La venta de juguetes sexuales no figura entre las actividades permitidas para el trabajo por cuenta propia. Sin embargo, clandestinas, ilegales, pero a la vista pública en redes sociales, las sex-shop en Cuba ganan clientes. Foto: Kyn Torres.
Juguetes sexuales en Cuba: ¿moda, negocio o necesidad?
12 / junio / 2019
A pesar de no existir, legalmente, tiendas de juguetes sexuales en Cuba, en los últimos años ha habido en el país un aumento del uso y compra de estos productos para adultos.
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Orlando tiene un álbum de fotos muy sui géneris en su celular. En este aparecen consoladores, extensores de pene, vaginas artificiales, arneses, anillos vibradores, condones y lubricantes. Cada día propone esos juguetes sexuales a sus compañeros de la Universidad Central Martha Abreu de Las Villas. Algunos se ruborizan al ver las fotos, para otros es normal.
“Hace años mi hermana me trajo de España un dildo (consolador) y otros juguetes, pero yo nunca los usé. Decidí venderlos y fueron todo un éxito”. Así describe Orlando los inicios en este “negocio”.
Discretamente, enseña a las personas los productos. Ya perdió la vergüenza. Los fines de semana se va al Mejunje o al “malecón” de Santa Clara donde, asegura, tiene la mayor cantidad de clientes.
En los alrededores del Teatro La Caridad una estudiante de medicina mira la galería de fotos. Ella valora el uso de los juguetes sexuales como algo positivo. “Me parecen un buen incentivo en las relaciones de pareja”, dice. A su lado una compañera de estudios se sonroja al hablar del tema: “No creo que sean necesarios para una relación”.
Varios en el grupo hablan del tema con desenfado. Algunos confiesan tener un vibrador o un anillo en su casa. A otros les gustaría tenerlos. Conocen las vías para adquirirlos: comprarlos a alguien de manera clandestina o traerlos del extranjero.
¿Placer o negocio?
La venta de juguetes sexuales no figura entre las actividades permitidas para el trabajo por cuenta propia. Sin embargo, clandestinas, ilegales, pero a la vista pública en redes sociales, las sex-shop en Cuba ganan clientes.
“Llevamos abiertos dos años”, cuentan por correo electrónico los administradores de La Primera Sex-Shop de Cuba. “Hemos tratado de buscar licencias dentro del trabajo por cuenta propia pero no hemos encontrado ninguna que se nos ajuste”.
Dado el florecimiento de su negocio, aseguran que quisieran tener una política legal que los respalde.
“Existe hoy en Cuba una mayor cultura en cuanto al tema de los juguetes sexuales y hay también un aumento de la información y variedades al respecto”, explican.
El catálogo de esta sex-shop online —incluye la descripción del juguete, su uso, materiales de fabricación, dimensiones y precio— recorre las redes sociales y varias aplicaciones cubanas de clasificados de compra y venta.
Hay desde condones sin o con sabor a 50 centavos CUC hasta kits de sadomasoquismo o consoladores doble en 40 CUC.
“Yo tengo cuatro vibradores distintos y por experiencia propia aseguro que sale más factible si alguien te los trae o manda del extranjero”, admite Jordan.
Cuenta que en Pinar del Río nunca pudo hallarlos y solo sabía de una tienda en La Habana, donde además salían muy caros.
“Yo tengo uno normal, uno con vibrador, uno con cinturón y uno doble y eso me hubiera salido en no menos de 400 CUC aquí en Cuba, en aquellos años”.
La amplia demanda de juguetes sexuales y aumento de sex-shops u otras oportunidades de compra y venta provocaron una disminución en los precios de los juguetes, aunque para algunos siguen siendo inalcanzables.
“Me gustaría hacerme de otros [juguetes], pero cuestan mucho”, añade Jordan. “Además, para serte sincero, la emoción es al principio, después se te olvidan que están en la gaveta”.
Luis Ángel y su esposa Rosa María los traen regularmente de Haití y México. Ella compró un paquete con varios dildos porque le salía a mejor precio y lo entraron al país sin problemas. Esos objetos no aparecen regulados en las normas aduaneras.
“Hay un aumento en la entrada al país de juguetes sexuales”, comenta una oficial de Aduana del Aeropuerto Internacional José Martí. “Se ven claramente en los rayos X. A nosotros nos daba un poco de gracia y a los pasajeros les daba vergüenza, pero ya es algo común encontrarlo en los equipajes”.
Asegura que, aunque las personas entran al país con cantidades sospechosas para justificar como de uso personal, por ser un fenómeno reciente no existe nada legislado al respecto.
Screenshot of a Facebook profile which sells sex toys in Cuba.
A falta de otro consuelo…
En su primer viaje al extranjero Annaelis Ramos visitó una sex-shop. Sintió vergüenza al principio, pero notó cómo para otros clientes en la tienda aquello era algo normal. Esa tarde vio por primera vez, frente a frente, un dildo.
“Fue amor a primera vista”, bromea. “Cuando estaba en la universidad usaba un desodorante Blue Moon para estimularme sexualmente. Con el tiempo mi novio me regaló un consolador y siempre que puedo me compro un juguete nuevo. Es muy difícil encontrarlos porque en Cuba no hay tiendas para eso”.
Por su carácter “ilegal” y los prejuicios alrededor de estos temas, los vendedores de juguetes sexuales cuidan su nombre y solo hacen entregas a domicilio. No solo ofertan estos objetos, sino otros productos como lubricantes, condones y lencería para ambos sexos.
“Hace algunos años era posible encontrar condones de colores y sabores en varias farmacias en CUC”, cuenta Luis Ángel. “Ya hasta los normales se pierden. A veces solo encuentras Momentos y con esos tendrás un mal momento —bromea— porque casi no tienen lubricante y se rompen fácil”.
En 2018 el periódico 5 de septiembre de Cienfuegos alertaba que la comercialización de condones en el primer cuatrimestre de ese año había disminuido en un 23 por ciento en comparación con igual periodo de 2017. Reconocía el desabastecimiento en la red de farmacias y otros puntos de venta.
“He pasado semanas buscando condones en Santa Clara”, asegura una profesora de preuniversitario. “Un amigo promotor de salud me resolvía los condones buenos —los plateados— y algunos paqueticos de lubricante, pero ya ni eso. Tuve que comprar tres por un CUC porque ni muerta tengo sexo sin condón”.
Aunque desde 2014 el abastecimiento de condones se ha comportado de manera irregular, este es el único “producto sexual” que se comercializa legalmente. En las tiendas cubanas no hay espacio para juguetes sexuales, ni siquiera para lencería. Pareciera que todo cuanto se refiere al sexo está vetado o vinculado a la pornografía.
“A mí me gusta ver a mi novio usando lencería masculina”, asegura Francis. Cuando comenzamos a vestir esos atuendos y a crearnos fantasías sexuales nos dimos cuenta de que potenciaron la relación. Tras seis años de vivir juntos hay que probar nuevas cosas para recuperar la pasión perdida con el tiempo y la rutina”.
De acuerdo con varios estudios, el 91 por ciento de los hombres llegan al orgasmo durante el sexo y solo el 39 por ciento de las mujeres consigue lo mismo.
“Lo importante es que las dos partes disfruten al máximo el acto sexual, explica Rosa María. “Debe ser por eso y por su precio (cuestan 3 CUC) que los anillos con vibradores son los que más vendemos. Están hechos para estimular el clítoris durante la penetración”.
¿Son peligrosos los juguetes sexuales?
Los juguetes sexuales son tan antiguos como el hombre. Un reportaje de El mundo relata que en 23000 a.C. las tribus germanas utilizaban consoladores de piedra y en la edad de Cristo los patricios romanos coleccionaban falos hechos de marfil y huesos.
“Hay que romper tabúes en cuanto a su uso”, asegura el sicólogo Alexander Afont. “No hay nada de inmoral en ello. Lo que haga una pareja solo le compete a ellos y nadie debe negarse o impedir o prohibir el placer”.
Alexander destaca que el uso de juguetes sexuales tiene diversas ventajas emocionales y físicas como la ejercitación de la musculatura pélvica, la estimulación prostática, satisface el contacto íntimo afectivo, facilita y potencia el orgasmo en una mujer.
Sin embargo, el sicólogo alerta que cuando el juguete pasa a ser imprescindible para el disfrute, podría convertirse en una relación fetichista y estaría rozando una parafilia (comportamiento sexual en el cual la fuente de placer no se encuentra en la relación íntima como tal, sino en alguna otra cosa o actividad que lo acompaña).
Otras desventajas se relacionan al uso de los juguetes cuando estos no tienen el material adecuado o son sustituidos por objetos que no están hechos para usarse como tal.
Hace unos años Juventud Rebelde publicó una nota sobre el aumento de accidentes y procedimientos quirúrgicos por la introducción de objetos extraños en el recto o la vagina.
Al no existir acceso legal y factible a juguetes sexuales para adultos, los cubanos han echado mano a frutas, plantas, objetos con formas parecidas a los órganos reproductivos de ambos sexos y algunos adolescentes guardan entre sus recuerdos iniciales alguna que otra experiencia zoofílica.
El doctor Hebmar Almaguer recuerda que en una de sus guardias médicas una joven veinteañera llegó a urgencias con un pomo de desodorante atravesado en el recto.
“En urgencias se le dilató el ano para sacarlo manualmente, pero ni siquiera podía tocarse”, cuenta el cirujano.
La muchacha tuvo que ir al salón de operaciones. Se le aplicó anestesia regional para relajar la musculatura de la zona y dilatar el ano completamente. Si no funcionaba, había que operarla.
“Cualquier cirugía tiene sus riesgos. En esta en particular sería elevado porque habría que abrir el abdomen, colon sigmoide y sacar así el objeto”, reconoce Hebmar.
Objetos más insólitos como linternas, botellas y hasta un bombillo de televisor Krim 218 guardan entre sus “recuerdos” otros profesionales de la salud que han tenido que enfrentar casos como estos. Unos terminan bien, algunos no tanto.
“Existen muchos riesgos como las perforaciones y sus consecuentes complicaciones, la oclusión intestinal, las hemorragias por la lesión de la mucosa rectal, etc.”, asegura el médico. “Además, la introducción de objetos extraños en el recto o la vagina puede provocar la proliferación de bacterias, virus y hongos.
“Una tienda de juguetes sexuales sería una posible solución para evitar esos accidentes”, indica Luis Ángel. “De esa forma la gente no tiene que andar “inventando” y adquiere productos que están hechos y certificados para estos fines”.
Al no existir acceso a juguetes sexuales para adultos, los cubanos han echado mano a frutas, plantas, objetos con formas parecidas a los órganos reproductivos de ambos sexos y algunos adolescentes guardan entre sus recuerdos iniciales alguna que otra experiencia zoofílica. Foto: Kyn Torres.
¿Son necesarios?
El mercado global de productos sexuales mueve más de 15 mil millones de dólares anuales y se estima que para 2020 supere los 50 mil millones.
Como en el resto del mundo, la industria de lo erótico también gana clientes en Cuba, aunque todavía lucha contra los tabúes, la asociación con la pornografía y está carente de un marco legal que permita su actividad y desarrollo.
“Por más que me lo cuestiono no entiendo a qué se debe semejante pacatería”, cuestionaba la periodista Lisandra Puente Valladares. “Con lo mucho que nos gusta presumir en Cuba de nuestro erotismo, calentura, poder sexual y todo lo que se nos ocurra. Pero nada de jugueticos, eso no nos toca”.
Varios de los entrevistados aseguran que sería mejor dejar de considerar el sexo y todo lo relacionado con este como un tema tabú y comenzar a ofrecer información de forma masiva al respecto.
“Cuando se naturaliza una práctica es mejor y más fácil de manejar — asegura el sicólogo Alex Afont. No entiendo por qué están prohibidas las sex-shops en el país. Esa sería una buena forma de desmontar estereotipos y prejuicios sobre el tema”.
Una muestra de la aceptación que tendrían estas tiendas eróticas fue la amplia venta de consoladores artesanales confeccionados por los artistas del proyecto Consolez Vous, que pretende convertirse en una sex-shop itinerante.
Presentado como un performance a propósito de la II Bienal de Diseño de La Habana, la venta de esculturas con forma de dildos “pretende ser un ejercicio de desenmascaramiento y ruptura de principios moralistas extremos”.
Luis Ángel asegura que las tiendas de juguetes sexuales serían un buen lugar para disminuir los prejuicios en cuanto al sexo y hablar abiertamente del tema. “Son jóvenes la mayoría de las personas que compran estos objetos y a veces por pena ni siquiera preguntan cómo se usan”, acota.
Varias han sido las campañas en Cuba a favor del uso del condón como forma de protección para evitar las infecciones de transmisión sexual; sin embargo, al parecer no han sido del todo efectivas. La disminución de la edad del inicio de las relaciones sexuales (13-14 años) y el aumento de los embarazos en la adolescencia demuestran que falta aún mucho por hacer en materia de educación sexual.
Naturalizar el tema de los juguetes sexuales, quizás, no solo permitiría a hombres y mujeres tener mayor control y conocimiento de su cuerpo, sino además una sexualidad desprejuiciada y más responsable.
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comentarios
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Asuna
Concuerdo con que si existieran las sex shop en nuestro país, quizás los jóvenes y no tan jóvenes podrían experimentar sin miedo a la opinión social de placeres que hasta hoy son manejados como tabú.
Dante Alighieri
No sólo debieran permitirlo, también legalizarlo, y otorgar créditos bancarios los cuentasexistas, para que por lo menos aquí en la Habana, una tienda por municipio Ah!! y cómo dicen en el noticiero:
“Ofertas veriadas y precios modicos” También se debieran permitir los masajes eróticos, con happy end, que en Revolico ofrecen profesionales vanguardistas y desprejuiciados.
Roberto Daniel
Henrick
Rafe
Eva
RAFE
Norges
Dalia
Heraldo 18
Leya
sarai
José Luis Fernández Domínguez
José Luis Fernández Domínguez
Yohaira