—¿Es la oficina del Comité Organizador de la Primera Bienal Internacional de Humor Político La Habana 2024?
—La misma. ¿En qué podemos servirle?
—De servirme, esa oficina no me sirve para nada. Suelo trabajar en casa.
—Muy gracioso.
—Empezamos bien si me define como tal. Hago humor político desde hace más de treinta años y me interesa participar en el evento.
—¿A qué manifestación pertenece?
—Las manifestaciones no son lo mío. Prefiero expresarme desde el humorismo.
—Hace bien. No es sano dedicarse a ambos. Suelen traer fatales consecuencias.
—Exacto. Se les teme por igual. Tanto, que llega a dudarse cuál de los dos molesta más.
—Al grano: ¿qué le llama la atención del evento?
—Que en la información de La Jiribilla se apunta que «El humor político ha sido un recurso, una herramienta para criticar desde la ironía, la sátira y el sarcasmo como no se puede en otros espacios, logrando una empatía inigualable con los públicos». ¡Qué clase de apertura! Comienzan aceptando que la ironía, la sátira y el sarcasmo no son bienvenidos en «otros espacios» que se supone estén al servicio de esos públicos.
—¿Qué le hace pensar que las «graciosidades» que practica usted sí tendrán luz verde entre el 14 y el 28 de junio?
—El susodicho escrito recalca que la Primera Bienal Internacional de Humor Político se realiza «para compartir visiones, ideologías y fuerzas». Los plurales de «visión» y de «ideología» presuponen que podrán encontrarse creadores que no necesariamente defiendan lo mismo. Lo de «fuerzas» no creo se refiera a una probable intervención de las fuerzas armadas.
—¿Qué tipo de caricaturas hace usted?
—Ninguna. Aunque mis crónicas estén acompañadas de alguna apoyatura gráfica, mi humor explota la fuerza de la palabra.
—Siento decepcionarlo. La fuerza del evento recaerá en el humor de dibujitos.
—¿Puedo avisarles entonces a Wimar, Garrincha, Lauzán, Tejuca, Carrillo, Mary Esther, Fabián, Danilo, Pedro E., Ramsés, Herbert…? Son excelentes caricaturistas.
—¿De qué provincia?
—Casi todos de Florida.
—Un municipio.
—Me refiero a la Florida peninsular, un poco más al norte.
—Ya. No pretenderá que me complique inscribiendo a sus amiguitos en la Bienal.
—Hacen muy buen humor político, ¿sabe?
—Pero emigraron al otro lado del charco. Con seguridad…
—¿La Seguridad estará también presente?
—Me refiero a que, con seguridad, habrá muchas restricciones para que las obras lleguen a La Habana. No sé si sabe que el bloqueo norteamericano cada día se recrudece más. Hace cinco meses no llega sal a mi bodega.
—Con la Bienal tendrá un respiro. ¿No ha oído que «la risa es la sal de la vida»?
—Definitivamente usted es más pesado de lo que yo imaginaba. Pero si me pasa su currículo lo traslado a los organizadores a ver si lo desbloquean. ¿Ha escrito algo sobre el resurgimiento del fascismo o la globalización? Serán los temas centrales.
—El neofascismo de la Seguridad del Estado ha sido uno de mis blancos preferidos. Y me burlo bastante de los globos que nos inflan a diario.
—No se meta en camisa de once varas. Que el evento esté abierto a otros rubros de la creación humorística no quiere decir que su ironía le haga gracia al Ministerio de Cultura y el Consejo Nacional de Artes Plásticas, principales organizadores. ¿No tiene bromas más potables?
—No creo. Pero puedo embullar a Manuel, que tiene una pila.
—¿Manuel, el del Dedeté? Me cuadra cantidad.
—No, Marrero, el primer ministro. No me cuadra para nada. Acaba de convocar «a seguir al lado del pueblo, dando el pecho a los problemas, explicando, sin prometer cosas que no seamos capaces de garantizar». ¿No es un chiste político excelente?
—…
—Compañera… Aló, compañera…
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