El 29 de octubre, una publicación del portal de estadísticas en línea alemán, Statista, reactivó en las redes sociales la polémica sobre la Coca Cola en Cuba, al afirmar que en la isla «no se puede adquirir esta bebida carbonatada en las tiendas, al menos oficialmente».
El mismo texto declara que, «debido a los continuos embargos y sanciones comerciales», en la actualidad «no hay vías legales para comprar Coca Cola en Cuba», refiriéndose en particular al hecho de que «no es posible la importación o el embotellamiento de la bebida» en la isla.
Es VERDADERO que no existen plantas embotelladoras de la bebida desde que fueron nacionalizadas las existentes tras el triunfo revolucionario; tampoco puede importarse directamente desde Estados Unidos. Sin embargo, es FALSO que no pueda comprarse de forma legal esta bebida en las tiendas de Cuba.
Venta de Coca Cola
En Cuba es legal comprar y consumir Coca Cola, no está prohibido por la ley ni restringido en modo alguno.
Este producto se comercializa en instituciones estatales. Los clientes cubanos o turistas pueden adquirirla en la red de tiendas que expenden productos en moneda libremente convertible (MLC) en todo el territorio nacional, siempre que exista disponibilidad del producto.
La botella de cristal de 235 mL del refresco se comercializa a un precio de 1.00 MLC. También se expende en otros tipos de envases, enlatada o en pomos de plástico de 1.75 L, a un precio de 2.20 MLC. Es importada desde México.
La marca Coca Cola, propiamente, tampoco está sujeta a limitación legal para su uso con fines decorativos. Establecimientos públicos del país emplean la identidad institucional de esta marca como parte de su ambientación.
¿Cómo llega la bebida a Cuba?
A principios del siglo XX, Cuba fue de los primeros países, junto a Panamá y Canadá, donde existieron plantas embotelladoras de la bebida fuera de los Estados Unidos. Coca Cola, una compañía con sede en Atlanta, abrió una de sus plantas en la isla en 1906.
La marca estuvo presente en Cuba hasta la nacionalización de sus tres embotelladoras, además de otras 166 empresas pertenecientes a personas o firmas norteamericanas, en octubre de 1960, menos de un año después del triunfo revolucionario.
En 1962, el entonces presidente de EE. UU. decretó el embargo a la isla, que junto a otras sanciones comerciales colaterales, ha obstaculizado a lo largo de la historia las vías legales para la importación de productos a Cuba, entre ellos Coca Cola.
En 2015, durante el deshielo de las relaciones entre EE. UU. y Cuba, el vicepresidente de Asuntos Públicos y Comunicación para América Latina de Coca Cola, Rafael Fernández Quirós, declaró la posibilidad de restablecer su presencia en la isla.
No obstante, aclaró que la legislación de Estados Unidos «establece la prohibición de tener cualquier tipo de negocio con Cuba. Nos vamos a ajustar estrictamente a lo que imponga la legislación. Mientras, no podemos pensar en abrir plantas de embotellados ni sistemas de distribución» en la nación caribeña.
¿Qué significa esto en términos prácticos? Que la importación directa del producto y su embotellamiento en el territorio cubano no es posible.
Las exportaciones de productos estadounidenses a Cuba requieren licencias específicas, que se emiten caso por caso. Solo existen cuatro exenciones de licencia para exportar a Cuba y una de ellas se circunscribe a la exportación de productos agrícolas. Para su cumplimiento, el Departamento de Agricultura de EE. UU. presenta en su web oficial un listado con los productos de este tipo que pueden exportarse a Cuba.
En el capítulo 22 del listado, se incluyen productos como: «Agua, incluida el agua mineral y la gaseada, con adición de azúcar u otro edulcorante o otras materias edulcorantes o aromatizadas, incluidas las bebidas gaseosas». Esto podría ofrecer una oportunidad para la exportación de la bebida a Cuba.
La amplitud del deshielo entre ambas naciones no alcanzó a provocar un cambio que permitiera la presencia de Coca Cola, como la valoraba en 2015 su vicepresidente Fernández Quirós, pero la bebida ha conseguido llegar a Cuba y se comercializa en el país.
Cuando la isla comenzó a abrirse al turismo a inicios de la década de los ochenta, en las tiendas que comercializaban en dólares en los hoteles —para visitantes extranjeros— comenzaron a aparecer latas de Coca Cola, embotelladas en Holanda.
El artífice detrás de este entonces inusual hecho fue Roberto Goizueta, cubano que murió en EE. UU., y dedicó su vida a la compañía productora de esta bebida. Cuando el Departamento del Tesoro negó a Goizueta la posibilidad de exportar el refresco a la isla, el empresario consiguió la anuencia del presidente Ronald Reagan.
Aunque se pudo exportar a Cuba la bebida embotellada en Holanda, traerla desde Europa no resultaba rentable. La compañía asumió las pérdidas por un tiempo y por el interés personal de Goizueta, pero el balance negativo de las cuentas terminó ganando, y la entrada de la bebida se interrumpió.
Finalmente, se montó en el Estado mexicano Quintana Roo una embotelladora que permitiría abastecer el mercado cubano. Esta ha sido la ruta de la Coca Cola para llegar a la nación antillana hasta hoy. Aunque es fabricada en el país azteca, la botella que se ha comercializado en la isla es más pequeña que la que circula en ese país, como una forma de diferenciación. Además, aclara en su etiqueta que procede de México.
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