Team Asere en pausa: ¿la suerte de Cuba en el Clásico Mundial de 2026 está echada?

Foto: Jit / Facebook.
En el béisbol hay victorias que se conquistan con batazos y derrotas que se deciden muy lejos del diamante. Ese parece ser el caso de Cuba y su incierta participación en el Clásico Mundial de 2026.
El equipo caribeño, que en la pasada edición sorprendió con una semifinal y que ha sido protagonista de este torneo, actualmente corre el riesgo de quedar excluido y no por razones deportivas.
Lo paradójico es que Cuba ya se ganó en el terreno su derecho a estar en la cita de 2026. La clasificación no se discute: fue uno de los 16 equipos que aseguraron su boleto de manera automática tras su relevante papel en el Clásico de 2023.
Sin embargo, el hecho de que las Grandes Ligas de Béisbol (MLB, por sus siglas en inglés) necesite una licencia especial del Departamento del Tesoro de Estados Unidos para autorizar la presencia cubana mantiene congelada cualquier gestión. La MLB necesita un permiso de la OFAC (Oficina de Control de Activos Extranjeros de EE. UU.) para convocar a Cuba al Clásico Mundial porque, bajo las leyes del embargo estadounidense, toda transacción o relación comercial con entidades cubanas (como la Federación Cubana de Béisbol) requiere una licencia especial.
Lo anterior aplica a eventos deportivos internacionales si involucran transferencias de fondos, acuerdos de transmisión, pagos de premios, o cualquier beneficio económico para una entidad cubana. Recordemos que en este evento se entregan premios de hasta 3 millones de dólares.
El plazo para entregar la nómina preliminar de 50 jugadores expiró el primero de septiembre de 2025, y mientras el resto de las selecciones cumplieron con el requisito, Cuba sigue mirando desde la barrera, a la espera de la luz verde.
El déjà vu de cada torneo
La situación no es inédita. En 2022, antes del Clásico pasado, la licencia de la OFAC también se demoró. Llegó en diciembre, cuando los demás países ya tenían adelantadas sus listas y su logística. Cuba debió correr contra el tiempo y organizarse bajo reglas distintas, lo que no impidió que la isla protagonizara un torneo memorable.
Esta dilación, aunque ya conocida, no deja de tener un costo. Un equipo que no sabe si podrá competir no planifica con claridad, no arma con calma su roster y no transmite seguridad a sus peloteros, muchos de los cuales residen fuera de Cuba y dependen de permisos adicionales de sus equipos profesionales para sumarse a la selección.
Pero pensar que esta historia puede repetirse indefinidamente es un error: las circunstancias políticas no son las mismas y el contexto actual en Washington, con Donald Trump en la oficina oval, es menos favorable.
Desde junio de 2025, la instauración de la restricción parcial de viajes (travel ban) para los ciudadanos cubanos que deseen ingresar a Estados Unidos, ha limitado el acceso de varios deportistas de élite a eventos deportivos en territorio estadounidense.
El equipo femenino cubano de voleibol, en julio, no pudo jugar el torneo Norceca Final Four en Puerto Rico porque le negaron los visados a las 12 atletas. Ese mes, la delegación cubana que participaría en el torneo clasificatorio del Caribe para la Serie Mundial de las Pequeñas Ligas de sóftbol femenino, categoría 9-10 años, tampoco viajó a Puerto Rico por la negativa de visas a los siete adultos que acompañarían a las menores en el viaje.
El patrón convierte cada invitación internacional en una ruleta de incertidumbre que mina la preparación de cualquier delegación cubana y que pone contra las cuerdas la inclusión de Cuba en el venidero Clásico Mundial.
Lo llamativo es que dentro de las excepciones del travel ban, según el texto oficial de la Casa Blanca, estaría «cualquier atleta o miembro de un equipo deportivo, incluidos entrenadores, personas que desempeñan un papel de apoyo necesario y familiares inmediatos, que viajen para la Copa del Mundo, los Juegos Olímpicos u otro evento deportivo importante, según lo determine el secretario de Estado».
La paradoja de las Grandes Ligas
Las MLB no son el verdugo en esta historia. De hecho, ha mostrado en varias ocasiones voluntad de integración. Ahí están la visita de franquicias a La Habana y el acuerdo de 2018 (luego truncado por la Administración Trump) que buscaba regular el flujo de peloteros hacia Estados Unidos. Pero por más que la liga quiera, no puede avanzar sin el visto bueno de la OFAC.
El resultado es una paradoja: el torneo que pretende ser el «Mundial de béisbol» podría jugarse sin uno de los equipos fundadores, no porque la organización no lo quiera ni porque los resultados lo descalifiquen, sino porque un permiso lo impide. Incluso si la licencia llegara a tiempo, el camino cubano estará lleno de obstáculos.
Después vendrían las autorizaciones individuales para jugadores que residen en Estados Unidos, el consentimiento de sus franquicias de MLB y, finalmente, la expedición de visados para entrar a Puerto Rico, donde Cuba está programada para debutar en el grupo A junto a Canadá, Panamá, Colombia y Puerto Rico.
En otras ediciones, la isla había iniciado el torneo en Asia, lo que evitaba ese primer filtro migratorio. Ahora, la sede boricua convierte la obtención de visas en un requisito ineludible.
¿Qué está en juego? Más allá de las declaraciones de dirigentes cubanos, que denuncian un trato «discriminatorio» y «políticamente motivado», lo que está en juego es algo mayor: la credibilidad del Clásico Mundial. ¿Puede un torneo que se vende como la máxima expresión del béisbol excluir a un equipo que se ganó su lugar sobre el terreno? ¿Qué legitimidad conserva una competencia en la que los permisos políticos pesan más que los resultados deportivos?
La exclusión temporal de Cuba, más allá de ideologías, es un recordatorio de que el deporte aún es rehén de intereses que lo superan, a un lado y otro del estrecho de Florida.
Si Cuba finalmente participa, como ocurrió en 2023, la afición celebrará. Y si no lo hace, si la isla queda fuera del torneo, la derrota no será de Cuba. Será del béisbol, que perderá a uno de sus protagonistas históricos.
ELTOQUE ES UN ESPACIO DE CREACIÓN ABIERTO A DIFERENTES PUNTOS DE VISTA. ESTE MATERIAL RESPONDE A LA OPINIÓN DE SU AUTOR, LA CUAL NO NECESARIAMENTE REFLEJA LA POSTURA EDITORIAL DEL MEDIO.
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