A los cubanos les convendría que lloviera café. Café y muchas otras cosas. Pero la bebida, vital para muchos (tan vital que en no pocas familias constituye el único desayuno), es el nuevo ausente.
Hace tiempo que los cubanos no se toman un buen café. Un café puro, sin sucedáneos, sin que quede aguao.
La onza de café (de la bodega o tostado y molido por particulares) por la calle está por encima de los 30 CUP; la libra de café en grano, más de 300 CUP; la tacita, a más de 20 CUP; y el paquete de 1 kg de café Serrano (producto nacional), por ejemplo, por encima de los 20 MLC (más de 4 000 CUP según el cambio informal).
La bolsa de 115 gramos que se vende a 11 CUP a través de la libreta de abastecimiento no llega a los hogares cubanos desde mayo de 2023. Poco se ha dicho de la posible reposición de los meses faltantes. Podría quedar como ha sucedido con tantas otras cosas en Cuba (alimentos de dietas médicas y niños, libras de arroz y azúcar): «si no llegó en tiempo, no lo esperes».
Cualquier cosa menos café
A mediados de agosto de 2023 la torrefactora Ocho Vías, en La Habana, comenzó a producir croquetas de pescado. De esa forma pretende obtener ingresos con los que pagar a sus trabajadores, que hasta un mes antes se dedicaban al procesamiento industrial de café.
A lo largo de julio de 2023, las 14 torrefactoras del país fueron parando sus máquinas tras agotar las materias primas. Las últimas toneladas del grano apenas alcanzaron para completar la cuota normada de mayo; lo adeudado desde entonces no podrá recuperarse hasta que esté disponible el grano cubano, que se cosecha entre septiembre y enero. La mitad de la composición del café que se vende por la bodega en Cuba (el otro 50 % es chícharo) es o de producción nacional o importado desde países como Brasil y México.
La Empresa CubaCafé informó en su página de Facebook que, ante la ausencia de materia prima, mantienen el funcionamiento de los equipos al elaborar «gofio, harina de maíz, harina de arroz, croquetas y masas de croquetas, así como productos envasados en formatos pequeños (maíz de rositas, ajonjolí, maní)». Aunque algunos aplaudieron la diversificación de las producciones, otros usuarios comentaron el deseo de que pueda retomarse la producción de la bebida.
Sin embargo, «las importaciones no son una alternativa», debido a «los problemas financieros», dijo el director técnico de la empresa CubaCafé, Daniel Davis Hernández, en una entrevista con el periódico Trabajadores.
Durante el primer semestre de 2023 solo pudieron comprarse en el exterior 1 115 de las más de 3 800 toneladas necesarias para complementar la producción nacional. Cubrir la canasta normada y el resto de la demanda dependía de esas importaciones y del aporte de los caficultores cubanos, que se estimaba en torno a las 3 500 toneladas y terminó casi 300 toneladas por debajo. La próxima cosecha es una incógnita, aunque la «poca garantía de insumos y recursos» anticipa pobres rendimientos.
Aunque el café de la canasta normada no cumple con las expectativas y las necesidades de los cubanos, alivia la economía de millones de familias.
Así lo resaltó, hace pocos días, el escritor camagüeyano Pedro Armando Junco: «Lo que nunca tuvimos en cuenta era que ese minúsculo paquetico de café ¡Hola! que nos llegaba una vez al mes servía de complemento al que teníamos que luchar en la calle. Y al faltar durante un trimestre completo, ha generado un déficit que no solo ha elevado el costo del café clandestino, sino que en estos momentos no aparece por ninguna parte».
Dijo ¡Hola! y adiós
«La cafetera estándar de seis tazas (diseñada para colar 30 gramos de café cada vez) necesita 300 mililitros de agua, si te pasas atentas contra la calidad y el sabor final», sugirió en un texto de Cubadebate Suleika González Méndez, técnica de calidad en la Unidad Empresarial de Base (UEB) Torrefactora Cabaiguán.
Ada María reconoce que cuela mal, pero peor es no tener. «Cuando no tomo café me paso el día con dolor de cabeza», cuenta esta maestra jubilada de 71 años.
Para ahorrar el poco que tiene nunca llena el «gorro» de su cafetera de seis tazas, y lo cuela con poca agua. «Me han dicho que le meta bolas en el agua, pero me da miedo que me explote», cuenta. «Ya bastante sufre mi cafetera colando un polvo que es más chícharo que café».
La composición del café ¡Hola! no es un secreto: 50 % café y 50 % sucedáneos (un eufemismo oficial para enmascarar el chícharo). Algunas personas compran el grano y lo tuestan con semilla de calabaza.
El café ¡Hola! es posible encontrarlo en un envase sin rotular, debido a que las bolsas litografiadas también suelen importarse. Aunque puede ser un riesgo de seguridad, la mayoría de los cubanos apenas reparan en este detalle.
Ada María asegura que lo prefiere envasado como sea, pero reconoce que es una «locura» consumir un alimento sin información de producción o nutricional.
«Los cubanos nos acostumbramos a comer cualquier cosa, incluso a no saber lo que nos estamos tomando o comiendo. La necesidad no entiende de normas», dice.
Ante la escasez de café, algunos negocios privados anuncian en grupos de compraventa en redes sociales o en Revolico que lo compran «por cantidad». Entre las ofertas no solo es posible encontrar los paquetes de Cubita, Serrano, Turquino, Arriero, Indiana, Regil, Caracolillo o Monte Rouge de producción nacional, sino también otros de procedencia extranjera como La Llave, Testa o Motta. Los paquetes de ¡Hola!, litografiados o no, también pueden encontrarse a más de 70 CUP. Otros paquetes transparentes —o en envases de otros alimentos— de mayor cantidad, como una libra, es posible conseguirlos en 300 o 400 CUP.
Ada María ni siquiera pone en duda la composición de esos paquetes de café que pueden envasarse incluso en nailon de espaguetis. «¿Para qué?, si me pongo exquisita ni tomo café ni se me quita el dolor de cabeza», dice.
Un reporte de televisión reciente asegura que la cosecha de café en Cuba (iniciada en septiembre de 2023) está por debajo de lo previsto y es uno de los programa más atrasados de la agricultura cubana.
La falta de insumos como bolsas de polietileno limita la siembra en los viveros. La despoblación de los cafetales es una de las razones por las cuáles el rendimiento (200kg/ha) del café oro (grano verde que ha pasado todos los procesos de beneficiado, limpieza, trilla y clasificación) es mucho menor al promedio mundial (800-1400 Kg/ha).
Mientras espera que una vecina la invite, casi al mediodía, al primer café de la mañana, Ada María lee en la prensa que cada año se beben unos 400 mil millones de tazas de café, lo que le convierte en la segunda bebida más importante del mundo.
«Entre sus mayores consumidores se encuentran los europeos, siendo los países nórdicos aquellos que ingieren las mayores cantidades. Lo cual no deja de ser curioso porque ninguno de ellos son productores del grano de café», agrega la nota.
Mientras los finlandeses se toman tres tasas de café al día, cubanos como Ada María se preguntan si sabrán reconocer —o recordar— algún día el sabor de un buen café.
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