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Mauricio de Miranda: «Mientras exista escasez, es difícil que se aprecie el peso cubano»
17 / junio / 2021
En el episodio 66 del podcast El Enjambre, Camilo Condis conversa con el doctor en Ciencias Económicas Mauricio de Miranda, acerca de la decisión del Gobierno cubano de suspender temporalmente la aceptación de depósitos de efectivo en dólares estadounidenses.
De Miranda se licenció en Economía por la Universidad de La Habana y se doctoró en Economía Internacional y Desarrollo por la Universidad Complutense de Madrid. Desde 1990 trabaja como profesor a tiempo completo en la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, Colombia, en la que se ha desempeñado también como director del Departamento de Economía. Sus temas de interés abarcan desde la economía política internacional, la historia económica mundial y del pensamiento económico, hasta la política económica y los modelos de desarrollo.
Condis inició la entrevista con el profesor De Miranda al indagar sobre la afirmación del Gobierno cubano de su imposibilidad de adquirir bienes a nivel internacional con dólares en efectivo, cuando por otra parte sí puede realizar pagos con dinero depositado en cuentas bancarias.
El economista explicó que Cuba no puede realizar transacciones con dólares internacionales de los Estados Unidos y ni siquiera debería estar haciendo este tipo de transacciones al interior de la economía cubana, debido a la prohibición expresa de los Estados Unidos de que Cuba use dólares, la cual data desde el inicio del embargo en los años sesenta.
En este sentido, los dólares que Cuba reciba tanto por vía electrónica como en efectivo deben ser cambiados a otras divisas extranjeras para poder operar dentro del comercio internacional y en el mercado internacional de capitales. La diferencia fundamental –explica De Miranda– es que los dólares depositados ya están en el sistema financiero internacional, mientras que los efectivos deben ser depositados a bancos que no se encuentran en el país. Para el economista, la inexistencia de instituciones bancarias extranjeras en Cuba constituye un problema, puesto que ello implica que el país debe trasladar esos dólares al resto del mundo y canalizarlos por el sistema financiero internacional. Pero debido al tema de lavado de activos, existen muchísimas restricciones para las operaciones en efectivo.
Camilo Condis (CC): ¿Hay nuevas sanciones económicas que justifiquen esta medida reciente? ¿No podía el Gobierno cubano predecir que esto sucedería mientras se ejecutaba la llamada Tarea Ordenamiento?
Dr. De Miranda (DM): Lo único realmente nuevo este año fue la inclusión de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo, lo cual sin duda implica problemas mayores a la hora de operar en el sistema financiero internacional. Sin embargo, pienso que el Gobierno cubano, que tanto insiste en la necesidad de sostener la planificación centralizada, ha debido considerar posibles variables relacionadas con una despedida agresiva de Trump de la presidencia. Y si en algún momento consideraron que Biden cambiaría la política agresiva de Trump hacia Cuba, creo que cayeron en un error de cálculo, porque para el Gobierno de Biden Cuba no es una prioridad.
Trump estaba adoptando medidas para la galería de los grupos más extremistas del exilio cubano-americano, pero Biden no tiene interés en remover ese avispero ahora cuando tiene tantísimos problemas que resolver, sobre todo de política doméstica relacionados con el relanzamiento de la economía norteamericana, así como otros de política exterior (la relación con China y Rusia, el acercamiento a Europa, etc). Las prioridades de Biden están claramente en otra parte y nadie en su sano juicio podría pensar que en sus primeros meses de presidencia podría hacer cambios en su política hacia Cuba. Por otra parte, no pienso que existan condiciones para que Biden haga cambios sustanciales a su política hacia Cuba, tomando en cuenta una serie de fenómenos que se han estado produciendo dentro de Cuba en los últimos tiempos.
CC: ¿Por qué si hace menos de un mes las Casas de Cambio, conocidas como Cadeca, anunciaron el cese de venta de dólares en los aeropuertos debido a su escasa disponibilidad de divisas, ahora el Gobierno cubano habla de un exceso de dólares en efectivo y mantiene, además, que los bancos cubanos no pueden vender dólares a la población o siquiera permitirle extraer los dólares depositados en efectivo en las llamadas tarjetas en MLC?
DM: Eso ha sido explicado en la Mesa Redonda. Los dólares que están depositados en los bancos son de los titulares; eso es una realidad. No es posible que alguien deposite, por ejemplo, 500 dólares en una cuenta y los usen para cambiárselos a otra persona que sale del país, que tiene pesos y quiere llevarse dólares. No hay manera de recuperarlos, porque cuando el titular de la cuenta vaya a usarlos, ¿qué cosa va a usar? Esto sí es indiscutible, por tanto, los dólares que están en las cuentas de determinadas personas no pueden ser usados para otro tipo de cosas, además, porque tampoco es la moneda nacional, no estamos hablando de un mercado bancario nacional. Lo que pasó con los aeropuertos fue que al parecer estaban saliendo del país más divisas de las que entraban, con lo cual llegó un momento en que no había cómo responder a la demanda de divisas.
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Condis preguntó al profesor De Miranda si este problema podría haberse evitado en caso de que la tasa de cambio del peso cubano respecto al dólar estadounidense respondiera a las necesidades reales del mercado, en lugar de establecerse un patrón fijo.
El economista subrayó que, desde el anuncio de la Tarea Ordenamiento con la unificación cambiaria y la tasa de cambio de 24 CUP por 1 USD, él manifestó que adoptar un tipo de cambio sobrevaluado era un error. Este tipo de cambio se estableció para corregir la sobrevaluación existente desde los años sesenta, cuando se cambiaba 1 CUP por 1 USD en las transacciones estatales. Se trataba de una relación de transitividad que consideraba al peso cubano en relación con el peso convertible y al peso convertible con el dólar. Sin embargo, hacía mucho tiempo que en Cuba circulaban más pesos convertibles que los dólares que existían para respaldarlos, y el precepto a partir del cual se estableció la circulación de los CUC fue que serían un signo de valor representativo de los dólares que estarían en las reservas del país. Dicho precepto no se cumplió y se emitieron más CUC de los que estaban respaldados en dólares.
Foto: Yandry Fernández.
Para De Miranda, el problema de esta sobrevaloración es que ni siquiera a esa tasa las autoridades cambiarias estaban en condiciones de asegurar el intercambio de divisas. «Yo había propuesto que el tipo de cambio de partida fuera más alto, para que en el momento en que las condiciones económicas cubanas mejoraran, se pudiera ir bajando, como ocurrió en los años noventa a medida que fueron apareciendo las Cadeca, que se pudo ir controlando y bajando, porque había un elemento especulativo en el mercado informal».
«Era preferible haber adoptado un tipo de cambio más alto (32, 35, 38) y mantenerlo así un tiempo. El tema del tipo de cambio fijo es que les da estabilidad a los negocios, las transacciones, les da predictibilidad. El tipo de cambio flexible se ajusta más rápidamente a las condiciones del mercado, pero genera incertidumbre. Es decir, en las condiciones de la economía cubana, adoptar un tipo de cambio flexible en ese momento habría significado una gran volatilidad en el mercado cambiario y una rápida devaluación; lo que al final ha ocurrido en el mercado informal, toda vez que las autoridades cambiarias no tienen los suficientes dólares para responder al tipo de cambio que han propuesto.
«El problema era muy grave y sigue siéndolo. De la única manera que se puede garantizar un tipo de cambio estable y una moneda sana es con el respaldo de la producción de bienes y servicios del país, con una economía creciendo, con unos ingresos por exportaciones creciendo, con unas condiciones de inversión extranjera directa que signifique una mayor oferta de divisas extranjeras en el mercado nacional y proporcione tranquilidad en el mercado cambiario. En las condiciones actuales en las que está Cuba, eso es muy difícil», refirió De Miranda.
CC: ¿Qué se espera que suceda con el precio del dólar estadounidense y del euro en el mercado informal en Cuba?
DM: Esta medida, en términos generales, ha desatado una gran ansiedad en la población. Hay evidencias de falta de credibilidad en las decisiones que ha tomado el Gobierno cubano; hay incertidumbre y escepticismo frente a este tipo de medidas. La primera consecuencia es que se genera una gran inestabilidad. Algunas personas consideran que como resultado de esta medida, el dólar va a perder precio; puede que lo pierda frente al euro, pero no frente al peso cubano, que es una moneda que no cumple a plenitud la función de dinero en el país que la emite. Para el país que la emite es que debe estar funcionando. El peso cubano no posee fuerza liberatoria ilimitada ni curso forzoso, toda vez que no puede emplearse en el pago de bienes que se adquieren en las tiendas en moneda libremente convertible.
Evidentemente, hay un problema; es decir, pensar que el peso se aprecie es muy difícil porque de todas maneras hay escasez de dólares y euros en el mercado. Esa escasez empezará a disminuir cuando se reactive el turismo y comiencen a ingresar divisas en la economía nacional de manera más fluida. Mientras exista la actual escasez, es difícil que se produzca una apreciación del peso. Por tanto, creo que el dólar puede depreciarse con respecto al euro, pero se ha observado también esa tendencia en los mercados internacionales de divisas. Es de suponer que aquellas personas que posean dólares en efectivo en algún momento lo quieran convertir a euros y probablemente esa oferta de dólares frente a euros, sin pasar por el peso cubano, produzca una depreciación del dólar frente al euro, y una apreciación del dólar y el euro frente al peso cubano.
La única manera de que el peso cubano se restablezca y gane en capacidad adquisitiva, sería en las condiciones de un establecimiento económico sostenido, de un dinamismo de la actividad económica, de un crecimiento de las inversiones extranjeras y de un incremento de las exportaciones de bienes y servicios, al punto de que genere un superávit en el comercio de bienes y servicios que signifique un incremento de las reservas nacionales de divisas. Mientras eso no ocurra, es muy difícil que el peso cubano se recupere y sea una moneda sana.
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Camilo Condis indagó sobre si existe algún antecedente en el mundo de una economía dolarizada parcial o totalmente que rechace el dólar, a lo que el entrevistado respondió que no conocía ninguno. También consideró importante mencionar que no comprende por qué Cuba, a lo largo de los años, había mantenido el dólar como moneda de referencia del tipo de cambio del peso, así como para las operaciones en moneda libremente convertible.
«Por las leyes del embargo de Estados Unidos, Cuba tiene prohibido usar los dólares, no solo en las transacciones internacionales, sino también en el mercado doméstico –apuntó De Miranda. Es decir, al usar dólares, Cuba está violando una ley de los Estados Unidos, que es el emisor de esa moneda. Entonces, lo que ocurre es que los dólares que Cuba adquiere, cuando van a ser utilizados en el comercio internacional y el mercado de divisas, tienen que ser cambiados a otra moneda. ¿Por qué no establecer esa otra divisa como la referencia del tipo de cambio de la moneda cubana? ¿Por qué no usar, por ejemplo, el euro para las referencias en las transacciones en las tiendas en moneda libremente convertible y de esa manera evitar el costo de transacción que implican las operaciones cambiarias?», se preguntó el economista.
CC: Una última pregunta: el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla publicó en Twitter: «La decisión del sistema bancario nacional de detener temporalmente la aceptación de depósitos en USD en efectivo es una medida indispensable de protección de la economía». ¿Qué medidas alternativas a las anunciadas el pasado jueves le recomendaría usted al Gobierno cubano para paliar la actual crisis económica que estamos viviendo en el país?».
DM: Este es un tema bastante complejo. Propuestas de política económica llevo haciendo desde hace muchísimo rato, pero no solo yo: somos muchos los economistas que en los últimos tiempos hemos realizado sugerencias muy firmes sobre una serie de medidas que es necesario adoptar. Y existe bastante consenso en muchas de ellas.
En primer lugar, no estoy de acuerdo con el criterio del ministro de Relaciones Exteriores, porque no creo que sea esta la medida que vaya a defender la economía nacional. La economía nacional se defiende eliminando el altísimo nivel de vulnerabilidad y dependencia que tiene Cuba con respecto a la economía internacional y a los poderes económicos del mundo. Hay que impulsar el desarrollo de los sectores productivos nacionales y para eso hay que eliminar las inmensas restricciones que son hoy día una camisa de fuerza que limitan el desarrollo de los sectores privado y cooperativo, e incluso del sector estatal, porque la reforma profunda del sector estatal y la necesidad de la autonomía de la empresa estatal en sus decisiones económicas, financieras y administrativas lleva mucho tiempo sin solucionarse.
El tema de los sectores productivos privados y cooperativos ya es una situación de imperativo y, sin embargo, las autoridades cubanas no toman las decisiones necesarias para acometer este tipo de transformación que podría comenzar con el desarrollo de micro, pequeñas y medianas empresas en los sectores estatal, privado y cooperativo. Adicionalmente, es necesario instaurar un sistema que incentive la inversión privada, en especial en la colapsada y obsoleta industria y en la agricultura, junto al sector de comercio y servicios.
La famosa lista negativa de actividades por cuenta propia reunió más de cien actividades prohibidas. Lo que uno hubiera esperado, si realmente se quisieran liberar las fuerzas productivas, es que en caso de que hubiera una prohibición, no fueran ni siquiera cinco las actividades prohibidas. Sin embargo, se mantiene la prohibición en el desarrollo de una serie de actividades por cuenta propia, y cuando se concibe la adopción de las pequeñas y medianas empresas incluso se están incorporando prohibiciones que no están dentro del trabajo por cuenta propia.
Una transformación de la economía cubana requiere de una nueva mentalidad. No se pueden abordar situaciones nuevas con mentalidad vieja, y creo que estamos arrastrando en el país una mentalidad vieja, dogmas y camisas de fuerza que tienen más un contenido ideológico que una concepción práctica. La solución de los problemas de la economía cubana está en el impulso de la producción. Ese es el principal respaldo de la moneda y la principal garantía de una sanidad de la economía. Las transformaciones que se hacen en la esfera de la circulación, si no están respaldadas por la esfera de la producción, no solucionan los problemas de la economía nacional.
Es importante abolir los monopolios estatales del comercio exterior, de la banca, de las telecomunicaciones y los transportes, por solo mencionar unos sectores críticos. Hoy día hay escasez en la oferta de bienes porque todo el comercio doméstico está en manos del Estado. Si el Estado no tiene liquidez, el comercio doméstico no funciona. Eso no pasaría si estuviera en manos privadas o cooperativas, porque serían estos los encargados de que el sector funcione, o se arruinan. Lo mismo pasa en otros sectores.
Cuando se toma la decisión de permitir que los trabajadores por cuenta propia exporten e importen, de inmediato se pone la coyunda de que tienen que hacerlo a través de las empresas de comercio exterior de carácter estatal. ¿Por qué?, ¿porque tienen experiencia? ¿y si yo encuentro una empresa que me satisface en mayor medida que la estatal? No, no se puede porque es la empresa estatal la que tiene que hacerlo. Mientras Cuba esté anclada a este tipo de concepciones, no va a producirse ningún progreso. Es mi opinión personal.
No estoy diciendo que los monopolios estatales sean reemplazados por privados. Ni siquiera estoy proponiendo que se privaticen las empresas, sino que las empresas estatales coexistan con empresas privadas y cooperativas. Es decir, que exista un clima de competencia en la economía y que se impongan quienes lo hacen mejor y más barato, y los que no, que se acomoden. Que el estado ejerza su papel regulador para evitar esa concentración del capital que se puede producir como resultado del funcionamiento de los mercados.
Es importante impulsar la inversión extranjera directa e involucrar la posibilidad de atraer inversión de cubanos residentes fuera de Cuba, pero para eso hay que crear un clima, no solo de negocios, sino de respeto, de consideración, que refleje que todos estos inversionistas (que son cubanos) sean considerados cubanos y sean parte de la sociedad con todos sus derechos. Eso requiere que el Gobierno lo haga, este o cualquier otro, así como la búsqueda de un nuevo consenso social. Lo veo bastante improbable en las condiciones actuales, pero no por ello quisiera pasarlo por alto, porque me parece una condición necesaria para el progreso del país.
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Además de la entrevista, los enjambreros intercambiaron en el episodio acerca del nuevo protocolo sanitario anunciado por el Ministerio de Turismo, el comienzo de la venta de carne de res por productores privados a la población y estrenaron el sketch «De la cesta a la boca». La sección Historia sin histeria se tituló «La hora de los mameyes» y abordó el pasaje referido a la toma de La Habana por los ingleses.
Sigue este enlace para escuchar otros episodios de El Enjambre.
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