Asamblea de cineastas. La Habana, 15 de junio de 2023. Foto: Facebook.
«La Habana de Fito»: qué dicen los cineastas sobre la nueva censura
19 / junio / 2023
El conflicto entre la libertad de expresión en la creación artística y la censura es el «viejo problema» de los cineastas desde principios de la Revolución. Ese fue el epicentro del debate que tuvo lugar el jueves 15 de junio en el cine 23 y 12, en el capitalino barrio el Vedado. El encuentro, de carácter asambleario, reunió a más de 50 realizadores cubanos y tuvo como punto de partida los recientes hechos ocurridos en torno al documental La Habana de Fito, del director Juan Pin Vilar.
«Lo que ha sucedido con el documental La Habana de Fito no es más que un acto de soberbia, como los que acostumbra a hacer el Ministerio de Cultura [Mincult] contra muchos proyectos culturales que han desaparecido por no ser de su conveniencia. Es además una llamada de advertencia a todos los artistas cubanos de que no son dueños ni tienen derechos sobre sus obras», sentenció Ricardo Figueredo Oliva, productor del largometraje en una carta leída durante la reunión.
La Habana de Fito resultó uno de los proyectos ganadores de la Segunda Convocatoria del Fondo de Fomento del Cine Cubano (2021) y fue exhibido el año siguiente en el Havana Film Festival de Nueva York, una presentación que se entiende como no comercial y que fue titular en medios oficialistas cubanos. Sin embargo, a finales de abril de 2023, el Ministerio de Cultura suspendió una proyección del filme en la sede del grupo teatral El Ciervo Encantado. A la suspensión, siguió un silencio institucional, lo cual llevó al director a reunirse con funcionarios del Mincult en mayo y posteriormente a escribir una carta al mandatario cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez. Nunca recibió respuesta.
El mutis se sostuvo hasta el pasado 10 de junio de 2023 cuando la televisión cubana transmitió —sin previa autorización de Vilar— el documental en el espacio Espectador crítico. La presentación del audiovisual estuvo antecedida por un panel compuesto por la directora de Habana Radio, Magda Resik; el periodista del diario Granma, Pedro de la Hoz; y el historiador y subdirector del Centro Fidel Castro, Elier Ramírez. Durante varios minutos los invitados se dedicaron a confrontar las ideas políticas presentes en La Habana de Fito y a desacreditar la visión del realizador.
Poco después, Vilar aclararía, a través de sus redes sociales, que el metraje transmitido en el Canal Educativo 2 era una «copia mala y robada». Ni siquiera era el corte definitivo, según explicó.
No es la primera vez: censura y vulneraciones del derecho de autor
Los actos de censura y vulneraciones del derecho de autor que rodearon el documental llevaron a que varios jóvenes realizadores convocaran a una asamblea especial, que inició con la lectura de dos cartas. Una, firmada por Ricardo Figueredo Oliva y otra, de la autoría de Juan Pin Vilar. Ninguno pudo estar presente.
«He leído y analizado cada uno de los posts que justifican el hecho, como si se tratara de otra victoria sobre el enemigo. Y en cada uno siento una profunda tristeza por la manera de querer destruir [en] nombre de sus supuestas ideas todo lo bueno que se había logrado con la implementación de este Fondo para cine cubano», escribió Figueredo Oliva.
En la misiva, el productor hace referencia al artículo 9 del Contrato de Financiamiento, el cual aclara que «la asignación del financiamiento no implica la cesión total o parcial al instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos [Icaic] o al Fondo de Fomento del Cine Cubano de los derechos de utilización de la obra».
Según explicó Figueredo, el Mincult y el Icaic —en mutuo acuerdo— también violaron las cláusulas 2.3, 2.14 y 14, que estipulan la pertinencia de «mantener a resguardo la copia de la obra resultante presentada por el beneficiario» y alertan sobre «no utilizar la obra resultante sin previo consentimiento del beneficiario». Así como el acuerdo, entre ambas partes, de mantener confidenciales los datos e información relacionada con el contrato.
«No será la primera vez que, en la historia de la cultura revolucionaria, específicamente en el cine y la televisión, artistas de cualquier profesión son criminalizados y encarcelados debido a una manipulación mediática. Similar a la que se ha iniciado contra mí. Aun aquellos que entre ustedes —en público o en privado— comulgan con estos funcionarios saben que me asiste la razón y que lo que ocurre viene caminando desde mi participación el 27 de noviembre de 2020 al lado de lo que considero justo», escribió, por su parte, Vilar.
En la carta, el director relata cómo el sábado 10 de junio, en horas de la mañana, sostuvo una reunión con el viceministro de Cultura, Fernando Rojas, y el presidente del Icaic, Ramón Samada, en la que ambos le propusieron exhibir el documental en la televisión cubana acompañado de una explicación. Vilar se negó y citó un contrato de exclusividad con la oficina distribuidora argentina que los premió en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano. La proyección podría perjudicar la ruta de festivales del filme. «Además, podrían demandarnos», subrayó.
Sin embargo, aproximadamente una hora antes de comenzar Espectador crítico, Vilar recibió una llamada de Rojas, quien le informaba que «de todas maneras» el documental sería transmitido.
«Lo que está en juego aquí no soy yo ni siquiera el documental. Lo que se juega es la indefensión en que nos coloca a todos en cada uno de los proyectos que presentemos ante el Fondo de Fomento del Cine Cubano independiente u otra institución oficial», escribió Vilar. «Aclaro que, desde mi punto de vista, lo sucedido no es un problema de Fito Páez ni siquiera de la dirección del país. Es un problema nuestro, de nuestra ambivalencia para unirnos y defender lo que consideramos justo (…). La usurpación del derecho de autor de esta obra, que nos corresponde exclusivamente a Ricardo Figueredo y a mí, por parte de estos dos funcionarios del Estado cubano es un hecho grave que no debe quedar impune».
La Habana de Fito y la memoria colectiva
Como parte del encuentro sostenido en 23 y 12, se abrió el micrófono para la intervención de cada uno de los presentes. Entre ellos, estuvo el profesor y crítico de cine Gustavo Arcos Fernández-Brito.
Arcos hizo mención de un patrón que, según él, se repite una y otra vez: la necesidad de controlar la voz de los seres humanos, la voz de los ciudadanos. También indicó que si bien la creación artística en la isla es amplia —hay todo un arte cubano que aplaudir—, no nació enteramente en 1959.
«Cuba tiene una historia artística y creadora mucho antes de la Revolución», expresó. «Siento que hay, desde el 59, precisamente esa necesidad de dominar el espacio público por parte del poder».
«Cuando los artistas cubanos hablan, hablan desde su interior, hablan de sus pesadillas, sus sueños, su expectativa, hablan de lo que aman y de lo que sufren. También son seres humanos. Y cuando tú lees la manera en que el poder ha trabajado, sientes que han tratado de anularte como ser humano. Como si estuvieran legitimando la deshumanización en determinados sectores de la ciudadanía. Cállate, no te expreses, no trates este tema», agregó Arcos.
El profesor describió La Habana de Fito como una obra cinematográfica que aborda la memoria colectiva y enaltece un momento en el que el músico argentino convida a los jóvenes espectadores a no aceptar «todo lo que les viene de arriba». Los invita a cuestionar, a indagar sobre su historia.
En la misma línea, el realizador Fernando Pérez felicitó al grupo de jóvenes que convocó la asamblea; al recordar que, solo unos años atrás (2018), bajo una situación similar nacía el Cardumen. Un conjunto de cineastas se agrupó a raíz de la casi desfallecida Muestra Joven y que reclamó con urgencia la creación del Registro del Creador Audiovisual, el Fondo de Fomento, la Comisión Fílmica, la legalización de las productoras independientes y la promulgación de una ley de cine (ante la obsolescencia de la Ley 169 de Creación del Icaic).
«El problema no es el documental», dijo el director en referencia a la obra de Vilar. «El problema es la historia que a lo largo de muchos años hemos estado viviendo con una política cultural que se ejerce, pero que no se discute y que expresa solamente un solo punto de vista y en muchos casos reduce la posibilidad de la discusión (…). La libertad de expresión es libre o no lo es».
Durante su intervención, Fernando Pérez habló sobre la ausencia de voces en el país y tomó como ejemplo los hechos del 27 de noviembre, cuando artistas, intelectuales, cineastas, activistas y periodistas independientes se dieron cita frente a las puertas del Ministerio de Cultura para exigir libertad de expresión.
«Confieso, a nivel personal, tuve un sueño cuando el 27N. Yo dije: “aquí están los jóvenes, aquí va a surgir un nuevo lenguaje que le hace falta a este país y no el discurso acabado que mantenemos”, no solo en la cultura, en todo. Y al día siguiente, en la televisión, en los medios, ocurrió lo mismo. Las voces de los jóvenes no estaban».
«Lo que hay es una política de imposición. Esa política tiene que acabar. Porque el país en el que vivimos es otro y el cine cubano está dañado. Dañado porque gran parte de la nueva generación —y lo digo con dolor— está fuera de este país. Y no es solamente en la cultura. Esta es la realidad de nuestro país, que se está quedando sin jóvenes porque hay un discurso que —pienso— no tiene sentido para ellos. Todo eso lo va a reflejar el cine. Y nada lo va a impedir», dijo Fernando Pérez.
La cineasta Rebeca Chávez también rememoró cómo hace una década un grupo de cineastas intentaron desarrollar un ejercicio igual en las salas del capitalino Centro Cultural Fresa y Chocolate. De ahí nació el llamado G-20, una organización dispuesta a proteger de trabas burocráticas el desarrollo de un cine renovador y de vanguardia. Un grupo que, además de enfrentar la censura institucional, buscaba la promulgación de una ley de cine capaz de reconocer en un sistema único y diverso la coexistencia de partes estatales e independientes. Desde 1959 Cuba no ha reformulado la Ley 169; legislación que, en su momento, permitió la creación del Icaic.
«Hay una irresponsabilidad política muy seria y muy grande para que en este momento, que hay una crisis tan aguda en Cuba, autoridades oficiales hayan creado esta situación tan tensa en un área que está más deprimida», declaró Chávez.
«Los cineastas tenemos la voluntad del diálogo, pero no hay diálogo. Cómo analizar que, en este momento tan duro que tiene Cuba, que se ha dicho que el problema de la alimentación, de la subsistencia, es un problema de seguridad nacional, también la ideología, lo que circula, también nuestra alma, nuestro sentimiento, la música, todo sea un problema de seguridad nacional».
«Despertemos. Está en juego la subsistencia», alertó Chávez. «Lo que permanece es un ejercicio de la política cultural que cada vez más va separando a los creadores de las instituciones. Después nos acusan de que nosotros queremos acabar con las instituciones. Entonces, seamos honrados. Seamos honestos».
Desde fuera de Cuba, el director y guionista Ian Padrón también formó parte del debate. En su intervención, el realizador señaló que los problemas trascienden el área del cine. Se trata de la intolerancia hacia los criterios que no sean «aplaudir y venerar».
«Lo que está pasando con Juan Pin es una raya más al tigre. Algo que volverá a pasar porque hay una intolerancia que lleva muchos años y muchas veces hemos mirado al lado y la hemos dejado pasar», especificó Padrón.
Los errores que rodearon La Habana de Fito
Al finalizar la asamblea, los presentes firmaron una declaración en la que dejaban en evidencia el mal actuar de los funcionarios involucrados en la censura y posterior proyección en la televisión cubana de La Habana de Fito. En el documento citan como errores: la suspensión de la proyección del largometraje en la sede del grupo teatral El Ciervo Encantado; no ofrecer información pública y satisfactoria sobre la decisión; y presentar una copia no concluida del documental —ignorando la negativa de su director y productor— con el propósito explícito de desacreditarlos.
Por último, condenan las declaraciones que emitieron funcionarios que, a través de sus redes sociales, han ofrecido falsas interpretaciones de la Ley de Derecho de Autor; documento que, como representantes de instituciones públicas, están obligados a proteger.
«Lo más grave es que procedimientos semejantes se han hecho sistemáticos, sobre todo en relación con el cine. La actuación de las autoridades culturales ha violado una y otra vez principios éticos que deberían ser el sostén de cualquier diálogo respetuoso y constructivo», sentenciaron.
Por el momento, se conoce que el martes 20 de junio de 2023 se llevará a cabo una nueva reunión entre miembros del colectivo de cine y funcionarios del Icaic.
comentarios
En este sitio moderamos los comentarios. Si quiere conocer más detalles, lea nuestra Política de Privacidad.
Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *