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Caldosa y pan con lechón al pie del Monte Fuji. La historia de un santiaguero que conquista paladares en Japón
14 / febrero / 2025
Del boxeo a la cocina: así fue el viaje de Valodia Carrero en tierras niponas. El exdeportista cubano, más conocido como «Valo», encontró el éxito en un rincón inesperado del mundo. Esta vez, no con los guantes puestos, sino con un delantal y una espátula con la que recibe a los clientes que visitan su negocio de comida callejera, un food truck que llamó «El Sandwichazo».
La historia de Valodia es una mezcla de sacrificio, adaptación y del inconfundible sabor caribeño que aprendió de su madre. Esa «gracia al cocinar» le ha traído seguidores que buscan en su negocio la unión perfecta entre sazón criollo, son cubano y reggae jamaicano. Culturas que bailan, conversan y se saborean al pie del Monte Fuji.
«En Cuba había mucha influencia rusa cuando yo nací, por eso me llamo Valodia, pero soy santiaguero, del mismo Santiago, de la capital», cuenta con un orgullo que no ha apagado la distancia. Llegó a Japón hace 17 años y, desde entonces, ha vivido «cosas buenas y cosas malas», como él dice. Está casado con una japonesa y tiene tres hijos. En su hogar conviven ambas culturas, pero sus niños apenas hablan castellano. Es algo que tiene pendiente.
Antes de aventurarse en el mundo gastronómico, Valodia tuvo una carrera en el boxeo. «En Cuba, siempre entrenaba. Fui boxeador. Estuve en la EIDE, después en la ESPA y competí con algunos que hoy son campeones mundiales de modo profesional». La emigración no significó una ruptura con su sueño, pero confiesa que se preparó para abandonar la isla. Estudió un poco de inglés y, desde antes, aprendió a cocinar. «Me gusta la cocina, es como un hobby. Cocinaba para mi madre y mis amistades. Siendo muy joven pasé un curso de cocina y trabajé en restaurantes de Santiago».
En 2007, cuando llegó a Japón, su primer empleo fue precisamente en un restaurante cubano. «Pero mi idea era competir como profesional del boxeo. Lo logré, aunque no salió como quería». Una lesión en el brazo hizo que no pudiera continuar sobre el ring sino como entrenador. A pesar de las dificultades, encontró un camino paralelo en la gastronomía, su otra gran pasión.
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El nacimiento de «El Sandwichazo»
«El Sandwichazo es mi negocio», cuenta a el TOQUE este santiaguero emigrado. Valodia decidió llevar el auténtico sabor cubano a las calles japonesas, específicamente a Kawaguchiko, una ciudad en la prefectura Yamanashi. «Ofrecemos pan con lechón, que es el verdadero sándwich de nosotros los cubanos. Ese es el original. También tengo croquetas, caldosa que es la sopa tradicional cubana, tostones y hasta carne de venado».
La inspiración para el negocio vino de una experiencia personal. «En 2015 regresé a Cuba después de ocho años sin visitar el país y lo primero que hice fue comerme un pan con lechón, con cueritos de puerco, como nos gusta a nosotros». Ese anhelo por los sabores de su tierra lo llevó a replicarlos en Japón.
Sin embargo, no resultó sencillo introducir la comida cubana en un país donde se conoce poco de la gastronomía insular, según cuenta Valodia. «Los japoneses no están acostumbrados a estos sabores, pero cuando los prueban, algunos repiten». A pesar del reto cultural, ha logrado atraer a una clientela diversa. «Me he encontrado con muchos cubanos que vienen de Miami, algunos europeos, españoles. Ayer mismo me encontré con unos turistas que habían visitado Cuba y estuvimos conversando».
El sándwich de venado: ¿una fusión cubano-japonesa?
El sándwich de venado está entre las creaciones más innovadoras de Valodia. «Vivo muy cerca de la montaña Fuji, donde hay mucho venado. Nunca lo había comido en Cuba. Después de vivir 14 años en Tokio, llegué a Kawaguchiko y me enteré de que aquí se vendía».
Aprovechando esa oportunidad, ideó una receta especial. «Compro la carne a los cazadores, la cocino bien hasta que quede blandita, la ripio y le agrego una salsa pico de gallo con tomate, ají amarillo, cilantro y otros ingredientes. Lo sirvo con un pan bien crocante». Sobre el sabor, explica: «Es parecida a la carne de carnero, pero con menos olor. Es más saludable porque el venado solo come hierba y no tiene inyecciones».
El negocio no solo le ha permitido explorar nuevos ingredientes, sino también conectar con la cultura local de una manera inesperada. «Hasta pedí una cabeza de venado a un cazador. Ellos suelen enterrarlas y dejar solo los cuernos afuera, pero me interesó tenerla y me la regalaron».
Mojitos y ron cubano a la sombra del Monte Fuji
Además de los sándwiches, en el negocio de Valodia se ofrecen bebidas tradicionales cubanas. «Tenemos mojito, Cuba libre y cerveza, pero no la cubana, porque aquí no se consigue. En cambio, el ron cubano sí está en todos los mercados, increíblemente más que en Cuba».
El día de Valodia comienza entre las 6:30 y 7:00 a. m. «Primero tomo agua, agradezco por la nueva jornada y luego hago mis ejercicios. Siempre estoy listo para el trabajo y normalmente requiere que salga temprano. A veces debo ir a Tokio, que me queda a una hora y media en carro. La puntualidad es algo que aprendí bien en Japón», confiesa entre risas.
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A pesar de la distancia con Cuba y los desafíos de ser un inmigrante, Valodia mantiene viva sus tradiciones a través de la comida. Conversa a diario con su madre, está al tanto de lo que pasa en la isla y ya encontró un modo de honrar su historia. «Quiero que los clientes se sientan como en casa, con mi sabor latino, mi sabor cubano». Y con cada pan con lechón que sirve, lo logra un poco más.
En un país donde la gastronomía está profundamente arraigada en la cultura, este santiaguero ha encontrado un nicho y lo ha convertido en su hogar. Ya no pelea en los cuadriláteros, pero sigue dando batalla. El sueño es seguir cerca del boxeo, entrenar a otros, honrar los guantes. En su cuenta de Instagram (@latirobuena) se le puede ver enseñando a otros ese deporte.
Mientras tanto, sigue trabajando en su emprendimiento. Asegura que su food truck no es solo un negocio, es una forma de transmitir un legado. «Mi objetivo no es competir, sino ofrecer lo mejor de la comida cubana y demostrar lo que representa nuestra cultura. Quiero dejar claro que la comida cubana es increíble y que mi sándwich es solo una muestra de lo que tenemos».
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