fondo y en detalle la interferencia rusa en las ultimas elecciones presidenciales de noviembre pasado…
No es difícil suponer como le debe “sonar” todo esto al super-egòlatra infantiloide que habita la Casa Blanca. Cuanto creen ustedes que puede demorase el Donald en pasarle la cuenta a Rubio reclamándole lealtad? Semanas? un par de meses? Y ese sera el día en que comprobaremos que Sic Transit Trump Cuba Policy…
Ironias al PCC
Juan